Columnistas

Chile aliviado: ni fascismo ni comunismo sino todo lo contrario…

¿Quién dijo terror? El domingo pasado en medio de públicos parabienes entre Boric y el “presidente” Piñera, entre Boric y “José-Antonio” Kast y entre los personajes de la elite – las dos derechas y los señoritos del FA, el miedo se disipó de una, y en menos de media hora, no había ni espectro del fascismo ni fantasma del comunismo. La República se había salvado.

 

Una gran operación mediática que logró atraer a un 5% adicional de electores, sobre todo de sectores populares que sin restricciones gritaron sus anhelos en las calles, así como los sectores medios, aunque en un tono levemente más moderado, se regocijaron, dando un aire de legitimidad al sistema político y su institucionalidad electoral. Notable.

 

Si no fuera por las franjas capturadas por el miedo, que votaron sin convicción e incluso con nauseas – una buena parte de esos 5 puntos porcentuales adicionales – y un contingente que explícitamente llamó a no votar, se diría que la potencialidad de la Revuelta en la noche de ayer ya fue definitivamente anulada.  Pero no; aunque solo estemos en los prolegómenos de una obra restauradora mayor.

 

Viene ahora la negociación, composición y duración del primer gabinete de Boric, sobre todo a la luz del boicot del transporte del día de ayer, cual anticipo de las tácticas amenazadoras que el capital puede ensayar para lograr un gabinete amable, pues en caso contrario, ya sabemos: huelga de inversiones, especulación con el dólar, fuga de capitales, apagones de redes digitales, paro del comercio, etc. Este, el capital, operará para conseguir no sólo se acomode el lenguaje si no también las intenciones un poco más allá de lo que, el ahora presidente electo, ya hizo para la segunda vuelta. Y sabemos que Boric -por más que lo remede – no tiene la estatura política de Allende para resistir las amenazas del capital criollo ni menos las del imperialismo…

Capaz que de tumbo en tumbo capitule, primero, en la política exterior – decepcionando al progresismo latinoamericano que lo ha ensalzado – y luego en la política interior, y nos comunique de súbito por cadena nacional que se equivocó y que las cadenas si son necesarias para imponer el orden, y este Gabriel mute en ese otro Gabriel, el González Videla, esta vez el del siglo XXI [1]. Tal vez la primera prueba de fuego sea el Wallmapu – una guerra que le serviría de excusa- para asir la espada, obtener reconocimiento de las FF.AA. y Policías, e inaugurar la nueva temporada de reprimendas y castigos a los pueblos. Es cierto: legitimar la ley anti-barricada y negar el indulto general a los y las presos políticos de la revuelta, no es lo mismo que imponer una nueva “ley maldita” y desencadenar la represión sobre el pueblo, pero ¿quién sabe?




En otro registro paralelo, la derecha se recuperó respecto de los resultados electorales del plebiscito: subió del 22% al 44% de la votación con una tasa de participación al alza y lo hizo en torno a la derecha más dura, a la vez que también, se recompuso la derecha concertacionista al alero del señorito. Y puesta la vista en marzo próximo, la sustitución de Piñera por un gobierno legitimado, una Convención Constituyente con nueva directiva y tareas, y con un pueblo otra vez ilusionado, no es para nada arriesgado afirmar que se ha dado un nuevo aire, al menos transitoriamente, al sistema político. Solo el parlamento será un campo de batalla ruda.

Y esta es una de las claves de la salida por arriba a la crisis política precipitada por la revuelta de octubre del 2019, pues nuevamente, significativas franjas del pueblo quedarán objetivamente expropiadas de su protagonismo en tanto lo vuelven a ceder al sistema, y subjetivamente domesticadas por ilusiones y esperanzas infundadas. No deja de sorprender la atmósfera de emociones expresadas por hombres y mujeres populares en las calles, casi con lágrimas… escenas similares a cuando ganó Bachelet – la primera mujer presidente, mujer separada y mujer víctima de violación de los DD.HH.-, o el día después del plebiscito del 88, cuando muchos abrazaron a efectivos del ejército y de la policía. ¿Cuánto durará este nuevo cuento? ¿30 años?

Difícil. Porque lamentablemente esas franjas mayoritarias se darán otra vez de bruces contra la dura realidad. Y quienes hemos estado bregando por la constitución del Pueblo como sujeto político, ajenos a todo cinismo, no podemos sino ayudar a trizar y espantar el ilusionismo, intensificar los llamados a levantarse de nuevo y a resistir la cooptación, el desarme y la represión como las hemos resistido colectivamente desde la transición hasta hoy.

Con este resultado electoral el cierre de período (político) por arriba galopa mientras por abajo la resistencia renguea, vacilante e insegura, con el peligro que las franjas populares rupturistas lleguen al plebiscito de salida otra vez resignadas a la lógica del mal menor o vulnerables al chantaje de los de arriba que, con Boric a la cabeza, conminarán al Pueblo a aceptar lo que ofrezca la Convención Constituyente o “seguir con la constitución de Pinochet”.

Pero contamos con condiciones más propicias para que ello no suceda: al menos desde octubre de 2019 las franjas populares tendencialmente se vienen politizando. Parte de ese 5% adicional que saltó de la abstención al voto forzado por la coyuntura, junto a las fracciones de la abstención activa, constituyen una reserva mínima para una primera línea capaz de sostener el espíritu rebelde de ese gran manotazo popular que fue octubre. Hay ahí un nuevo activo de organizaciones y colectivos, premunido de experiencia y memoria de luchas populares recientes, un activo que problematiza aprende, ensaya, enuncia verbos y ofrece caminos.

Sabemos que estas fuerzas son débiles, pero lo son más por dispersión y distanciamientos artificiales que por su número. La tarea es bregar inteligente y generosamente por su convergencia, su unidad, por superar el sectarismo y aunar voluntades. Y no sólo para enfrentar la crisis política en curso y sus salidas por arriba, sino además porque frenar la dinámica actual de un capitalismo que nos conduce al suicidio colectivo, se ha asomado a nuestras vidas como un ineludible imperativo ético.

 

Por Rafael Agacino

(*) Investigador independiente en temas económicos y sociales, profesor part- time y educador popular chileno.

(1) Esta figura la sugirió Sergio Rodríguez Gelfenstein: https://noticiaspia.com/de-venezuela-a-chile-de-caldera-a-boric-un-solo-chavez-y-un-solo-salvador/

 

 



El Clarín de Chile

Ver comentarios

  • La socialdemocracia NO resolvió los problemas europeos ,si de copiar se trata y está de retirada como "SDneoliberal".Es posible que en sud américa suceda lo mismo ; se puede ser progre hasta el extremo permitido por los dueños del sistema mundial. El parlamento chileno ,completamente diferente a la elección emocional presidencial ,será la barrera impasable, con un "apruebo dignidad" (PC y variosFA) sin poder. Se viene la "cocina" y los consensos?

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