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Convención constitucional: Cambia todo o no cambia nada

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 53 segundos

Los partidos opositores abusan de la paciencia del pueblo y eso puede costarles muy caro. Al filo del límite para inscribir candidatos a la Convención Constitucional, todavía resulta imposible consensuar una lista única -con participación también de líderes de opinión independientes- que permitiría derrotar a la derecha feroz disfrazada de oveja. La obstrucción de los partidos ha sido pública y evidente. Detrás de la cortina de declaraciones, reproches y acusaciones, se percibe la tradicional “ingeniería electoral” que hace polvo los ideales y reduce la política a una negociación (en el peor sentido de la palabra) para repartirse cargos y cuotas de poder.

Los partidos -PC, Frente Amplio, Federación Regionalista Verde Social, PS, PPD, PR y DC- están a punto de cometer la estafa política más colosal de la historia. Ambos extremos del arco -el Partido Comunista y la Democracia Cristiana- afirman que dos listas se complementan y representan las diferencias que separan a la oposición. Sostienen que ir separados no afectará el resultado electoral. El argumento es de una futileza increíble si se mide con el desafío histórico que significa terminar -en forma pacífica y democrática- con la Constitución de la dictadura y su andamiaje institucional. Los dirigentes partidarios saben muy bien que dos listas opositoras producirá -al menos- dos efectos mortales. Uno inmediato: la inscripción de un río de listas de organizaciones sociales y políticas ajenas a ambos bloques opositores e incluso de listas individuales que sumirán en el caos las elecciones de Convención Constitucional, gobernadores y alcaldes del 11 de abril. El otro efecto de la ceguera (y sordera) de los partidos, será una enorme abstención de rechazo a la politiquería. Este último factor puede causar un daño irreversible a la legitimidad de la nueva Constitución. Todo esto sin contar las previsibles protestas callejeras de un pueblo indignado.

Partidos que sufrieron la represión de la dictadura -como el PC, PS, PR y militantes del PPD-, tienen el deber moral de sepultar a la Constitución de 1980. Para esto se necesita superar los 2/3 que impone la camisa de fuerza del reglamento de la Convención que la colusión de partidos impuso en marzo del 2020.

¿Cuál es la frontera que separa a ambos bloques opositores? A mi juicio -aunque no se confiese-: la economía de mercado. Sin embargo, ambos bloques han disfrutado de los embelecos del neoliberalismo y ninguno está planteando proclamar una República socialista y menos una monarquía. Sus diferencias de hoy no impedirían comprometerse en una lista única para alcanzar la mayoría decisiva en la Convención. Está demás intentar demostrarlo con los partidos de la ex Concertación que se dicen anti neoliberales. Y no hay que gastar demasiadas palabras en hacerlo con la ex Nueva Mayoría (o sea los anteriores partidos más el PC). Este último publicó un libro (“El Partido Comunista de Chile y la experiencia del gobierno de la Nueva Mayoría”), en el que tuvo dos ministros y varios altos funcionarios. Uno de los autores, el diputado Daniel Núñez, miembro de la comisión política del PC, sostiene: “La presidente Bachelet pasará a la historia como la mandataria que lideró, superando el permanente boicot de la derecha, el proceso para dejar atrás el neoliberalismo con reformas que han beneficiado directamente a miles de familias vulnerables y de sectores medios” (1).

Menos de dos años después, el 18 de octubre del 2019, una rebelión social y política que sigue en curso subterráneo, rechazó a todos los partidos. Una semana después un millón y medio de personas -y casi tres millones en todo el país- marcharon en Santiago exigiendo Asamblea Constituyente. Dos meses más tarde la encuesta CEP señaló que sólo un 2% apoyaba a los partidos políticos y apenas un 3% al Congreso Nacional. Sin embargo, han sido esos actores repudiados por el pueblo los que se han adueñado de la Convención Constitucional, torciéndole la nariz al plebiscito del 25 de octubre del 2020 que rechazó la participación de los partidos y del Congreso en la Convención Constituyente.




