Poder y Política

¿Podría una posición “antinmigración” convertirse en un comodín para una eventual candidatura de José Antonio Kast?

En estos días ha surgido nuevamente el nombre de José Antonio Kast y su Partido Republicano, irrumpiendo con un pacto electoral con los partidos de la coalición de centroderecha, Chile Vamos, exhortando a un frente común contra la izquierda. Lo interesante de dicha irrupción, más allá de las polémicas entre los actores políticos en su interior, es su probabilidad de alcanzar la presidencia de Chile. Y esto no es algo baladí.

El discurso de Kast, con características simplistas, binario, basado en la idea de orden y unidad, en el contexto actual, podría abrirle una ventana de oportunidades, y captar la intención de voto de determinados sectores de la ciudadanía, que consideran el orden como un valor supremo como también a los asustados por la pérdida de identidad nacional. Con ello queremos decir que estas ideas pueden ampliarse más allá del “bot” recurrente en las páginas de Facebook, con su iteración de teorías conspirativas y su antiizquierdismo visceral.

Si bien en el eje estado-mercado, Kast supone una radicalización del modelo de libre mercado, podría tener una propuesta a su favor, la cual influya a una votación mayor. En ese sentido, lo que podría aumentar las posibilidades de triunfo de este actor de derecha radical es el discurso antiinmigración. En el marco actual de aumento de la inmigración regional, ocurrida en estos últimos años en Chile, y en la difusión permanente de los medios de comunicación masivos de asociar delincuencia con “inmigrantes”, podría convertirse en un caldo de cultivo para incidir rápidamente en la noción de la “amenaza” extranjera. Así es como comenzó el leit motiv de muchos partidos de extrema derecha en Austria (FPÖ), Alemania (AfD), España (VOX), entre otros. (Incluso, Kast tuvo reuniones con dirigentes del partido VOX en Madrid, con intervenciones televisivas en el canal neofranquista, Intereconomía, en junio del 2019). En el ámbito latinoamericano, un análogo a estos discursos sería Jair Bolsonaro en Brasil.

Quiero llamar la atención de que las ideas de Kast no son ajenas a lo que normalmente se lee y escucha diariamente en las redes sociales y en la calle (el discurso antiizquierdista, antipartidos, punitivo ante la protesta social, los mapuches y la delincuencia). No obstante, vuelvo a reiterar, el discurso antiinmigrante podría traerle grandes réditos a Kast y su partido, e incluso ampliar sociológicamente su electorado hacia sectores de clase media y baja, insatisfechos con el sistema económico y político de estos últimos años (recordemos que en la última elección presidencial de 2017 obtuvo un 8% de los votos). Ello, por cierto, haría que Kast se desprendiera de su carácter de élite (ex senador por la UDI) hacia una imagen más outsider.

Todo lo anterior, en un marco creciente en redes sociales o en la calle, de discursos contra los emigrantes, los cuales son asociados a delincuencia, narcotráfico, con argumentos como: “están transformando los barrios”, “se ve mucho negrito ahora”, “hay puros venezolanos”, “Antofalombia”, etcétera. Y si a ello se le suma la percepción de “ocupación de puestos laborales”, puede ser caldo de cultivo para el surgimiento de ideas radicales y de prácticas extremistas. Al respecto, el politólogo Cristóbal Rovira ha señalado que es posible que las próximas presidenciales del 2022 gane un candidato populista (La Tercera, 9/11/2019). En efecto, el nativismo, componente ideológico de los partidos populistas de extrema derecha, según Cas Muddle, que defiende la idea de que solo los nativos tienen que vivir al interior del Estado-nación, constituiría una idea-fuerza para un aspirante a presidente como Kast.




En virtud de lo anterior, si Kast explota esta materia sería “novedoso”, en términos programáticos, para una ciudadanía desencantada con los partidos tradicionales de izquierda y derecha, de las élites económicas, y del sistema político democrático semisoberano. Para alcanzar votos, Kast y su partido podrían apuntar a la llegada inmigratoria como causante “directo” del desempleo y del aumento de la delincuencia.

Por otra parte, un aspecto que llama la atención es el beneplácito de ciertos sectores de la coalición (UDI), los cuales le han dado entrada a Kast, con el propósito de defender materias que ellos no pueden hacerlo públicamente, y así no aparecer tan “extremos” (aunque en la práctica sí lo sean). No obstante, no se vislumbran diferencias entre los postulados y prácticas políticas entre la UDI y el Partido Republicano, sobre todo después del aplastante triunfo de la opción Apruebo. Y quizás también para RN y el gabinete del gobierno en un actuar cada vez más cuestionado (un ejemplo de ello fue la alocución del presidente Piñera, quien utilizó durante el estallido social términos de la guerra fría como el “enemigo poderoso” para justificar la brutal represión policial).

Otro asunto que no quisiéramos dejar escapar es que este tipo de actores como Kast u otras organizaciones políticas de extrema derecha no deben subestimarse. Nuestro argumento es que tanto izquierdas y derechas poseen valores y gramáticas diferentes, y muchas veces se intenta restar las ideas del contrario por su inconsistencia o contradicciones (cuestión normal en el debate político democrático). Un ejemplo de ello es el caso de la izquierda hacia la derecha, en el cual se argumenta que es un sector “sin ideas”, que no vale la pena inmiscuirse en su pensamiento (la idea del “facho pobre”, que está alienado, desde una perspectiva crítica). No obstante, hay sujetos que tienen una visión del mundo, basada en un pesimismo antropológico, el cual permite autoadscripciones a valores como el orden, seguridad, etcétera. Y además están convencidos de aquello.

Para finalizar, Kast despliega su influencia y, poco a poco, intentará convencer y ampliarse a más sectores. La estrategia de extrapolar los problemas internos del país hacia unas cabezas de turco, en este caso, emigrantes, sería un elemento a tener en cuenta, aunque, como práctica, ha estado presente históricamente en la extrema derecha chilena durante el siglo XX. Habría que observar si la ambición de poder de Kast lo pondría en ese ámbito. Por cierto, nadie consideraba a Kast dentro de Chile Vamos, en la actualidad se encuentra en su interior. En algún momento, el presidente Sebastián Piñera señaló: “Kast no es el camino para Chile, no creo en los extremos”. Veremos.

 

Por Fabián Bustamante Olguín

 



El Clarín de Chile

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  • Para ser el candidato presidencial de la Derecha, lo cual es posible aunque no sabemos que tan probable, Kast debería imponerse al candidato(a) que los grandes grupos económicos finalmente escojan. Todo esto ahora no será tan importante para la clase dominante. Ellos ya se han asegurado que la esencia de su Constitución no cambiará. Su único riesgo puede venir ahora de la acción del Pueblo en la calle. Pero este, todavía sin dirección y organización no constituye hasta ahora un real peligro a la dominación burguesa.

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