Poder y Política

50 años del triunfo de Allende: Organizaciones sociales inician preparativos para celebrar y recuperar el programa de la Unidad Popular

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El 4 de noviembre de 1970 Salvador Allende asumió la presidencia de Chile con un programa de transformaciones sociales y económicas que concitaron la admiración del mundo entero. Tras haber ganado las elecciones el 4 de septiembre de aquel año con el 34 por ciento de la votación, fue ratificado por el Congreso en medio de la conmoción nacional provocada por el asesinato del general René Schneider por un comando fascista. 

 

El inicio del gobierno de Salvador Allende es también el comienzo de la conspiración para derrocarlo y el germen de la tragedia, pero marca el proceso más virtuoso de la historia de Chile con transformaciones que buscaban la inclusión social y económica de la población más postergada. La historia ya ha sido escrita y el próximo año se cumplirán 50 años de aquel momento brillante que llenó de esperanza a un pueblo por siglos vapuleado.

La celebración del triunfo de la Unidad Popular y el gobierno del presidente Allende posiblemente la harán diferentes grupos, colectivos y hasta partidos chilenos aquí y en el mundo. Mayor peso y realidad tienen los preparativos iniciales de una iniciativa que busca levantar el triunfo de 1970 y rescatarlo hoy con una mirada de futuro. “De la Vía Chilena al Socialismo de Salvador Allende para un programa socialista  y popular para el Chile del siglo XXI” es la convocatoria que levantó esta semana la Fundación Latinoamericana doctor Salvador Allende, la Fundación Constituyente XXI y la Red de Comunicaciones Werken Rojo. Una invitación a la que acudieron decenas de personas, la gran mayoría representantes de organizaciones sociales y territoriales para quienes el gobierno de Salvador Allende no es solo un breve e intenso trozo en la historia de Chile sino su mayor referente político, centro de inspiración y de acción política.

 

Los diferentes gobiernos chilenos postdictadura, en connivencia con los poderes fácticos, el statu quo y los vínculos con los intereses de las grandes corporaciones han reducido la figura de Allende a un recuerdo sin duda incómodo. A diferencia de estas elites, su figura crece entre los jóvenes y los movimientos. El gran triunfo de Allende hace 50 años fue alcanzar el gobierno con un programa socialista, “con empanadas y vino tinto”, por la vía institucional y no por las armas. Un evento único en el mundo de entonces marcado por la Revolución Cubana, la internacionalización de la revolución por el Che y el ruido de fondo de los bombardeos sobre Vietnam.




Si hacemos una sencilla revisión sobre algunos de los ejes programáticos de la Unidad Popular de hace 50 años atrás, estos tienen plena vigencia en el día de hoy. No pocos afirman que son más actuales que nunca. Y ahí vamos anotando. Desde la nacionalización del cobre, la reforma agraria o el acceso a la cultura y a la educación pública se presentan hoy como demandas candentes de las organizaciones sociales. El mundo desde entonces y tras el drama de 1973 ha retrocedido, ha echado hacia atrás la historia, para alcanzar niveles de desigualdad nunca antes registrados.

Allende está más vigente que nunca

El programa de la Unidad Popular está más vigente que nunca, levanta cual proclama y sin lugar a dudas el economista y activista por los derechos sociales Patricio Guzmán. Propuestas como la renacionalización del cobre, hoy otra vez en manos de las corporaciones, o una nueva reforma agraria, que considere la actual situación en la tierra, que ha pasado desde el viejo terrateniente como clásica expresión de la oligarquía de la tierra a la agroindustria, tienen plena actualidad. Aún más, otras demandas, como las pensiones, la educación pública y la salud se inscriben en el mismo espíritu del programa.

La crítica a los monopolios fue un tema reiterado durante los años 60 del siglo pasado. Crítica y análisis necesario e inevitable para todas las categorías del inflamado marxismo de entonces. Puño en alto, pañoletas, bolso en bandolera para elevar a coro desde la Internacional al repertorio de la nueva canción chilena, uno de los hitos culturales más altos, coherentes y cohesionados del siglo XX y posiblemente en toda nuestra historia. Patricio Guzmán destaca este fenómeno porque por primera vez en generaciones logramos vernos sin los ojos del colonizador. Por primera vez supimos quiénes somos y qué queremos. Un acto de dignidad único. 

“Para nosotros no se trata simplemente de un recuerdo nostálgico. La Unidad Popular encarnó un sueño de transformaciones de carácter socialista y democráticas radicales”. Un compendio de transformaciones que apuntan hacia el socialismo, cambios que estaban en la “vía” para la creación de una sociedad por lo menos más justa e inclusiva. Y allí están los monopolios, en la tierra, la producción, la banca, como expresión del poder económico, base de la explotación y la injusticia. “El programa de la UP tenía varios ejes, en primer lugar la Reforma Agraria,la nacionalización del cobre, la nacionalización de  la banca y la gran propiedad empresarial. No se limitaban a un cambio de propiedad sino a empoderar a los trabajadores urbanos y campesinos, y darles dignidad a los pobres del campo y la ciudad”. Un proyecto truncado, un proceso real que hoy, 50 años más tarde, apenas nos atrevemos a soñar.

Levantar el triunfo de la UP de 1970 es hacerlo con el momento más alto, el proceso en el que culminan las luchas sociales del siglo pasado. Una marcha que tenía que alcanzar aquel momento guiado por Salvador Allende pero impulsado por millares de vidas, dramas y frustraciones acumuladas por varios siglos. Un trance que no se detiene y mantiene su presencia. Hoy, como hace 50 años, ya no hablamos de monopolios, pero su realidad la observamos en renovadas y amplificadas dimensiones. Esa es la visión del histórico dirigente de la Salud Esteban Maturana: cuando el mundo “está sometido a un capitalismo neoliberal depredador extremo que ha puesto a la humanidad al borde de su desaparición, es evidente que el proyecto socialista de Salvador Allende tiene más vigencia que nunca”. 

A partir de ahora y hacia el próximo año los movimientos sociales reflexionarán y volverán a colocar en su justo lugar histórico lo que significó para Chile y el mundo el triunfo de la Unidad Popular. Fueron hecho que, como dice Esteban Maturana, “conmocionaron a todo un país y sin duda alguna, a la humanidad toda. Ello en razón de las esperanzas que concitó la propuesta de Socialismo en Democracia, vale decir, construir una sociedad más justa, democrática y libertaria sin recurrir a las fórmulas concebidas como inevitables por la mayoría de los analistas y estrategas de la política”.

 

En la praxis actual, el programa no solo es inspirador, sino es una base real para la elaboración o reelaboración de documentos programáticos esenciales. Por ejemplo, explica Guzmán, frente “a la brutal concentración de la riqueza y al grave deterioro medioambiental, la necesidad de socializar la propiedad de las grandes empresas, acometer una nueva reforma agraria, recuperar las riquezas naturales, ya no solo el cobre, sino también el resto de la gran minería como el litio,  la explotación del nitrato, o las aguas dulces y de mar privatizadas”.

Bajo el lastre de estos 50 años y sus retrocesos, y qué duda nos cabe,  hay nuevas y mayores formas de explotación. “ Sin miedo ni vacilación, decimos abiertamente que el sueño de socialismo democrático y libertario sigue vigente”, declara Patricio.

 

PAUL WALDER

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