Lo que está en juego no son pitutos más o menos en el Estado. La Convención, triste caricatura de una Asamblea Constituyente, es la oportunidad única -por vía pacífica y democrática- de cambiar los fundamentos y soportes institucionales del país para avanzar a una democracia participativa y solidaria. Es la hora de todo o nada. Se ponen a prueba las convicciones democráticas. “Chile no va a cambiar mientras las elites no suelten la teta”, afirmó hace años -en un rapto de sinceridad- el expresidente de la Sociedad de Fomento Fabril, Felipe Lamarca. El viejo conspirador confesó: “Hay que corregir el modelo…Es un sistema que sólo tiene de mercado el nombre, pero todos los poderes están concentrados, el chorreo funciona a goteo” (2).

En este momento histórico si no se conquista todo, no se consigue nada. Es la única oportunidad de retomar el camino de las conquistas sociales y políticas que el zarpazo militar-empresarial interrumpió en 1973.

El cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa convirtió el dilema en canción: “El que no cambia todo, no cambia nada” (3).

 

MANUEL CABIESES DONOSO

Fuente: Blog Punto Final

7 de enero 2021

 

(1) www.elmostrador.cl 6/1/2017.

(2) La Tercera, 9/10/2005.

(3) “Triunfo agrario”.

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  1. Gino Vallega says:

    «El que no cambia todo , no cambia nada» es un verso de la canción «Triunfo Agrario» de Armando Tejada Gómez y César Isella.

  2. Gino Vallega says:

    Enero 7 del 2021 , a 4 días de la fecha de inscripción para una elección 3 meses después , en medio de LA pandemia , el permiso para irse a vacaciones a pesar del aumento del covid19 , el tener los malls abiertos 5 días a la semana , el retiro del segundo 10% de las AFP’s que procuró alivio a los que aún tienen dinero AFP para las fiestas navideñas y año nuevo………el delincuente a cargo mete su TPP de urgencia al senado que mira sus segundas casas de vacaciones con ojos largos……..no hay encuestas en verano , nadie le va a preguntar a la «gallá» si se preocuparon de pensar en EL PROCESO más importante de los últimos años ( El Proceso parece ir como lo escrito por Kafka ?) y si los «caudillos-timoneles» hicieron algo para intentar aplacar al pueblo que……está de verano ? Ojalá me haya equivocado en la fecha límite de inscripción y haya aún tiempo de………de un milagro? Un haikú dice=
    Un pesimista
    es un optimista
    bien informado
    y tal vez las respuestas que leo y escribo estén haikuseadas ( tb. se puede escribir al vesre).

  3. Felipe Portales says:

    Son increíbles el voluntarismo y el negacionismo extremos que expresan el artículo. ¡No hay ninguna percepción de que desde 1989 han cogobernado dos derechas en nuestro país y que en la legitimación, consolidación y perfeccionamiento del modelo neoliberal impuesto a sangre y fuego por la dictadura jugó un rol fundamental la derecha concertacionista, especialmente entre 1990 y 2010! De allí la extraña sorpresa manifestada por Manuel Cabieses de la conducta desarrollada por la ex Concertación desde el 15 de noviembre.

    Tampoco se revela percepción alguna de que el plebiscito del 25 de octubre constituyó la primera fase del gigantesco y engañoso fraude montado el 15 de noviembre de 2019 -y confirmado por la Reforma Constitucional aprobada en diciembre de ese año- en que se le hizo creer a los chilenos que con dicho plebiscito se estaba zanjando la posibilidad de aprobar una nueva Constitución por una Asamblea Constituyente; cuando en realidad se los estaba engañando miserablemente al no decirles que cualquiera de las «opciones» presentadas (Convención mixta o universal) significaban ratificar el quórum fraudulento de los dos tercios ideado maquiavélicamente en el funesto acuerdo del 15 de noviembre.

    Es evidente que con este proceso nada importante puede cambiar; al igual que en 2005 en que ya las dos derechas acordaron una «nueva» Constitución suscrita por Lagos y todos sus ministros y que fue definida de modo exultante por el propio Lagos el 17 de septiembre de ese año como «un gran día en que se formalizaba finalmente una Constitución democrática que ya no dividía más a los chilenos».

    • Mucho de cierto es lo que comenta y muchas las evidencias de que suceda algo parecido en esta oportunidad. Es posible que la ambición de estas cúpulas sea tanta que no trepiden en causar un daño que demoraría decenas de años superar. El mundo político y empresarial, corrupto y coludido provocará que el pueblo refrende el «BASTA» iniciado el 18O, con consecuencias impredecibles. Lo lamento profundamente por la juventud chilena.

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