En la hermosa región de Aysén, rodeada por la majestuosidad de sus paisajes marinos, se está librando una batalla que va más allá de las aguas que bañan sus costas. En el corazón de esta contienda se encuentra un conflicto ancestral entre los derechos de las comunidades indígenas y los intereses voraces de la industria salmonera.
En el centro de la disputa se encuentran las solicitudes de Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO) para las Islas Huichas y Cisnes. Estas solicitudes, presentadas por las comunidades indígenas de Aysén, buscan asegurar un acceso legítimo y sostenible a los recursos del mar, una prerrogativa arraigada en su cultura y tradiciones milenarias.
Sin embargo, la industria salmonera ha desplegado una feroz oposición contra estas solicitudes, desatando una campaña sistemática para socavar los legítimos derechos de las comunidades indígenas. Esta ofensiva no solo ha involucrado a sindicatos laborales y políticos de oposición, sino que también ha alcanzado niveles de descalificación y amenazas personales, llegando incluso al límite del racismo.
Ante esta embestida, dieciocho organizaciones y dirigentes de Aysén, respaldados por más de 40 adhesiones de entidades nacionales, han alzado su voz en una declaración pública. En ella, desmitifican las falaces acusaciones de la industria salmonera, que pretende sembrar el miedo argumentando que la aprobación de los ECMPOs excluiría otras actividades productivas.
Es importante entender que el proceso para la aprobación de los ECMPOs está regulado por la Ley N° 20.249 y su reglamento, un procedimiento que las comunidades indígenas han seguido diligentemente durante más de una década. Estos espacios no constituyen un derecho de propiedad exclusivo, como falsamente se ha proclamado, sino que son una herramienta de conservación marina que reconoce y respeta otros usos del maritorio, incluida la pesca artesanal.
Es crucial destacar que las solicitudes de ECMPOs han respetado plenamente las concesiones de acuicultura anteriores, garantizando la coexistencia de diversas actividades en armonía con el ecosistema marino. Además, se ha reconocido y destacado el papel fundamental de la pesca artesanal, tanto en la legislación vigente como en los informes de uso consuetudinario.
En este contexto, es fundamental solidarizarse con las comunidades indígenas de Aysén, quienes están siendo sometidas a una campaña de desprestigio basada en la desinformación y la manipulación de los hechos. Debemos rechazar enérgicamente cualquier intento de menoscabar sus derechos y reconocer su legítima lucha por el bien común y la sustentabilidad de nuestros recursos marinos.
En última instancia, esta batalla va más allá de las aguas de Aysén; es una lucha por la justicia, la equidad y el respeto a los derechos fundamentales de los pueblos indígenas. Es hora de levantarse en defensa de aquellos que han sido históricamente marginados y garantizar un futuro donde todas las voces sean escuchadas y todos los derechos sean respetados en igual medida.
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Que la industria salmonera se ha regido por el principio capitalista de la máxima ganancia en el menor tiempo, es un hecho conocido, y los "daños colaterales les ha importado un rábano; pero no perdamos de vista que la argumentación crítica debe basarse en hechos reales y no en construcciones ideológicas fácilmente rebatibles.
Cuando se habla de comunidades indígenas con tradiciones milenarias ¿a quién se refieren? En todo el archipiélago austral, desde el golfo de Reloncaví al sur, los únicos "milenarios" fueron los pueblos canoeros, como los yámanas, kaweshkar y chonos, y al menos estos últimos fueron exterminados por los huilliches. Sería harto curioso que ahora pretendan adornarse y legitimarse con los títulos de sus víctimas.
Creo que no hacer esta distinción histórica corresponde a una visión muy "progre" y post moderna, que busca expiar la culpa del hombre blanco, pero que se hace desde el mismo punto de vista eurocéntrico que ve a todos los "indios" como una sola nube, todos originarios, sin considerar que cada uno de nuestros pueblos tiene su propia historia.
Atila, rey de los Hunos (años 400 dC) : "por donde pisa su caballo no. vuelve a crecer la hierba"
Salmoneras (época actual): por donde realizan sus faenas, no vuelve a crecer ni fauna ni flora marina. El mar lisa y llanamente se muere.
¿Habrá sido este uno de los temas de las tristemente célebres cenas entre ministros y grandes empresarios orquestadas por el lobbista Pablo Zalaquett?...