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Cabalgatas en el desierto: rescatando rutas patrimoniales del desierto de Tarapacá.

Para la antropóloga Sofía Botero, “los caminos son creados por múltiples razones, pues los caminos son sin duda los ejes físicos a través de los cuales se concretan los procesos de poblamiento y se articulan las relaciones sociales y económicas que finalmente consolidan una determinada región o sociedad (Botero 2007)”.

La construcción de estos caminos implicó conocimientos diversos conocimientos pues en la zona de Tarapacá hay espacios ecológicos y geográficos distintos y se construyeron desde senderos hasta verdaderos circuitos de tránsito de caravanas que cruzaron los territorios a ambos lados de Los Andes.

De lo anterior, se desprende que a la llegada de los españoles, el actual norte de Chile era un mosaico de redes viales, lo que explica la intensa actividad económica, que hubo en esta región de los Andes (Hyslop 1984; Vitry 2000).

Una de las localidades que se encuentra en esas rutas patrimoniales, es la localidad de Huasquiña, oasis de la comuna de Huara, de la región de Tarapacá, Chile, a 150 kilómetros de Iquique.

Con una altura máxima de 2.000 metros en las cumbres de sus cerros y de origen Aymara, ha sido testigo de distintas épocas y transiciones al vivir la conquista Incaica, española y luego su anexión a territorio chileno luego de la guerra del Pacifico.




El nombre proviene por los cerros que protegen al poblado. Los españoles los asimilaron a las «Basquiña», un tipo de falda española y como los pobladores originarios no podían pronunciar esa palabra correctamente, quedo en Huasquiña.

La flora principal en la localidad es los árboles de membrillos, peras de pascua, granadas, mangos y naranjas. Una de las épocas importantes es la denominada «Poda», período en donde los membrillos deben ser podados. Se aprovecha de limpiar las heras y sectores de siembra.

También existen hierbas autóctonas del valle, como la sorona, cola de caballo, cola de zorro, cañaverales, matico y otras que están por toda la quebrada. La producción agrícola aún se realiza de manera milenaria, en forma de terrazas y regadas con el método de inundación y la fauna silvestre característica de esta zona son cóndores, gatos Colo Colo, patos, zorros entre otros.

El clima es desértico, con temperaturas que oscilan entre los 10° C. a 30° C. Los días son muy soleados y calurosos en contraste con las noches, despejadas y heladas lo que favorece, durante todo el año, la observación astronómica.

Entre diciembre a marzo acontece el denominado invierno «Altiplánico», cuando masas de aire provenientes de las amazonas producen lluvias estivales en la zona, posibilitando bajadas de agua y crecidas de ríos lo que permite que se llenen las napas subterráneas de las quebradas.

Para conectarse, las comunidades en el desierto de Tarapacá, usaban el caballo, los burros y las mulas por su capacidad de carga y resistencia a las distancias.

Luego, con la llegada del ferrocarril primero y luego con la aparición del automóvil y la construcción y pavimentación progresiva de caminos y carreteras, se dejó de lado el uso de animales para el transporte de personas y de carga.

Durante la década del 2000, Héctor Álvarez, junto a un grupo de amigos, fundaron la agrupación «Cabalgata de San Andrés de Huasquiña», que nace como una manda de fe con el patrono que consiste en la realización de una cabalgata en el mes de noviembre de cada año, que se inicia y termina en el poblado de Huasquiña.

En el poblado de Huasquiña, cuentan con una granja interactiva para que en familia disfruten de una experiencia única. Allí, los visitantes podrán alimentar, cuidar e interactuar con los diversos animales que tienen y que son criados a la antigua usanza Aymara, en corral de piedras y alimentados con alfalfa producida en el mismo poblado y también, pueden encontrar gallinas, patos, chivos, caballos y vacas

“Nuestra meta es redescubrir las rutas de nuestros antepasados, rindiendo un homenaje a los pueblos originarios de la región de Tarapacá por su sacrificio en la conquista del desierto.

Nuestra familia Álvarez Alday, proviene de una de las familias originales del poblado de Huasquiña, los Perea Ríos. Los abuelos fueron Don Antolín Perea y Porfiria Ríos. Ellos tuvieron 12 hijos, de los cuales existe una gran lista de descendientes de esta familia”, señala Alan Álvarez.

Héctor Álvarez junto a su hermano y primos se criaron desde niños en el poblado, pasando sinfines de vivencias en su infancia y juventud. Junto con Anne Alday e hijos, siguieron visitando el pueblo y aprendiendo de la cultura de Huasquiña.

“Desde los abuelos, se traspasó a toda la familia, la cultura de trabajo, cuidado y respeto al pueblo, junto con sus costumbres, celebraciones y la comunidad”, finalizó Alan.



El Clarín de Chile

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