El próximo 18 de octubre se cumple un año del “Estallido social”. En esa fecha se va a definir si habrá o no plebiscito. Durante ese domingo deberían realizarse infinidad de manifestaciones, destinadas a conmemorar el primer aniversario de la mayor protesta social, jamás producida en Chile. Es el legítimo derecho a evocar la rebelión, el parto de los montes, la rabia acumulada durante siglos, cuya dimensión y alcance, nadie previó. El cataclismo, el “basta de abusos” que algunos vieron como la desaparición de los dinosaurios, quienes continúan admirando a la dictadura. El hecho, sorprendió incluso a los que protestaban. Su Majestad Imperial, desde el palacio Toesca, creía que su pueblo desbordaba las avenidas, para expresarle amor. Dicen que mientras se preparaba a viajar al oasis, lugar que nadie conoce, donde quería celebrar los tiempos mejores junto a su familia, enjugó una furtiva lágrima. Se acordó de cuando era niño y andaba en bicicleta.

Si el aniversario del 18 de octubre es tranquilo, propio de un pueblo maduro y las protestas se reducen a marchas y desfiles, manifestaciones de los gremios, de los pobladores, organizaciones sociales, y sindicales, junto a la combativa juventud, el plebiscito está garantizado. El 25 de octubre en la noche, se realizará de cuerpo presente, el funeral de la constitución de 1980. ¿Cuánta viudez y tristeza quedará en los pañuelos empapados de llanto?

¿Cómo entender que aún no es posible poner fin a las AFP, ISAPRES y a cierta banca ladrona? Ni hablar de las privatizaciones realizadas hasta el día de hoy. La constitución de 1980, pasquín ideado por la gentuza que traicionó al pueblo, debe desaparecer.

Desde NECROPOLIS (EVOPOLI) pasando por la UDI, RN y grupúsculos admiradores de la permanente encerrona, el nefasto estado de sitio, se echarán ceniza en la cabeza. Usarán cilicios, se azotarán y para ayunar, suprimirán las galletas de agua. Alegarán que los tiempos de la castidad, y van a expresarlo entre gemidos y la llantería, han sido remplazados por tiempos de lujuria. Quienes aman la poesía, podrán recordar la estrofa del poema de Jorge Manrique: “Todo tiempo pasado fue mejor”.

El 18 de octubre, el verdadero pueblo, no el lumpen, los infiltrados y los empresarios de la droga unidos en Santa Alianza, demostrará madurez, ansias de cambiar la constitución de 1980. Resabio de la dictadura cívico-militar, solo ha servido para seguir el saqueo, mientras aumenta la desigualdad.

¿Cómo entender que aún no es posible poner fin a las AFP, ISAPRES y a cierta banca ladrona? Ni hablar de las privatizaciones realizadas hasta el día de hoy. La constitución de 1980, pasquín ideado por la gentuza que traicionó al pueblo, debe desaparecer. No quemada. Puede traer a la memoria las piras de libros, que se quemaron en dictadura. Hay que realizar un funeral de cuerpo presente e ir a enterrarla en el oasis del jefe. Encima, no del jefe, se debe construir un mojón, es decir, señal que se coloca en despoblado, para servir de guía. A ese sitio puede concurrir en fervorosa procesión, la desconsolada viudez. Quiénes pactaron la permanencia de la constitución de 1980, bazofia que va a cumplir 40 años de edad, tienen que asumir su culpabilidad y pedir perdón. Como había que maquillarla, hacerle la cirugía estética, no se tocaba su esencia. Hay sinvergüenzas que aspiran a hacerle una corrección de estilo, eliminar adverbios, lugares comunes y mejorar el lenguaje castrense. No se trata de una novelita cebollenta, que por aburrida, invita a dormir.




Aquellos plumíferos y ya desplumados charlatanes que le escriben discursos al jefe, saben cómo hacerlo. Se han especializado en el arte de la manipulación. El pueblo, agobiado por la hambruna, las deudas, la galopante miseria y la incomprensión de una clase política hedonista y hedionda, lo que es lo mismo, por fin despertó. El 25 de octubre, la Constitución de 1980 será deshojada pétalo a pétalo como margarita. De producirse el 18 de octubre, disturbios, saqueos y vandalismo, el gobierno argumentará que las condiciones para realizar la consulta, han sido vulneradas.

Si lo hace, instalará la engañifa destinada a burlar la voluntad popular. De ser así, va a jugar con fuego. No se lo aconsejamos.

 

Por Walter Garib

 



El Clarín de Chile

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