Debate

Discurso inaugural de la constituyente Camila Zárate, electa coordinadora de la Comisión de Medio Ambiente

Somos comunidades, somos pueblos, somos territorios, somos cuerpos de agua, somos movimiento social que luchamos por la dignidad de las comunidades y la naturaleza.

Junto al Movimiento por el Agua y los Territorios hemos estado durante años visibilizando los conflictos ambientales ocasionados por el modelo depredador extractivista, el cual ha dejado mares contaminados, territorios sin ríos, sin bosques y sin lagunas, ha generado migración climática, ha aniquilado la biodiversidad, ha destruido glaciares y ha explotado sostenidamente cuerpos humanos y no humanos. Está realidad causada por la agroindustria, las forestales, la mega-minería, la pesca industrial, las inmobiliarias y las termoeléctricas ha sido incentivada por tratados de libre comercio, y permitida por el cohecho y las prácticas corruptivas de quienes detentan el poder.

Nos encontramos en un momento histórico, en un momento de inflexión, justamente, porque vemos que el modelo neoliberal y su casta política se encuentra en su peor decadencia, sus prácticas basadas en la impunidad, en la corrupción, en el patriarcado y en el abuso de poder ha llevado a que un pueblo entero coloque sus pies en las calles para decir ¡¡basta!! siendo octubre el mejor ejemplo de rebeldía y dignidad que marcará nuestras vidas, y nos llevará hacia la lucha justa por el Buen Vivir.

Este modelo no es viable, prueba de ello es  la catástrofe ecológica, social, sanitaria, climática y política que habitamos. La cual nos insta a generar cambios estructurales, que comienzan por deconstruir el imaginario del crecimiento y el consumo, basado en la acumulación y la apropiación. Una apropiación enraizada en nuestro derecho civil, donde el estatus jurídico, entendido como “la cualidad jurídica del individuo que expresa la posición que tiene en una colectividad humana”, representa una tajante dualidad: O se es “persona” o se es –una simple– “cosa”, no hay términos medios.

Esta decisión de derecho positivo tiene un origen histórico. Fue el derecho romano, el que a modo de asegurar jurídicamente el aprovechamiento utilitarista de los animales no humanos y de los elementos de la Naturaleza (mal llamados “recursos”), no titubeó en someterlos al régimen de “las cosas” y, en particular, al de “las cosas apropiables”, respecto de las cuales se puede ejercer un derecho de propiedad. La misma propiedad que por muchos años algunos hombres tuvieron sobre los esclavos y luego sobre sus hijas y esposas. Hoy, a casi 3.000 años de esta indolente y vigente decisión, las históricas categorías de “cosa” y “objeto de derechos” se ha puesto en entredicho, aflorando debates jurídicos e innovaciones normativas que apuestan por un nuevo estatus jurídico para la Naturaleza y los animales no humanos. Se trata de un imperioso y creciente anhelo por un cambio de paradigma que amplíe el campo de la comunidad moral, donde ya no solo se ubican todas las personas humanas -sin distinción-, sino también todas las formas vivas que no pertenecen a la especie humana.




Abogamos entonces por la desmercantilización de los elementos naturales como la semilla, por la desprivatización del agua, reconociéndola como un Bien Común Inapropiable, su gestión comunitaria,  y el establecimiento de prioridades de uso, donde la recarga de las cuencas, el abastecimiento de la naturaleza, los animales, los humanos y las comunidades esté asegurado por sobre su uso mercantil. Asimismo, defendemos el reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza al resguardo y la restauración, los derechos de los animales a una existencia libre de tratos degradantes; la constitución de alternativas como la agroecología, la soberanía alimentaria, las economías locales, solidarias, ancestrales y de cuidados, que permitan superar el modelo económico extractivista. Buscamos una planificación urbana y rural con enfoque ecosistémico y comunitario que proteja bosques y todos los cuerpos de aguas que componen la red hidrográfica en los territorios, así como el reconocimiento de la plurinacionalidad, el pluralismo jurídico y los derechos colectivos.

Tenemos el diagnóstico pero también traemos las propuestas que se han gestado desde los territorios y es esta alternativa la que nos fortalecerá como movimiento social, porque la lucha será larga y digna. Somos conscientes que estamos creando las bases institucionales para alcanzar nuestras demandas, y estaremos redactando esta constitución que luego la tendrán que asumir los pueblos de esta larga franja plurinacional, porque comprendemos que los procesos de cambio social se tienen que constituir al calor de la democracia directa y la movilización social. Tenemos un mandato y ese es forjar los cimientos para cambiar el modelo, devolver lo que ha sido despojado, construir autonomía y soberanía de los pueblos y cambiar el actual Estado subsidiario y represor, para que las aguas nuevamente vuelvan a su cauce, y la alegría y la dignidad se hagan costumbre.

¡Única solución: Eco-Constitución!

20 de octubre de 2020



El Clarín de Chile

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