Nuestra Región Latinoamericana

Cuba y el tabú de las izquierdas  

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 40 segundos

A propósito de las recientes protestas en Cuba, en la cual el gobierno de Miguel Díaz-Canel ha hecho un llamado explícito a sus partidarios a salir a las calles a enfrentar a los manifestantes, se ha abierto una nueva oportunidad para posicionarse críticamente sobre lo que ocurre en la isla, más allá de las posturas reduccionistas clásicas, que siguen reproduciendo esquemas políticos binarios,  que le hacen un flaco favor a la posibilidad de pensar alternativas y salidas transformadoras a la crisis actual.

Una crisis que ha sido agravada por las consecuencias de la pandemia, en donde el turismo ha sido afectado considerablemente, lo que económicamente es dramático, ya que ese sector aporta el 10% del PIB y el 11% del empleo. Lo que termina afectando enormemente los ingresos del Estado y las importaciones de alimentos, que equivalen al 70%.

En consecuencia, esto ha generado escasez de alimentos básicos, cortes en el servicio eléctrico y también un colapso en el sistema sanitario, producto del Covid 19, en donde la infraestructura de los hospitales está tremendamente deteriorada con el paso del tiempo.

El tema es que esta crisis ha derivado en protestas que podrían llevar a una inédita revuelta en Cuba, sumándose al escenario regional actual, en donde importa bien poco si el gobierno es de izquierda o de derecha, ya que lo que se trata es de interpelar al poder político existente, desde distintos movimientos  organizados (estudiantiles. feministas, ecologistas, disidencias sexuales, afros, indígenas).

Por eso, que la respuesta del gobierno cubano, reprimiendo y deteniendo incluso a figuras de la revolución y de izquierda de la isla, como son los casos de Frank García Hernández, Leonardo Romero Negrín y Marcos Antonio Pérez Fernández, debiera despertar la reflexión regional y no ser cómplice de un proceso político cerrado en sí mismo.




Planteo esto, ya que pareciera que el proceso político cubano se ha transformado con el paso del tiempo en una especie de tabú para buena parte de las izquierdas en el mundo, especialmente latinoamericanas, en donde cualquier crítica al respecto es rápidamente denostada y descartada por su carácter imperialista y contrarrevolucionaria.

Si bien es innegable la importancia crucial que tuvo la experiencia de la revolución cubana para la autonomía política de la región, siendo quizás la más influyente de todas, por sobre otros procesos políticos latinoamericanos fundamentales, no la hace un proceso sin errores y horrores en muchos sentidos.

Es verdad que históricamente los cuestionamientos hacia el gobierno de Cuba ha sido una constante de sectores conservadores (pro-estadounidenses) para desestabilizar e intervenir el proceso político interno, el cual se ha mantenido por más de 60 años, a pesar de un bloqueo criminal de parte de Estados Unidos, que solo ha generado daño a la población de la isla, como pasa con la falta de medicamentos por ejemplo.

Pero de ahí a omitir el carácter centralista, militarista, autoritario y burocrático  del Estado en Cuba, conformado estructuralmente por la partidocracia castrista, es simplemente dejarse llevar por una noción estática y esencializada de lo que ha sido la revolución en los últimos 62 años.

José Martí, uno de los más grandes antirracistas, anticolonialistas, antiimperialistas latinoamericanos y referente fundamental para la revolución cubana, ya en su momento cuestionó los efectos devastadores de la concentración del poder político, señalando que “todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en castas, con las castas, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos a perderlas, las intrigas para sostenerlas”.

Eso es justamente lo que terminó pasando en Cuba, generando un proceso de apropiación de la revolución y prohibición de la autoorganización y participación popular, en donde cualquier disidencia se transformó en un argumento perfecto para reprimir a quien pusiera en duda o plantee la posibilidad de discutir lo que dijera la casta en el poder.

De ahí que este estadocentrismo en la isla, ha bloqueado la posibilidad de permitir al sujeto popular cubano pensar y construir mundos distintos y sostenibles, en donde la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la propiedad comunitaria, la defensa de bienes comunes, la descolonización, los derechos de la Madre Tierra, la despatriarcalización, la plurinacionalidad, la autogestión y la democracia directa puedan ser horizontes posibles.

Evidentemente esa crítica no omite la persistencia de Estados Unidos por derrocar al gobierno cubano y el rol de los grandes medios de información concentrados,  que dan argumentos para una intervención militar (no así con China), pasando por alto de manera irresponsable también la soberanía del país y la autodeterminación del pueblo cubano.

Por lo mismo, lo que se trata es de acompañar el proceso cubano de manera crítica, sin caer en retóricas binarias y simplistas, que sólo terminan beneficiando a los poderes existentes, ya sea de la partidocracia cubana como del imperialismo estadounidense.

Por Andrés Kogan Valderrama
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Sociólogo en la Municipalidad de Lo Prado Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea Doctorando en Estudios Sociales de América Latina Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social Miembro del Movimiento al Buen Vivir Global https://buenvivir.global/ Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org

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  1. Gino Vallega says:

    Así como los IZ’s se destruyen entre sí en Chile , los celos de diferentes grados de «progresismo» muestran diferentes formas de criticar al régimen
    Cubano con diferentes modalidades ,desde la Yanqui-Europea , destructora y malvada hasta unas que no se sabe claramente si son a favor ó en contra , con «florituras verbales» incomprensibles.Cada cual , juzgue a su haber.

  2. Felipe Portales says:

    Es cierto que en la política, en general, se articulan mucho las opiniones más en torno a la pasión que a la razón. Pero difícilmente en nuestra América Latina encontraremos un tema más pasional que el cubano. Un tema que se pueda debatir a fondo sin entrar en la mentalidad de «hincha», o peor aún, de «barra brava». Tanto en un sentido como en otro.

  3. Nancy Echague Saavedra says:

    Lo que me queda claro es que, desde una mirada y postura critica como latinoamericanos debemos solidarizar sin vacilaciones con el pueblo cubano
    Seguramente en el seno de ese pueblo incluido su gobierno estarán buscando los caminos que les permitan mantener los logros innegables de su revolución mejorando aquellas cosas que necesitan ser cambiadas.
    El bloque de EE.UU es criminal ,el pueblo es el que sufre sus brutales secuelas .

  4. Alejandro Zuniga says:

    En realidad es un articulo interesante, pero no novedoso. Generalmente las personas que no salen de las teorizaciones pueden aportar en este campo sin aportar solucioones.Cual seria esta? quizas levantar el bloque y dejar que los cubanos puedan entonces desarrollar su economia, abrir mercados y despues de esto en igualdad de condiciones a el resto de los paises del mundo ,podemos analizar si lo hicieron bien o si fracasaron. Seguramente el autor debe considerar que en chile existe libertad de prensa , y el agua de los ciudadanos a si como su salud, y educacion estan plenamente en poder del pueblo y debe considerar ademas que en un pais donde vota para elegir a las «autoridades «el 30 % del padron electoral debe ser una democracia representativa, o sea le creo cuando su critica teorica sin propuestas ,aunque seguramente propone que se democratice al estilo norteamericano la isla,
    Leyo seguramente muchos libros por eso escribe tambien, para criticar, lo felicito por su capacidad y porpuestas

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