El valor patrimonial del vino chileno: el lugar donde nace el vino

«Quebrad esta nuez del mundo,
este límite,
esta sed…».
Gabriela Mistral en Lagar.
El vino es el resultado de la fermentación del jugo de las uvas, esta noble bebida es donada prodigiosamente en distintos valles de nuestro territorio, dentro de los cuales los más conocidos popularmente son los del valle central. Aquí se ubican los viñedos Lagar de Codegua en el valle del Cachapoal viejo asentamiento humano que aparece mencionado por cronistas coloniales muy tempranamente en 1565 caracterizándolo como lugar de indios.
La uva fermentada es parte de nuestra historia, algunas publicaciones internacionales hoy nos otorgan el cuarto lugar entre los países productores de vino, siguiendo a Francia, Italia y España. Pues bien, el lugar donde éste nace es el lagar, este espacio es donde se pisa el fruto cosechado en las parras.hablar del lagar es hablar de un arquetipo de un origen, de ahí lo sugerente del nombre de esta viña.
Generalmente se suele atribuir gran parte de la influencia del vino a las culturas francesas y españolas, olvidándose un poco la importancia de la tradición italiana. Sin duda, esta tradición tiene una reconocida presencia por la migración de los italianos que se fueron quedando en nuestro país claramente menor a lo sucedido del otro lado de Los Andes, pero, aún así conocida es su comida, y aunque no mucho, en nuestro territorio, su producción vitivinícola.
Este proyecto consolidado hoy se encuentra en manos de la familia Piantini quienes vierten mucha pasión en todo el trabajo que implica el cultivo de los viñedos y el amor propio por entregar un producto noble que sea capaz de ser una obra significativa al momento de realizar un rito celebrativo de la vida. Un buen vino es como una obra de arte capaz de acercarnos a lo sublime desde el paladar y esto sólo es posible no sólo con trabajo y amor sino que también con sabiduría.
El reconocimiento de varios de sus vinos que van entre los 93-96 puntos en la importante guía sudamericana Descorchados pasan por el control del enólogo Diego Ortíz y el asesor Cristián Azócar. Se destaca como vino ícono a Tudor que es de la cepa Cabernet Sauvignon, la edición limitada de Syrah, Malbec y Grenache, además de sus notables blend Aluvión (60% Cabernet Sauvignon, 20% Syrah, 15% Petit Verdot, 5% Carmenere), y GSM (51% Grenache, 23% Syrah, 26% Mourvédre). La invitación a beberlos es muy sugerente dada la amplia variedad de cepas tintas que se pueden disfrutar más intensamente en esta temporada en que las hojas de las parras se van enrojeciendo y amarillando, en estas tierras «entre aguas y piedras».
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra



El Clarín de Chile

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