Debe haber sido el año 1979 o 1980.
El Partido Socialista se había dividido en el exterior: Altamirano y Almeyda.
No había internet y la censura era total. Las noticias nos llegaban confusas y fragmentadas.
La división llegó a la escuela de Derecho de la Chile, éramos los mismos pero ahora, tres tendencias
La represión en Chile era brutal y a destajo. Los campos de concentración habían cerrado sus servicios patrióticos pero las cárceles estaban abarrotadas
Carlos Vargas , estudiante de economía de la Chile me pasó el libro de Altamirano Dialéctica de una Derrota, me encantó. Pero mi confusión aumentó, ¿Quiénes eran de izquierda y quienes la derecha?
Un compañero de mas edad, de la Coordinadora de Regionales, donde yo estaba, me dijo, no les creas son los renovados son derechistas y son cobardes.
Partió de este mundo un compañero y fuimos al cementerio. Ibamos hartos socialistas y haciéndonos los w, sin banderas ni nada de eso.
Habían acribillado a un socialista, casi ciego, en su casa de La Serena, habían dinamitado a otro en La Calera, unas pocas semanas atrás. Jugábamos con fuego.
La dictadura no respetaba ni los cementerios, años después, el 19 de Abril 1988 termine en un calabozo abarrotado nos sacaron del Cementerio General
Los discursos recordaron al difunto con suaves alusiones a sus ideas.
Fue un rayo en un día  claro. Hablo un compañero delgado y alto dijo la herejía de una, hablo a nombre del Comité Central del Partido Socialista. Era un renovado.
Supe después que había sido huésped de isla Dawson. Era el valiente y siempre alegre abogado  Julio Stuardo, años después me honró con su amistad. Quedamos helados, pero contentos.
Mi confusión aumentó. Como que no eran cobardes.
Meses después estaba  leyendo la revista Hoy, filo DC y muy prudentemente disidente, no se podía mas. Estuvo también clausurada mas de una vez.
Encontré una entrevista insólita. El entrevistado hablaba  como socialista derechamente  y mencionó un concepto mas que prohibido en la República Democrática de Trabajadores.  Pobre compañero pensé, ¿para que pone la cabeza en la lineal del tren?
El boleto hacia el tormento se lo había ganado en primera clase.  Vuelo directo y sin escalas. La represión mataba, torturaba, exiliaba, al por mayor, por ahí se debe haber traspapelado su expediente
Cuarenta años después la presidenta actual del Partido Socialista me dijo debes reincorporarte al partido,   le contesté, a ti no puedo decirte que no, otro presidente me había planteado lo mismo. Me miró con cierta extrañeza, le relaté la historia de su papá.
Me comentó, sonriendo, dice que era una manera de protegerse, ahí nos reímos los dos.
Su padre , Hernán Vodanovic Schnake.
Del segundo apellido hay para escribir dos tomos
Por Roberto Avila



Roberto Avila Toledo

Abogado de derechos humanos

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