“Siempre llega un momento

en que no hay más remedio que arriesgarse”

José Saramago

 

Será una noticia de nivel mundial. Que se sepa, no hay antecedentes de alguna parlamentaria ciega en el mundo. Mucho menos que haya sido cegada por la policía.

El caso de la señora Fabiola Campillai en un rol de candidata a senadora no ha dejado indiferente a nadie, en especial a los carcamales que se han repartido el congreso en treinta años de arreglines, negociados, corrupción y que han dejado el país tal y como lo vemos y sufrimos en este mismo minuto.




Y, en paralelo, ha desatado un increíble y emocionante vendaval de apoyo de personas de las más diversos orígenes y condiciones.

La prensa derechista no ha dejado de mostrar su irritación subrepticia.

Una periodista preocupada por el futuro del país me preguntaba por la preparación profesional de la señora Campillai y su previsible desempeño en nada menos que la Cámara Alta. Recordemos que Fabiola completó su Enseñanza Media en el año 2019.

– Llevamos más de treinta años en manos de profesionales de alta preparación, magísteres y doctores y mire donde llegamos, fue la respuesta.

Silencio.

La práctica diaria de un modelo inhumano y corrupto, el resultado de treinta años de posdictadura, la crisis estructural que corroe el modelo, la construcción de un país esquizofrénico ha estado en manos de profesionales altamente calificados pero desprovistos de un sentido de país para todos, de patriotismo verdadero, de un genuino sentido del cristianismo que predican y jamás practican.

Tiene razón Fabiola: se requieren principios, convicciones, sentido de lo solidario y de justicia para impulsar las leyes que pueden cambiar esta cultura.

La mala noticia para los poderosos es que el próximo domingo podrían perder uno de sus escaños de gente poderosa y prepotente el que puede ser ocupado por una mujer humilde, sencilla, trabajadora, pobre, cegada por la represión cobarde de Carabineros

Peor aún: la señora Fabiola se perfila como un ejemplo a seguir por quienes no han sido capaces de llevar a la política, que es donde se toman las decisiones, los principios que dicen defender.

Fabiola ha sabido con su enorme humanidad separar su condición de víctima con la tentación humana de victimizarse.

Ella quiere representar a los suyos: a esos que trabajan toda una vida para terminar tan pobres como cuando partieron; eso mal pagados, mal jubilados, mal tratados.

Tendremos la ocasión de ver una institución corrompida por los poderosos sucumbir a la idea de la llegada de Fabiola como un anuncio de que comienza a desmoronándose el poder del que han abusado en medio siglo.

Cuando el pueblo cuando se decide, todo lo puede en la medida en que decida arriesgar la comodidad del decir.

Quizás usted no tenga todas las cosas claras para este domingo: pero si quiere que su voto sea un real castigo para los corruptos y una buena nueva para la gente silvestre, vaya y vote por Fabiola Campillai.

Pocas veces un voto tuvo tanto sentido y razón.

 

Por Ricardo Candia Cares

 



El Clarín de Chile

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