En lo adelante se esperan debates a puertas cerradas en la biblioteca de la villa, aproximadamente por cinco horas, primero en formato reducido, donde junto a los mandatarios solo participarán los jefes de las diplomacias de ambos países y los traductores.
La reunión continuará en un formato más amplio, a la que asistirán cinco representantes de cada país para debatir sobre los diferentes conflictos regionales anunciados en la agenda del encuentro.
Durante la cumbre, se espera una discusión sustantiva de temas clave de cooperación bilateral en las esferas política, económica, científica y técnica, ambiental, humanitaria, entre otras. Se prestará especial atención a los problemas de estabilidad estratégica y de seguridad de la información.
También tendrá lugar un intercambio de puntos de vista sobre temas de actualidad de la agenda internacional y regional, incluida la situación en Oriente Medio, Siria y Libia, en torno al programa nuclear iraní, el conflicto afgano, la situación en la península de Corea y la posible cooperación en el Ártico.
Aunque la cumbre ha despertado muchas expectativas a nivel internacional y ha sido considerada necesaria, los expertos no auguran grandes resultados de la reunión, teniendo en cuenta las brechas de puntos de vista e intereses entre ambos países.
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se han degradado durante los últimos años, sobre todo en los últimos seis meses de la administración Biden, en los que Washington aprobó dos paquetes de sanciones contra Moscú y se han registrado diversos intercambios de acusaciones.
En 2017, el gobierno estadounidense anunció de manera oficial que ve a Rusia como un ‘enemigo’ y ‘la principal amenaza para la seguridad nacional’.
La parte rusa ha declarado repetidamente su disposición, junto con Estados Unidos, a emprender esfuerzos para mejorar las relaciones en un diálogo basado en los principios de igualdad y el respeto mutuo.