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Mirar al pasado para afirmar el futuro: Un mural completa proyecto de memoria con tributo a sociólogos caídos

Una foto desgarrada. Libros en llamas. Una silla vacía. Cuatro claveles rojos. Son imágenes que en el transcurso de los meses iban apareciendo sobre el soporte de un muro, trazadas por una mano meticulosa. En su conjunto configuran un gatillador de la memoria que grafica la magnitud del cataclismo que descendió sobre la Escuela de Sociología de la Universidad de Chile a partir del 11 septiembre de 1973.

Pinceladas, trazos y destellos de color aplicados por el eximio artista visual Francisco Maltez dieron forma a un mural de grandes dimensiones- 10 metros de altura y más de 7,5 de ancho- que se inauguró el día 24 de abril en lo que se conoce como la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), pero en su época era el Instituto Pedagógico.  La inauguración comenzó en la sala de honor de la UMCE ante 200 personas con la participación de autoridades académicas, ex alumnos de sociología y familiares, para luego trasladarse al sitio del mural, al costado de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, donde el artista comentó su obra. En primera fila, en silla de ruedas, estaba Luz Encina Silva, de 94 años, quien lleva 50 años de lucha por la verdad y la justicia a raíz del secuestro de su hijo Mauricio Jorquera Encina, estudiante de sociología detenido y desaparecido a los 19 años de edad.

El 25 de octubre del 2023 se inauguró un mural monumental que el mismo artista visual ejecutó a pocas cuadras de distancia en el campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, que visibiliza a 72 estudiantes de ciencias sociales. El enfoque del segundo mural  que se inaugura seis meses después es netamente la Escuela de Sociología y 16 personas que estudiaron sociología.[1] Ambos forman parte del proyecto “Encuentro Permanente con la Memoria”, gestionado por familiares- entre los que se destaca don Jorge Robotham Bravo- junto a ex compañeros y compañeras de aulas de aquellos a quienes se les arrebataron sus vidas. También cuenta con el apoyo de la generación actual de estudiantes de sociología a través de su Centro de Alumnos.

Francisco Maltez (arriba) y Jorge Robotham (abajo)

A diez metros de distancia del nuevo mural en todo su glorioso color hay un muro gris, solemne. Casi pasa desapercibido si no fuera por las escuetas palabras escritas en blanco sobre una franja negra: Aquí se encontraba la Escuela de Sociología de la Universidad de Chile, demolida por la dictadura. Entre ambos muros se teje un relato de desgarro y ruptura, pero también de un horizonte esperanzador que activa la memoria histórica para el presente y el futuro.

Dentro del universo de la Universidad de Chile que fue intervenido por los militares, la razzia contra la sociología y los sociólogos fue particularmente virulenta. Como en todas las facultades, muchos estudiantes fueron expulsados, algunos profesores sometidos a sumarios para comprobar su idoneidad política o simplemente despedidos. Pero aquí, además, durante un tiempo la carrera se cerró y el edificio fue demolido. Sociología fue separada físicamente y finalmente el Instituto Pedagógico fue desvinculado de la Universidad de Chile bajo el decreto ley general de universidades de 1981, que creó la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.




Con la reforma universitaria de 1968 y la Unidad Popular Sociología de fondo, anterior al golpe civil-militar, la disciplina de sociología entregaba herramientas analíticas para entender la sociedad y para mejorarla. Profesores como Clodomiro Almeyda, Marta Harnecker, Julieta Kirkwood y Enzo Faletto eran destacados pensadores de corrientes socialistas. Claudio Jimeno fue profesor de sociología al mismo tiempo que ejercía como asesor del presidente Salvador Allende. Por tanto, no es sorprendente que los y las estudiantes se veían a sí mismos como catalizadores de cambio. Tampoco es sorprendente que recayeran sobre ellos y ellas las políticas represivas de la dictadura.

Al respecto, durante el acto inaugural, Eduardo Morales, ex decano de la facultad de ciencias sociales, señaló: “Venimos de una generación que venía instalando una sociología más crítica. […] El homenaje que se hace a estos compañeros que tuvieron la valentía y el compromiso con el cambio social es absolutamente merecido y además tributa una idea que siempre estuvo entre los sociólogos: la preferencia por hacer ver las contradicciones recurrentes de la sociedad”.

