Este Estrecho es un lugar estratégico, pues por él  pasan 19 millones de barriles de petróleo diariamente. Si se cerrara el precio  del petróleo podría aumentar a 200 dólares el barril, favoreciendo a los productores y la consecuente ruina para los países importadores, (entre ellos Chile). El Estrecho de Ormuz comunica el Golfo Pérsico  con el mar de Omán, por consiguiente, es un lugar estratégico en el Medio Oriente.

 

El Estrecho de Ormuz   colinda con Irán, y en la otra ribera, con los Emiratos Árabes y Omán; Arabia Saudita, el principal competidor de Irán en el dominio del Medio Oriente, también sus costas dan al Golfo Pérsico, a su vez, en Bahréin se encuentra la quinta flota de Estados Unidos.

 

Desde el mes de mayo de 2018 el gobierno de Trump se retiró del Tratado de “5+1” que controlaba el desarrollo nuclear de Irán y, partir de ahí, las restricciones económicas se han ido radicalizando hasta llegar a la amenaza de prohibir a los demás países de  comprar  petróleo y gas natural a Irán.

 

 En el fondo, si analizamos bien el conflicto entre Estados Unidos e Irán, encontramos que se ha convertido en el punto álgido con respecto al dominio del Medio Oriente, con Israel y Arabia Saudita interpuestos como peones de Estados Unidos.

 

La Unión Europea, cuyo poder cada vez es más disminuido al depender de la OTAN y no poseer un ejército propio, no ha roto el Tratado de no proliferación de armas nucleares con Irán, sin embargo, el poder de arbitraje de la Unión Europea es, prácticamente, nulo.




 

Irán, una especie de teocracia, con 80 millones de habitantes de alto nivel cultural, heredero del gran imperio persa, posee un poderoso ejército, cuyas tropas de élite la constituyen los Guardianes de la Revolución.

 

Para todos aquellos que buscan una explicación geopolítica en la ruptura del islam entre chiitas y sunitas, centran sus análisis en el hecho de que los iraníes son hegemónicamente chiitas, mientras que los árabes saudíes, sunitas;  se equivocan de plano, pues la región petrolera que da al Golfo Pérsico de Arabia saudita es chiita.

 

La explicación religiosa de los conflictos debería ser relativizada en los  análisis políticos, que puede ser muy válida para el historiador, pero secundaria para la actualidad. En cierto grado, conflictos entre chiitas y sunitas que podrían ser comparables al de católicos y protestantes, tema muy bien tratado por Max Weber a comienzos del siglo XX, pero que no son capaces de explicar fehacientemente las relaciones políticas entre Estados y la derecha latinoamericana.

 

Irán, aliado de Rusia, ha logrado dominar gran parte del territorio sirio por el sur, y por el norte, Turquía pretende penetrar en Siria, (el Presidente Erdogan está en conflicto con la OTAN  y Estados Unidos); por otro lado, Irán tiene influencia en el grupo hezbolá, en lucha con los israelíes en los Altos del Golán, además de las guerrillas en Yemen.

 

Los ¾ de las exportaciones iraníes corresponden al petróleo y al gas natural, por consiguiente, el bloqueo por parte de Estados Unidos y sus aliados están afectando en forma importante la economía persa, cuyo PIB ha bajado en un 6%, y su moneda se ha devaluado considerablemente. El objetivo de Donald Trump, (no  muy distinto al que aplicara Richard Nixon en Chile, en la década del 70), es hacer crujir la economía iraní  provocando una rebelión que derroque el gobierno de Hassan Rouhani.

 

Ante la amenaza de no comprar ni una gota de petróleo a los persas, el Ayatolá ha respondido con la misma fuerza de que impedirán el paso de una sola gota de petróleo por el Estrecho de Ormuz.

 

El conflicto en el Golfo Pérsico y en el Estrecho de Ormuz ha ido escalando: de la cuasi guerra del mes de junio último, se ha agudizado hasta llegar a un mutuo derribo de drones y, últimamente, a la confiscación  de un buque-tanque petrolero inglés, el Stena Imperio, y por parte de los ingleses, también un buque-tanque iraní que, según los británicos, se dirigía a Siria.

 

En una situación como la protagonizada por Estados Unidos e Irán es muy fácil ser profeta milenarista, sin embargo, es preciso considerar que a ninguna potencia hoy le conviene el cierre del Estrecho de Ormuz, pues provocaría una crisis económica mundial. A su vez, si explotase por error humano una tercera guerra mundial, (aún los historiadores ignoramos cuál fue la verdadera causa de la primera guerra mundial), no estaríamos vivos para narrar los hechos, y el género humano desaparecería, como antes los dinosaurios).

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

21/07/2019



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