Crónicas de un país anormal

El sistema de Salud Pública sobrevivió al intento de destrucción del tirano Pinochet

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El querido hermano del Presidente, José Piñera, con sus famosas modernizaciones, destruyó al Chile republicano. De los hijos de don Pepe Piñera y de su mujer, Picha Echeñique, Miguel es el único que se puede salvar, los demás han sido una fatalidad para este país, antes pobre, pero honrado, y hoy rico y corrupto.

A los que pasamos los 70 años tuvimos la suerte de participar del sistema republicano de salud, el SERMENA, (hoy FONASA) que, con muy poco presupuesto, servía por igual a pobres y ricos.

José Piñera, ministro del dictador Pinochet, privatizó las principales empresas públicas del país, para luego venderlas a precio de huevo a los empresarios, parientes y amigos de Pinochet, entre ellos, al yernísimo Julio Ponce Lerou, dueño de la empresa SOQUIMICH.

Edgardo Boeninger, consejero de Patricio Aylwin durante su gobierno, se opuso a devolver las empresas robadas al Estado por los familiares y empresarios amigos de Pinochet. De nada sirvió un informe de CORFO, que recibió el ministro de Economía, sobre la cuantía del robo perpetrado contra el Estado durante la dictadura de Augusto Pinochet.




El neoliberalismo no es sólo una teoría monetaria, tampoco económica, es una religión, que se basa en el dogma de que “el mercado es un dios”, que determina la actividad social humana. (Con razón, el mismo Papa ha condenado el capitalismo salvaje como una “doctrina” inhumana).

La aplicación del modelo neo liberal en Chile, a partir de los Chicago Boys, significó que los sistemas de Salud, de Educación y de Previsión Social, se privatizaran, entregando sucesivamente, la salud a las Isapres, que roban a sus clientes con onerosos planes y pésimos servicios que, además se han dado el lujo de excluir de sus programas a las mujeres en edad de concebir, como también a las personas con enfermedades preexistentes; (estos malditos empresarios pechoños de la salud se dan el lujo de contradecir a Santo Tomás,  que sostenía  ,  que un hombre  no pueda explotar a otro hombre).

Cuando Chile era una República, (no como ahora, una democracia protegida y bancaria), grandes médicos y con verdadera vocación de servicio público, (no servirse del público), en un país pobre, pero honrado, fueron capaces de cambiar al país que, en 1910, se caracterizaba por tener el número más alto de muerte materno-infantil, (sólo similar a Bombay). Según el famoso periodista, Tancredo Pinochet, que se atrevió a denunciar los abusos en el fundo, Camarico, del Presidente por esa época, Juan Esteban Montero, escribía que Chile era un verdadero cementerio de madres y niños, (el conocido velorio del “angelito”, coincide con esa época).

Cuando llegó a Arica el médico Juan Noé, logró combatir la peste que ya amenazaba la ciudad del nuevo territorio adquirido por Chile, mediante el Tratado de Lima, que estipulaba que Tacna fuera para el Perú y Arica para Chile, (hoy, la mayoría de los chilenos, especialmente de Arica, acuden a los servicios médicos de Tacna).

El joven médico Salvador Allende, luego de una estadía en Tacna donde Vivian sus padres cuando esta ciudad era chilena, al regresar a Valparaíso y, posteriormente, a Santiago, asumió el trabajo en la morgue, (el doctor Allende se jactaba de su conocimiento de los cadáveres que, por desgracia no podían votar a su favor en las cuatro veces en que se presentó como candidato a la presidencia). El doctor Allende, estudioso de la realidad médico-social chilena, compitió por la senaduría en Valparaíso con otro notable galeno, Jaime Barros Pérez Cotapo, (atendía a los pobres de los cerros de esta ciudad en forma gratuita). Allende, en ese tiempo tenía la suerte a su favor, pues le ganó al doctor Barros, (dicho sea de paso, fue el primer famoso maoísta chileno, lo cual le valió la expulsión del Partido Comunista, de corte soviético).

Otro de los médicos valiosos, que se cuenta dentro del grupo que construyó la salud pública chilena, fue el doctor Fernando Monckeber quien, mediante su servicio en los hospitales, terminó con la mortalidad materno-infantil.

Es preciso también nombrar a otro médico social, el doctor Eduardo Cruz-Coke, médico socialcristiano, quien fue ministro de Salud durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma y, posteriormente, candidato presidencial nominado por conservadores y falangistas, que salió en segundo lugar, después del traidor Gabriel González Videla, en ese entonces, apoyado por el Partido Comunista, al que traicionó al declararlo proscrito mediante la Ley de Defensa de la Democracia, y los borró de los registros electorales, y a sus dirigentes los envió como relegados a Pisagua.

El Presidente Sebastián ha aprovechado, (ya lo había hecho en el salvataje de los accidentados en la Mina San José, en su primer gobierno), para presentarse ante los chilenos y el mundo como el salvador de sus compatriotas, esta vez, mediante sus gestiones para comprar las vacunas necesarias a fin de inocularse contra la peste. El Presidente Piñera olvida que no está pagando la vacuna con plata de su bolsillo, sino con el dinero de todos los chilenos, (a quienes en contadas ocasiones les envía una miserable caja de alimentos, y que, a diferencia de Donald Trump, se ha negado a entregar dinero ante las necesidades de los más pobres).

Su hermano, José Piñera, intentó destruir la salud pública chilena, dejando sólo una parte como obra de caridad del gobierno para con los pobres del país. Tantas son las necesidades actuales de salud que, muchas veces, con el dinero público se enriquecen las clínicas privadas, (Las Condes, de Piñera y Mañalich, la Alemana, la Santa María, la Indisa, incluso, la Católica, que lleva el nombre de Christus, todas ellas atienden preferencialmente a los ricos, y a algunos pobres, cuyas camas e transan a precios desorbitantes, mientras que en los Pabellones de los hospitales los especialistas solamente trabajan en las mañanas, inutilizados todo el resto del día, por hecho de que, preferencialmente los anestesiólogos, prefieren trabajar en las clínicas privadas, (se ha sabido de algunos casos en que se usan los pabellones de hospitales públicos para pacientes privados, aprovechando las instalaciones en favor de los clientes de las Isapres).

Basta ya, es urgente terminar con los privilegios de las Isapres para volver a un solo sistema de salud.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

28/12/2020

 

 

 

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  1. ramon roman says:

    Esta es la realidad , don Rafa: » a la mayoría de los chilenos les da un pico el Sistema de Salud mientras no se enferman». ¿No se ha dado cuenta usted que la mentalidad actual de los chilenos es la mentalidad del beneficio individual inpregnada por más de 30 añ0s de un Sistema económico individualista?

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