El antihéroe de La Peste, de Albert Camus, Cottar, es el único que recibe con gusto la “peste” y sus consecuencias.

La muerte, la peste y los cataclismos naturales siempre han estado presentes: virus, bacterias, pulgas, garrapatas y otras plagas, siempre son connaturales a la vida humana.

En estos días de proliferación del COVID-19, es preciso recordar que la peste y la muerte son parte de nosotros. El gran historiador Tucídides fue testigo y cronista de la peste en Atenas, en la Guerra del Peloponeso.

En Bizancio vino la peste de Justiniano, y en 500 y tanto, la más mortífera de la historia, la llamada “peste bubónica” o “peste negra”. Después de múltiples brotes y rebrotes y mutaciones del virus, en 1720, la mitad de la población de Marsella murió a causa de la peste.

En 1918, al término de la Primera Guerra Mundial, irrumpió la famosa “fiebre española”, (falso nombre, pues no se originó en España, sino en China, y que fue importada a Europa por los soldados estadounidenses el ingresar a la guerra). La “fiebre española” cobró la vida de un millón de personas en el mundo, cifra superior a las bajas en el Primera Guerra Mundial.




A quienes les gusta basarse en estadísticas, y se explican el acontecer humano por el número de muertos, la peste negra significó, en 1347, la muerte de un tercio de la población europea para unos, y para otros la mitad de vidas humanas de ese Continente.

En literatura, el tema de la peste ha generado grandes obras: en 1351, el Decamerón, de Bocaccio, magistral obra en que se burla de la iglesia católica, exalta a la mujer y, sobre todo, la sexualidad. En esta obra, los protagonistas, siete mujeres y cuatro hombres, huyendo de la peste en Florencia, propone que cada uno de los personajes invente pequeñas novelas, la mayoría de ellas burlonas y libertinas.

Gustavo Bocaccio anticipó este género de la novela en la literatura, más larga que el cuento, pero más corta que una novela tradicional. En los primeros títulos de los cien cuentos recopilados, Bocaccio hace un retrato casi perfecto de la vida durante el período de la peste bubónica. Otro de los cuentos más conocidos relata sobre la vida en un convento de monjas que, aprovechándose del hortelano, lo agotaron sexualmente hasta tal punto de que la monja superiora del convento lo citara a su oficina para gozárselo; al ser descubierta por sus compañeras, exclamó: ¡milagro! al escuchar al supuesto sordomudo el justo reclamo al estar fisiológica y físicamente agotado, por con consiguiente, no podía satisfacer tanta demanda libidinosa. La superiora y las demás monjas acordaron repartírselo declarándolo como “santo”.

En el cine, Pier Paolo Pasolini creó y dirigió una película sobra la obra El Decameron. En 1957, el cineasta Bergman realizó la película El séptimo sello, en la cual un caballero, recién regresado de Las Cruzadas, juega una partida de ajedrez con la muerte, sabiendo que iba a perder. En esta película, Bergman expresa toda su crudeza y angustia religiosa ante la muerte y resalta el silencio de Dios.

La peste, de Albert Camus, no es la más conocida entre las obras de este autor, sin embargo, durante este tiempo, en razón del COVIN-19, está batiendo un récord de ventas en todo el mundo. En el trasfondo de esta novela, Camus trasvasija en centro de su filosofía, es decir, que la existencia es absurda, pero frente a la peste, en vez de huir, hay que tratar de combatirla dignamente. El Dr. Bernard Rieux, dentro de la obra, es el Dr., santo laico, que combate con todo su entusiasmo a la muerte. Ante la absurda muerte de un niño se enfrenta al Padre Peneloux, un jesuita famoso, que atribuía la peste a un castigo de Dios, se enfrenta al buen Dr. Rieux. El cura jesuita, al constatar que la fe no da sentido a la vida, elige el camino del suicidio.

En Calígula, también de Camus, trata el tema del nihilismo, inspirado en el pensamiento de su maestro F. Nietzsche: la actitud consecuente del nihilista no es otra que la de optar por el suicidio, tema central en la filosofía para Albert Camus, y como el actor principal de la Peste, Camus elige el camino de vivir con el absurdo y de enfrentarlo dignamente. Al fin de la novela constata que los hombres son más buenos que malos.

La mejor obra histórica sobre el periodo es la del holandés Johan Huizinga el otoño de la edad media

 

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo ´confinado´)

01/04/2020



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Etiquetas: coronavirus

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