Con el 83 por ciento de la votación, las derechas ya se imponen en la votación para la Convención Constitucional, en tanto el Partido Republicano de José Antonio Kast pasa a ser la primera fuerza política de Chle, con más del 35 por ciento de los votos. Si sumamos la votación de Chile vamos, esas derechas han conseguido un holgado 56 por ciento, porcentaje que puede abultarse al considerar votos de la Democracia Cristiana y el Partido de la Gente. Estos dos últimos partido han registrado resultados muy por debajo de las expectativas.
En el progresismo, la coalición de gobierno logró un 28 por ciento y el Partido Comunista se convierte como la principal fuerza con casi un ocho por ciento.
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Dénle unos diez años más a los chilenos y estos van a formar y tener más partidos y movimientos políticos que ciudadanos. Aue vonaos totales.
Era difícil esperar otra cosa. La ultra derecha ha convencido a la « chusma » que el problema central en Chile es la delicuencia lumpesca (que Piñera importó desde Venezuela) y no la repartición de la riqueza y la miseria creada por la Constitución de la dictadura.
Los años de dictadura y los de la « transición a la democrácia » transformaron a gran parte de los chilenos en seres acríticos, indigentes ideológicos sumergidos en el individualismo y el consumerismo. Aterrorizados por la vida. Todo ello con la complicidad y el beneplácito de la « izquierda » que ayudó a la ultraderecha a privar a los sectores progresistas anti sistema de todo tipo de medios de comunicación de masas. Medios controlados hoy exclusivamente por la derecha y que no son más que caja de resonancia de robos de autos, tráfico de drogas, asaltos y portonazos generando pánico entre gente sin brújula ideológica. Arrivistes sin conciencia de clase.
Todo esto no va ha cambiar la distribución de la riqueza, la destrucción de el medio ambiente ni la seguridad. Vestidos con los hábitos de la defensa de la patria, la seguridad y la tradición los ultraderechista no fueron nunca más que asesinos, ladrones y vende patria. Lo seguirán haciendo mientras los « buenos ciudadanos » sigan corriendo tras los delincuentes designados por los poderosos.