Voté por Él

¿Cómo negarlo en estos instantes de zozobra, mientras reina la anarquía y todos lo vilipendian? Hasta los borregos, sus fieles aliados, hace meses que lanzaron su retrato al inodoro. Desagradecidos. Es una vergüenza que huele a traición, cuando la lealtad debe demostrarse, a la hora de la estampida. Quienes, y lo manifiesto con orgullo, continuamos apoyando su gestión patriótica, desligada de sus intereses personales y económicos, debemos dar la cara. ¿No estimuló acaso los créditos, la entrega de tarjetas para comprar autos, una casa y viajar a Disneylandia? Abrió la economía al desamparado. Cáfila de ingratos chupamedias, y esa gentuza que alardea de ser de clase media, se han convertido en sus odiosos censores. No han sabido responder a la generosidad de un presidente, populista-capitalista-empresarial-emprendedor.

En mi escritorio, continúo teniendo su retrato que me dedicó. Sigo siendo leal a su gestión. Si hay quienes desean su renuncia, otros, donde me incluyo, anhelamos verlo finalizar su mandato en 2022, con un apoyo abrumador. Se lo merece, rodeado del amor y comprensión de un pueblo agradecido, que volvería a votar por él. Estos oscuros momentos —no quiero decir, pésimos momentos, pues sería una injusticia— donde los mayores culpables se llaman estallido social y coronavirus, han ensombrecido su gestión de gobernante.

A Trump, por ejemplo, lo derrotó la pandemia. De lo contrario, le habría dado una paliza a míster Joe Biden. Examine usted cuanto sucede en Francia, Italia, España e Inglaterra y entenderá nuestro análisis. En cambio, él ha fortalecido su espíritu de servicio público. Basta una muestra. Se metió la mano al bolsillo y en un gesto de cristiana generosidad, le obsequió al pueblo un 10% y enseguida, otro 10% de sus ahorros de las AFP, para que disfrute de una Navidad y Año Nuevo, como es usual en nuestra cultura. ¿Quién otro se habría desprendido de semejante suma? Bien es sabido, que el dinero lo va a recuperar en un trimestre, pero esta es otra historia. En las noches, casi no duerme, mientras escucha la voz del pueblo, gritando a voz en cuello: “Nada de espera y abra la billetera, vamos a la tercera”. Es decir, al tercer retiro de otro 10% de las AFP. ¿Resistirá el jefe al clamor popular, a la voz de su amada Clase Media?

Al escuchar sus discursos poéticos en las campañas realizadas a lo largo de Chile, quedé seducido por su generosidad, la autenticidad y franqueza de sus palabras. Nadie como él habla al corazón de la ciudadanía, a la olvidada clase media. La rescató del injusto olvido, postergada por teorías populistas. Estremece su encendido verbo, las metáforas y el prodigio de sus enseñanzas doctrinarias. “Yo daría mi vida, si fuese necesario, por defender la vida de quienes son abusados”. Ignoro si alguna vez lo dijo, y si lo dijo, conmueve el tono de tanta grandeza espiritual. Le habla a esa mayoría silenciosa, que ha sido engañada por una izquierda desdibujada, andrajosa, que sólo se preocupa del bienestar de ellos. Se olvidaron de la “pobla” y la chusma, donde aprieta la miseria y se vive la verdadera realidad.

Apenas asomó el coronavirus, instruyó a sus empleados a obsequiar cajitas de alimentos por doquier e instalar ollas comunes a lo largo del país. Alhajó el Espacio Riesco, entre otras dependencias, para recibir a quienes contrajeran el virus. Desde luego, a las personas de más bajos ingresos. Postergó las compras suntuosas del gobierno, sea en comestibles, vinos, delicadezas y suspendió las reparaciones de las alcantarillas de la Moneda, a punto de inundarse de caca, con el perdón de los puristas.

Es de falsedad absoluta, que es la SOFOFA la encargada de gobernar el país. Semejante infundio, no resiste análisis alguno. Continuaré apoyando al jefe hasta el 2022, y seré el primero en respaldar su tercer mandato. Ojalá a mi llamado se unan millones de voluntades en esta cruzada de amor y reconocimiento, hacia quien aplica la sabiduría en cada acto de su gestión como presidente-empresario.

Por Walter Garib