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La República de Brasil va a terminar aislada del resto de los países del mundo: cualquier gobierno que cumpla con el deber mínimo de proteger la vida de los ciudadanos debe, perentoriamente, cerrar las fronteras a los viajeros brasileros, en razón de la peligrosidad de la nueva cepa del Covid-19, originada en Manaos, (capital del estado de Amazonas). Un último estudio está probando que la mezcla de la vacuna con la nueva variante del covid-19 tendría, presumiblemente,  una capacidad letal, varias veces superior a la original.

Las medidas tomadas por el gobierno de Chile al respecto parece demasiado blandas – la mayoría de los países han cerrado sus fronteras a Brasil y a los brasileros – pues, el solo hecho de aislar a quienes provengan del país carioca, no garantiza que la cepa, originada en Manaos, penetre en Chile.

La pandemia no sólo incumbe a los médicos e investigadores del área, sino también a historiadores, sociólogos, psicólogos y políticos. Los nuevos nazis chilenos, incluso militantes de la UDI, son admiradores del carnicero brasilero, Jair Bolsonaro que, a su vez, tiene un ministro egresado de la Escuela de Chicago Paulo Guedes. (Poco se puede esperar de Piñera en cuanto a la protección del ciudadano, de ese virus mortal, pues sólo le interesan los negocios).

El gobierno de Bolsonaro ha sido desastroso para Brasil en varios aspectos: en primer lugar, al ser fanático militar rechaza y se burla del peligro del Covid-19 – la llama una pequeña gripe – y cuando se ha visto obligado a aceptar el daño causado por la pandemia, se ha dado el lujo de que “así es la vida y todos vamos a morir” y, además, trata de “maricas” a quienes pretendan protegerse con las mínimas medidas, como confinarse en sus casas o con el uso de la mascarilla; en segundo lugar, el hecho de no ordenar la protección contra el contagio del virus, en vez de activar la economía, ha profundizado la recesión; en tercer lugar, la gente ha reaccionado en contra del gobierno, por medio de manifestaciones, como marchas y cacerolazos, pidiendo la salida del gobierno del ultraderechista de ese país.




En el tiempo que lleva su mandato el Presidente Bolsonaro ha cambiado cuatro veces a los ministros de Salud, (el último, un militar de su confianza que, ni siquiera, sabe inyectar; es sabido que los militares pertenecen a esos grupos de personas consideradas retrasados mentales, salvo contadas excepciones, como la del general Carlos Prat, en Chile, o la del general Charles De Gaulle, en Francia, y de otros. Bolsonaro, que sólo llegó al grado de capitán de ejército, quiere introducir militares en todos los ministerios y demás reparticiones importantes, y sueña con repetir el golpe militar del siglo pasado, que derrocó al Presidente,  Joao Goulard.

El colapso en Brasil

 

El ex Presidente Lula Da Silva, a quien  el juez deshonesto y prevaricador, Sergio Moro, condenó en acuerdo con los fiscales, logró tomar preso al candidato que iba a ganar, de seguro, las elecciones, Luiz Inácio Lula Da Silva, (en Brasil, los jueces son tan corruptos como los parlamentarios).

La prensa de derecha, (como casi toda la del continente americano, en Chile El Mercurio y La Tercera; en Perú, El Comercio; en Argentina, El Clarín y La Nación…) es propiedad de multimillonarios, que se sirven de periodistas inmorales para que transmitan sus mensajes, que son leídos y seguidos por analfabetos funcionales que, por desgracia, concurren a las urnas, y no falta el siútico que lo llame “el soberano”.

El juez que condenó injustamente a Lula Da Silva fue presentado en la época por los pasquines como un “héroe” en la lucha contra la corrupción, y comenzó a mostrar la hilacha cuando aceptó la nominación de ministro de Justicia del gobierno de Bolsonaro, con quien no tardó en el disputar el poder, al pretender el ministro Moro la mantención en su cargo de un alto oficial de la policía.

Un juez probo anuló todos los cargos acusatorios en contra de Luiz Inácio Lula Da Silva, en principio, por fallas de procedimiento, por ejemplo, que la Causa corresponde al Distrito Federal y no al estado de Curitiba. La Corte Suprema refrendó el fallo del juez, por consiguiente, tendrá que llevarse a cabo un nuevo juicio.

Brasil ¿Quién puede detener al genocida?

Parece muy probable que Lula Da Silva pueda ser candidato a las próximas elecciones presidenciales de 2022; hasta ahora, todas las encuestas dan como ganador a Lula.

Bolsonaro, contra todo pronóstico, no ha perdido significativo apoyo popular, y mantiene aún un tercio de favoritismo en las encuestas de opinión, especialmente entre los fanáticos protestantes, (en Chile los llamamos “canutos”), que utilizan el nombre de Jesucristo para avalar sus continuos robos a gente más pobre e ingenua, que paga sagradamente el “diezmo” con la promesa “segura” de ganarse el cielo, pero que sólo enriquece a los “llamados pastores”  y a sus familias.

Debiera existir en los distintos países de América Latina una unión con el fin de aislar a Brasil y, de esta manera, abrir las condiciones para derrocar al nazi que lo gobierna, Jair Bolsonaro.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

28/03/2021

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Historiador y cronista

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