Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 32 segundos

Una sola familia ha sido la responsable de la destrucción de las Instituciones peruanas: el grupo familiar Fujimori ha logrado, en los últimos 30 años,  liquidar lo poco que restaba de la democracia en Perú.

A la llegada al poder, en 1990, Alberto Fujimori no tenía ningún plan para su gobierno: este personaje advenedizo había ganado a causa de su discurso populista y a la identificación del “japonés” con los habitantes de la sierra, y  era la venganza del andino pobre vs la Lima orgullosa y virreinal. Fujimori previo a asumir la alta magistratura de la nación, ya tenía una demanda judicial ocasionada por la evasión de impuestos. El jefe de su campaña le recomendó un abogado, Vladimiro Montecinos, (con fama de hábil manejador de asuntos judiciales); Fujimori lo contrató, primero como su abogado y, luego, como su consejero político: Fujimori era el Presidente y Montecinos, la conexión directa con los militares, que tenían un plan consistente en la instalación de un gobierno presidido por un civil, pero dirigido por los militares.

Alberto Fujimori debía enfrentar dos grandes desafíos: en primer lugar, el combate contra el terrorismo del Sendero Luminoso y, el segundo lugar, llevar a cabo un shock económico, en este caso puntual, dirigido por el Fondo Monetario Internacional, (FMI). Para combatir el terrorismo los militares requerían montar condiciones de guerra sucia, es decir, la eliminación de los distintos obstáculos provenientes de la defensa de los derechos humanos, y  acudir, por tanto, a la masacre y al exterminio; en el aspecto económico, la privatización y venta de las principales empresas del Estado, que fueron enajenadas a muy bajo precio, y adquiridas, especialmente, por consorcios extranjeros.

A cerca de cumplir dos años de su mandato, Fujimori y Montecinos destruyeron y “domesticaron” los poderes del Estado convirtiéndolos en una parte de la máquina de mafiosos y corruptos, que eran comprados y filmados por estos dos personajes.




El golpe de Estado, (abril de 1992), se marca como fecha clave de la destrucción del Estado peruano: las voces de crítica a la dictadura ya instaurada – tanto nacionales como internacionales – fueron en extremo débiles, y para disimular el caos reinante, Fujimori llamó a elecciones para un Congreso Constituyente, (Constitución aún vigente en el actual Perú, cuyas instituciones están destruidas a causa de la corrupción).

Una vez descubiertos los videos de Montecinos, en los cuales se mostraban los sobornos y los tipos de maniobras sucias, Montecinos terminó condenado a 20 años de prisión, y Fujimori que había intentado convertirse en senador para salvarse de la justicia, intentó un audaz viaje desde Japón, (a donde había huido), a Santiago de Chile. Luego de un largo proceso en la Corte Suprema, fue decretada su extradición de Chile a Perú, bajo la acusación de grave atropello a los derechos humanos, especialmente los de La Cantuta y a Barrios Altos. Fue condenado a 25 años de prisión.

La máquina destructiva de los Fujimori ya no podía detenerse, y correspondió la herencia familiar a Keiko Fujimori, hija mayor del tirano, cuyas características de inmoralidad son iguales a las de su padre; padre e hija han funcionado a la perfección en aplicar la tarea empeñada: la destrucción de las instituciones del Estado.

Desde el año 2011 Keiko Fujimori ha sido la jefa de una institución fundada para realizar acciones ilícitas, (la mafia ha estado por más de 30 años en manos de los Fujimori), y en ese año logró ubicarse en segundo lugar en las elecciones presidenciales, luego del nacionalista Ollanta Humala, a quien acusaban de estar financiado por Hugo Chávez. En 2018 volvió a postularse como candidata a la presidencia del Perú, perdiendo por sólo 40.000 votos frente a PPK, sin embargo, el Partido Fuerza Popular logró la mayoría de en el Congreso, con 74 diputados, hecho que le permitía a ese Partido utilizar la negativa de confianza al Primer Ministro y, a su vez, votar la vacancia, con sólo dos tercios de los congresistas. La labor de la mafia, en ese entonces dueña del poder en el Congreso, consistía en hacer imposible el gobierno de PPK, incluso, en el gobierno de Martín Vizcarra, sucesor de PPK luego de su vacancia.

Con tanto poder a su haber, la mafia Fujimori ahora ha podido darse el lujo de destruir el poder judicial, en manos de los “cuellos blancos” del Callao, los famosos “hermanitos”. Keiko Fujimori sigue insistiendo en que la presidencia de la nación  pertenece a la mafia familiar, y no puede soportar ser vencida por el profesor serrano, Pedro Castillo.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo))

15/06/2021

 

 

 

Síguenos:
error1
fb-share-icon0
Tweet 20



Historiador y cronista

Related Posts

  1. Germán Westphal, Ph.D. says:

    Cada día que pasa, la brecha oficial entre los votos de Castillo y Fujimori se va reduciendo.

    En la mañana de hoy, la brecha era de 44 mil 816 votos a favor de Castillo y en la tarde, a las 15:19 horas del Perú, la brecha había disminuido a 44 mil 58 votos —758 votos menos— con una diferencia entre ambos candidatos del 0.25%

    Dado el volumes de votos válidos que ha alcanzado 17 millones 627 mil 100 votos, la diferencia es ínfima, lo que podría afectar seriamente la estabilidad política-social y gobernabilidad del país.

    Las actualizaciones del conteo se pueden seguir en el siguiente sitio oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE):

    https://www.resultadossep.eleccionesgenerales2021.pe/SEP2021/EleccionesPresidenciales/RePres/T

Responder a Germán Westphal, Ph.D. Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *