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Oportunidad propicia para recuperar el cobre

El pleno de la Convención Constitucional tiene por delante la inmejorable oportunidad de devolver al Estado de Chile a través de la nueva Constitución los valiosos recursos naturales que posee, pero que en las últimas décadas han permanecido en manos privadas principalmente de grandes transnacionales que siguen usufructuando de su control de acuerdo a sus mezquinos intereses.

La propuesta popular presentada  que busca nacionalizar  empresas de explotación y exportación de bienes estratégicos, pasa a dominio nacional todos los bienes de dichas empresas y de sus filiales relacionadas con su actividad en territorio chileno, lo que el pueblo ha demandado por largos años ante la desidia de la casta política acomodada.

Ello significa a la vez la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, la que otrora fuera promulgada de manera abusiva, sin participación ciudadana, de espaldas al pueblo y destinada solo a favorecer al mercado todopoderoso y sus operadores internacionales.

Es hora de que el Estado, en representación de todos los chilenos, logre recobrar el dominio de sus inestimables recursos requeridos en el mundo que en la actualidad se regalan a privados con una generosidad digna de mejor causa. El cobre, el litio, el oro y otros constituyen un formidable patrimonio que ahora existe la posibilidad de recuperar, fortaleciendo la economía nacional e implementando políticas públicas indispensables en momentos en que la población desposeída enfrenta una severa crisis socioeconómica agravada por la pandemia.

La nacionalización del cobre por parte del gobierno del presidente Salvador Allende, en 1971, como expresión de soberanía popular, fue la más relevante medida económica de Chile en el siglo pasado. Sin embargo, el metal rojo fue desnacionalizado por la dictadura y entregado de manera graciosa, sin retribución alguna,  a poderosas transnacionales en los inicios de los gobiernos de la Concertación que dejaron al Estado con solo un 28% de su propiedad en 1990.




Al paso de los años las transnacionales se han ocupado de sumar más y más desmesuradas utilidades, sin al menos el debido pago de impuestos. Negocian y exportan a destajo con lo que se apropiaron, pero se niegan denodadamente a pagar un royalty – hay un proyecto en tal sentido en el Congreso – que sería lo mínimo.

Chile no está en condiciones de continuar entregando su patrimonio a terceros extraños,  en circunstancias de que las necesidades de la gente son múltiples y variadas. La ofensiva desatada desde la ultraderecha y el pinochetismo – y el mundo servil que gira a su alrededor, como los “amarillos” – no puede impedir que se avance en la dirección correcta.

Afrontando los enconados ataques lanzados desde el poder del dinero la propuesta popular conocida en la Convención sigue adelante. En la Comisión de Medio Ambiente vienen de ser aprobadas dos iniciativas en torno a esta materia: una de ellas acerca de la estatización de la gran minería, y la segunda sobre la renacionalización del metal rojo y otros bienes estratégicos. Resta por saltar la valla del pleno, antes del plebiscito de salida.

La ciudadanía espera que esta propuesta nacionalizadora que permitirá a los chilenos recuperar lo que es suyo sea aprobada en el pleno, aunque lloriqueen y se victimicen los grandes inversionistas que hacen su negocio. Existe una fuerte resistencia por parte de quienes defienden los intereses privados que se benefician del esquema neoliberal.

A estas alturas la “moderación” en que insisten algunos en la elaboración de la nueva Carta Magna se contrapone con las manifestaciones de las multitudes del estallido social. Las demandas de octubre se enfrentan con el actuar timorato de “en la medida de lo posible” pero es tiempo de terminar con la llamada democracia de los acuerdos y de seguir legitimando el fracaso de los últimos 30 años. Es hora de poner término a la modalidad de congraciarse con la derecha, los gremios patronales y las transnacionales, mientras arrecian las necesidades de las mayorías.

Como nunca antes el Estado está cerca de volver a contar con su más  valioso recurso de exportación,  en estos días en que la libra de metal rojo alcanza niveles históricos en los mercados internacionales. El cobre es de Chile y los chilenos, sin concesiones permanentes o transitorias, lo que debe ratificar próximamente el pleno de la Convención Constitucional.

 

 

Por Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso



El Clarín de Chile

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