Adriana Muñoz, la primera mujer presidenta de la Cámara de Diputados y luego presidente del Senado, egresó en 1971 en sociología de la Universidad de Chile.  Durante la ceremonia dijo: “De alguna manera los bellos colores, trazos y simbolismo los devuelven a este lugar. […] Allí está la principal derrota de quienes perpetraron estos crímenes. Ni callaron sus voces ni lograron borrar su memoria ni han apagado sus ideales. Por el contrario, estamos aquí para recordarlos y para seguir exigiendo justicia para aclarar y sancionar hechos como estos. Estoy segura que el mejor homenaje y reconocimiento a nuestros compañeros y compañeras es decir que desde el dolor de la pérdida, la persecución y la diáspora, los que de pie quedamos retomamos y reconstruimos su lucha tenaz, valiente y generosa hasta hacer de Chile un país libre y democrático”.

Los dos murales se originan cuando Jorge Robotham notó que en el recinto del UMCE no había vestigio de la memoria de quienes perdieron sus vidas a manos de la dictadura. Uno de ellos fue su hermano Jaime, de 23, miembro de la Regional Cordillera del Partido Socialista. En vísperas de Año Nuevo de 1975, Jaime caminaba con su gran amigo y compañero de sociología Claudio Thauby cuando agentes de la policía represiva DINA que circulaban en un auto los detuvieron violentamente y se los llevaron al recinto de detención y exterminio Villa Grimaldi. Desde entonces no se conoce ni el paradero ni el destino final de ellos. Jaime era el último de seis hermanos y ocho años menor que Jorge. “Qué me iba interesar lo que hacía un cabro chico”, comentó una vez, riéndose. Sin embargo, más de cuatro décadas después, el hermanito menor guía los pasos del hermano mayor.  Perseguir justicia por Jaime constituye un eje medular de su vida y propulsa su energética participación en instancias como el Centro Cultural 119 Esperanzas que activan la memoria histórica.

Mientras el mural del campus Juan Gómez Millas fue financiado en su mayoría por estudiantes, los recursos para el segundo mural fueron donados por los familiares y los ex compañeros de los y las estudiantes caídos. Los ex alumnos de sociología Cataluna Palma, Alfonso Guerra, Manuel Fernando Contreras, Alex Rosenfeld y el músico Gabriel Salinas fueron algunos de los que se esforzaron para llevar adelante el proyecto.

Pero Robotham no se limitó a asegurar el financiamiento. A Francisco Maltez le llamó mucho la atención que estuviera junto a él subiendo y bajando los andamios y raspando las capas de 18 años de pintura. La inconfundible firma Kochayuyo del artista se encuentra en muros a lo largo del país, pero el proceso de crear estos dos murales fue sobresaliente no solo por su potente mensaje sino también por el inmenso apoyo que recibió de parte de los y las gestores. “Fue una hermosa experiencia”, afirma.  Maltez agrega: “Creo que todos los creadores visuales tenemos una responsabilidad infinita con la gente, tenemos una responsabilidad infinita con la justicia, con la memoria. […] Lo que queremos retratar aquí es el espíritu de los jóvenes que ya no están y también de los que están que miran hacia el futuro, hacia la memoria, mirando con fuerza, empoderados y a nunca olvidar”.

Al lado derecho del mural, los rostros de dos jóvenes observan y absorben con seriedad los signos del pasado. Como ellos, Pablo González, quien este año sacará su título en sociología y cuya participación fue fundamental en el proyecto, mira hacia el futuro consciente de seguir un sendero ya forjado. “Tenemos un vínculo emocional gigante con esa generación. Buscamos lo mismo. Esperamos que cada vez que los recuerdan, sea con rabia [por los crímenes cometidos] y con anhelo de justicia, pero sobre todo que les inspire el deseo de cambio igual que les motivaron a nuestros compañeros hace 50 años”.

 

Maxine Lowy

 

[1] El mural está dedicado a Carlos Salcedo Morales, Manuel Donoso Dañobettia, Jaime Eugenio Robotham, Dagoberto Pérez Vargas, Eduardo Humberto Zeide Gómez, José Manuel Parada Maluenda, Tatiana Valentina Fariña Concha, Luis Oscar Valenzuela Leiva, Iván Renato Pérez Vargas, Claudio Thauby Pacheco, Lumi Videla Moya, Anselmo Radrigán Plaza, Claudio Jimeno Grendi, Aldo González Pérez, Mauricio Jorquera Encina y Cecilia Magni Camino.



Maxine Lowy

Periodista, editora y traductora Journalist, editor, translator Santiago, Chile

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