Poder y Política Crónicas de un país anormal

 Invasión a  Ucrania: El invierno de la democracia liberal

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Con el triunfo seguro de la estrategia de Vladimir Putin, no sólo se asienta una “democracia” autoritaria, que no es lo mismo que una dictadura, pues no tiene las formas clásicas de la democracia liberal, o se la vacía de todo sentido. La decadencia de occidente, al menos de sus raíces enciclopédicas del siglo XVIII, está en plena extinción, (varios autores  aportan a esta crítica: Isaiah Berlín, en su obra La libertad y sus traidores, hace un buen análisis histórico del pensamiento autoritario; este libro incluye a Helvecios, Rousseau, Saint Simón y Maestre. Esta visión del pensamiento autoritario la complementan filósofos e historiadores, entre ellos Osvaldo Spengler, en la obra La decadencia de occidente, publicada en 1918, (este autor no tiene nada que ver con Hitler y el nazismo, muy por el contrario, se negó a tener entrevistas con este tirano). Más contemporáneo en el tema de la decadencia es el filósofo francés, Michel Onfray.

Respecto a las distintas religiones y el autoritarismo, en el caso de la resurrección de la vieja Rusia zarista, Putin no hace otra cosa que sobrevalorar a los cristianos ortodoxos como la base y sostén de este “nuevo imperio”, (habría que ser muy poco letrado para identificar a Putin con la antigua URSS, baste comprender que este nuevo “zar” no es más que autoritario, y se burla de la decadencia de los países occidentales envenenando a sus rivales, atacando a las diversidades sexuales y a los cambios valóricos, como el aborto, el feminismo y la libertad de Prensa, entre otros). El catolicismo, heredero de Constantino, se amolda a la perfección al autoritarismo y, por lo demás, ha perdido importancia moral a causa de la pedofilia y encubrimiento, delitos cometidos por curas y jerarcas de la iglesia. A su vez, en el caso de las iglesias evangélicas, es necesario diferenciar las clásicas de las estadounidenses: las segundas se han convertido en pilar de la ultraderecha – caso Trump, y en el sur de Latinoamérica, Bolsonaro, fundamentalmente. En cuanto al islam, no tiene visos de democracia, ni en su versión chiita, ni en la sunita.

El autoritarismo, que mantiene formas de democracia electoral, no sólo se expande en la Rusia de Putin, sino también en Estados Unidos, (durante el gobierno de Donald Trump, Presidente autoritario, no sólo tuvo muy buenas relaciones con Putin, sino también atropelló todas las formas de equilibrios de poder, propias de la democracia). Los países de América Latina han sido penetrados por China y, en menor medida, por Rusia; en el imperialismo materialista del dinero ningún líder democrático se atreve a criticar la dictadura autoritaria china, y lo catalogan como primer socio comercial, (hoy, la relación izquierda-derecha carece de todo sentido).

Una Alianza entre China y Rusia sería la constatación del predominio de Euro-Asia y Oriente, que no se limitaría sólo a la democracia autoritaria, sino también a la dictadura, sobre la base de la mantención del libre mercado, que no es más que un radical conservadurismo.




Otro de los aspectos a considerar ha sido la extensión de la pandemia, ocasionada por el Covid-19, que no tiene visos de terminar, pues las vacunas están sometidas a la libre competencia y al país que las pueda comprar, (Israel y Chile, entre otros países, ya están en cuarta dosis, mientras que algunas naciones africanas y de América Latina, están iniciando la primera vacunación). La igualdad es una utopía, así como “la idea de paz perpetua”, de Kant, en el siglo XVIII. La peste bubónica, que eliminó un tercio de los súbditos europeos, derivó en la génesis del Renacimiento y del Humanismo. Es posible que el Covid-19, por desgracia, abra el camino al autoritarismo, simulado en una democracia formal. Ya no cabe duda de que la ONU murió, pues con el veto de las grandes potencias hace inútil el Consejo de Seguridad de esa Institución.

Otra de las manifestaciones de los camioneros en Ottawa, por ejemplo, en contra de la vacuna constituye  por ejemplo de la actual hegemonía del autoritarismo, que debiera ser entendida tanto en la crisis de la democracia liberal, como también en el triunfo del absolutismo del mercado oligopólico. Quienes se dicen liberales y adoptan el liberalismo, sólo son conservadores autoritarios, (Bolsonaro y Trump se declaran amigos de la Rusia de Putin, y lo mismo está ocurriendo con líderes de la ultraderecha europea – Polonia, Hungría, Eslovaquia, Francia, Italia, España, Partido VOX, Alemania, y otros).

El fin del ciclo post guerra mundial, desgraciadamente, pienso que no es más que el comienzo de la democracia liberal y parafraseando a Berlín, “el triunfo de los traidores de la libertad”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

26/02/2022

 

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Historiador y cronista

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