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Es lo que hay

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Kast se presenta como el mayor riesgo para este tipo de democracia: en una realmente avanzada estaría preso. Sus rasgos más notables: un ignaro, torpe y medio bobalicón a juzgar por su risa y gestos, de pocas luces y faltas de entendederas, lo hacen muy peligroso. Tanto como cambiar cosas, lo que se propone Kast es la restauración de la dictadura y perseguir a todo lo que huela a pobre, comunista, maricón, mujer e indio.

Su país ideal es una mezcla que considera las leyes que permiten tener armas en USA, la deforestación amazónica de Bolsonaro, ciudades similares a Dachau, al sur de Alemania y el Chile de Pinochet.

Sichel es un burócrata picado a vivo, como diría un choro, que explota con bastante tino aquel perfil que en ciertas condiciones da mucho rédito: el tonto pillo. Este sujeto solo quiere ser un Piñera reciclado y de segunda generación para demostrarse que no es el tonto que fue en su niñez y adolescencia. Por lo menos fue lo que trataron de hacerle creer sus cuidadores primeros.

Parisi es un pícaro que tiene la virtud de conocer a un hueón a dos cuadras y saber qué exactamente debe decirle para ungirlo. Es el hijo por excelencia de la cultura del avive, de la pasada, de zarpazo del negocio rápido, de la ganancia al paso. Un Piñera de hace treinta y cinco años. Su filosofía cardinal es: todos los días nace un hueón y el que lo encuentra se lo deja para él. Y su mayor descubrimiento: hay gente a la que le gusta que le mientan.




Campillay, con y, no con i, es la típica democratacristiana chamullenta, experta en volteretas, marrullera y, por sobre todo, olvidadiza. Sus críticas al modelo parecen provenir de alguien que recién llegó al planeta y lo obrado en decenios por su partido y por ella misma parece haber sido por alguna especie extinta de la cual solo hay trazas en los museos. Sus esfuerzos por controlar el anticomunismo que su formación en los manuales de la CIA le indica debe ser administrado con prudencia y sujeción a las condiciones, siempre termina por salírsele en medio de su risa fingida.

Marco Enríquez Ominami ama a Marco Enriquez Ominami. No entiende por qué esta chusma latina/mugrosa no termina por entender su belleza, inteligencia, formación y chispeza. Su caso lo ha hablado con cuatro presidentes y doce expresidentes de América Latina y el mundo para tratar de entender esa costumbre tan latina de no entenderlo, cosa que ni los Magrebíes que venden castañas en invierno osarían en la Francia de sus crianzas.

La ideología de MEO, sus referencias intelectuales inmediatas son las sobras incompletas de MEO, quien superó a Marx en su intento por interpretar/cambiar el mundo.

Gabriel Boric es amarillo o yellow según quien lo menciona, y el candidato hace como que el apelativo le molesta, pero en el fondo se siente muy bien en ese estatus cromático/político. Varias veces en el curso de la campaña electoral lo ha abordado un casi insuperable síndrome Jadue y ha acometido errores autoinducidos para evitar ser el candidato con mayores opciones. Para cada una de esas oportunidades su equipos se han reforzado con decenas de técnicos de la ExConcertación que han tomado en sus manos su programa y eso lo ha tranquilizado. De vez en cuando le pregunta a Grau A quién chucha se le ocurrió meterme en tamaña hueá. Pero se le pasa.

El profesor, cómo se llama, Artés, no puede controlar su tic, cómo se llama. Su posicionamiento es el premio merecido a decenios de ser mirado como carne de cogote en su cruzada maoísta/estalinista/polpotiana, que lo hacía repartir panfletos solo, con una bandera desteñida en sus manos. Lloviera, temblara o arreciara el cierzo. Es un duro de los que ya no se ven. Es un político en extinción a quien aún le luce genuino su puño en alto y no como a la gente del PC, esos revisionistas/reformistas/eurocomunistas/renovados, a quienes el gesto del puño en alto les sale más bien un ensayo para asirse bien del pasamos del Metro que no conocen muy bien.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

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Escritor y periodista

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  1. Mónica Fernández says:

    Para reír y reírse de ellxs. Pero con los resultados electorales de hoy quedamos todxs diciendo ¡exijo una explicación!
    Tiene que haber alguna, después de los varios millones que salieron a las calles exigiendo fin a tanto abuso, no hay una explicación razonable, por mucho que lxs analistas lo expliquen cada unx a su manera. Es su trabajo.

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