El tiempo nos dejó en esta esquina del tiempo posiblemente para contar lo sucedido hace unos años ya.

Y tenemos que contar los sueños de los que conocimos, con los que compartimos las calles sin pedir permiso a nadie sencillamente porque eran asuntos fundamentales y enormes. Es que la vida sin sueños es la nada misma, es como andar en busca de lo que no está.

Nuestros compañeros, nuestros recordados amigos se los llevaron por aquello.

Fue el odio.

Aquella generación inquieta, que colocó sus puntos del mundo en la mesa de los vientos había nacido un poco antes del 53, pero es que había que nacer y sencillamente para proponer. Marchamos críticos con el socialista de lentes gruesos y lo hicimos. Construimos nuestros enemigos en nuestros lados y los respetamos.




No hay tinta para escribir cada vida llevada en aquellos días.

Nuestros compañeros de liceo, de bancos de la escuela o esos de la fábrica a las cinco de la tarde cuando bajábamos por las calles silbando las canciones más hermosas que estarán por siempre, porque en eso sí hemos metido mano. Se lo contamos a nuestros hijos y se encargarán que cada nota se instale en los árboles casi para siempre.

Apelo a la memoria.

No basta el papel ni el día maldito del calendario, es que nuestras vidas o una parte fundamental se fue con ellos y que necesariamente hay que rescatarla, hay que ir a buscarla en el lado oscuro de la maldad uniformada. Allí está nuestra memoria indestructible como si de una piedra centenaria se tratara.

Como lamento que sus nietos y los nuestros no puedan haberse juntado en el patio de la escuela en el recreo largo y subirse en octubre a sacar manzanas verdes y comerlas con sal.

Esa deuda la deben nuestros enemigos.

Y digo enemigos porque ellos así lo dijeron. El cielo ya estaba con sus colores de mañana y de tarde y entonces en esos años te pintaron por aquello. Calendarios completos llenos de impulsos, en que había que hacerlo todo, no había espacio para nada, todo lo casi interminable.

Y los que respiran estamos frente al calendario, con sus deudas, con sus pasajes inconclusos para irnos a cualquier tiempo para contar que aquellos que no están eran sencillamente buenos hombres y mujeres, que los seguiremos queriendo por todos los tiempos y aquello será la justa sentencia de sus culpables, los que en esas noches lo colocaron con la espalda en la injusta muralla.

No hubo tiempo para defender la verdad o lo sencillamente justo son culpables los nuevos de lo sucedido en esos tiempos, pero exigimos que cada gesto notable, generoso hasta más allá de los límites de lo posible debe ser respetado, una tarea que no pueda ser abandonada, sencillamente porque fue por aquello que se los llevaron.

Aquí cercanos al septiembre maldito, pero también que es el tiempo que apuntan las flores, nos volvemos a encontrar y abrazar a nuestros lindos fantasmas que asustan a los enemigos.

Como no recordar a Miguel, el Baucha, al Chico Pérez al Cata chico, a Liendo fusilado sin defenderse, al pelao Krause en Valdivia o a mi compañero de liceo que día a día llegábamos al liceo a la hora señalada donde el rector nos saludaba alegre. Es que esos asuntos son de toda la vida, y que sin aquellos no tendrían sentido los veranos en el rio para intentar dar esos primeros besos tan necesarios.

Colorina del alma mia

Como olvidarlos, como dejarlos en la berma del camino, en la cuneta como lo quieren los culpables. Así no son los asuntos.

Nadie pide una lágrima en alguna esquina, sencillamente pasar despacio por las calles recorridas y contar como ha sido la vida sin ellos.

No es fácil recorrer tantos años con tanto dolor, pero deben saber que se trabajó fuerte para alterar el tiempo y nuestros enemigos también llegaron al cementerio enterrar a sus coroneles y generales.

Los tiempos también se hacen testigos y esos los volvemos que se vuelvan a instalar en las esquinas, las que recorrimos con aquellos.

Son ya muchos años, pero aunque los vientos oscuros pretender ocultar lo sucedido, estamos nosotros. Nosotros somos los jueces y nos gustaría ser sus carceleros

Queridos compañeros que nos hacen falta, que los buscamos en el liceo o la escuela sepan que los recordamos como un asunto preciado, necesario, que nos caliente las manos en algún día de frío.

Sencillamente por eso los queremos.

Disculpen que no sabemos más, pero les debemos tanto algo así como seguir viviendo.

Gracias compañeros y compañeras

Infinitas gracias, pero seguimos sosteniendo que todo es posible

No los quiero en el muro de los vientos, ustedes son los nuestros, así de sencillo, es por eso que los abrazamos cada día, tan sencillo como aquello.

 

Por Pablo Varas

 

 

 

 



El Clarín de Chile

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  • Fuimos la UP y Salvador Allende. Como no recordar a tantas hermanas y hermanos......-"gente de mano caliente, por eso de la amistad"- como dice Atahualpa Yupanqui. Muchos ya se fueron y los que aún "hacemos camino al andar", los recordamos con emoción y cariño.

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