Durante el pr�ximo mes de junio ser� publicado el texto �ntegro.
En ella estudia Allende las escuelas vigentes en 1933 en medicina legal y criminal�stica
acerca de la personalidad del delincuente, sus or�genes y los m�todos para prevenir el
delito y rehabilitar al delincuente.
La publicaci�n del texto �ntegro de la tesis de 1933 tiene el inter�s de aportar un
eslab�n, hasta ahora desconocido, de la coherencia de Allende a lo largo de su vida con
principios de progreso social y cultural mediante el desarrollo de la democracia pol�tica
y econ�mica, el respeto a los valores humanistas y la condena de toda forma de
discriminaci�n racial y antisemitismo.
En esta tesis el joven Allende menciona las observaciones del crimin�logo italiano
Lombroso sobre la supuesta relaci�n entre los hind�es, �rabes, gitanos y hebreos y
determinados tipos de delito. Allende concluye que Lombroso no ha demostrado que la raza
influya en la delincuencia ("carecemos de datos precisos para
demostrar este influjo en el mundo civilizado", sostiene Allende).
El joven estudiante de Medicina menciona las tesis del entonces famoso endocrin�logo
Nicol�s Pende sobre los italianos del sur, los espa�oles y los ingleses en relaci�n con la
actividad del tiroides. Tras ello Allende concluye, con los profesores espa�oles Su�er y
Jim�nez de As�a, que son insuficientes, simplistas y unilaterales las doctrinas de las
escuelas endocrinol�gicas que, como las referidas al tiroides y al timo, ven en la
secreci�n interna de las gl�ndulas la �nica explicaci�n del crimen.
Allende sit�a dentro de la categor�a de "delitos colectivos" a los entonces nacientes
movimientos nazi-fascistas, que, sin citarlos por su nombre, describe as�: "la crisis
econ�mica mundial, y la inestabilidad pol�tica existente, ha creado instituciones armadas
con caracteres de partidos pol�ticos, que se combaten con suma violencia en diferentes
pa�ses".
En su tesis Allende estima que tienen una naturaleza criminal algunos l�deres de masa
que utilizan la fuerza para "imponer sus principios por sobre todas las cosas".
Sin nombrar a Hitler por su nombre, describe este fen�meno coet�neo en los siguientes
t�rminos:
"As� se explican algunos aspectos verdaderamente tr�gicos que adquieren estos delitos
colectivos, pues en las multitudes se desarrolla, con excesiva facilidad, un fen�meno
psicopatol�gico, que eminentes psiquiatras han estudiado, y que se considera como un virus
destructor. Nada m�s f�cil entonces que la influencia perniciosa que sobre las masas pueda
ejercer un individuo en apariencia normal, y que en realidad al estudiarlo nos demostrar�a
pertenecer a un grupo determinado de trastornados mentales".
Y acto seguido Allende condena el uso del terror como m�todo de Gobierno:
"La historia es propicia en estos ejemplos, y as� vemos que a la luz de la
psiquiatr�a se comprende y se justifica el extrav�o colectivo motivado por la
impulsabilidad irreflexiva de un dirigente. Y as� tenemos que Robespierre, Marat y otros
han sido clasificados en distintos cuadros patol�gicos".
Allende concluye su tesis afirmando su confianza en el libre albedr�o y la conciencia
humana de los hombres:
"Nuestro pensamiento se identifica plenamente con Mariano Ruiz-Funes, cuando dice:
'Si es cierta la frase de Taine, de que cada hombre lleva dentro de s� un Fidias capaz de
esculpir las m�s supremas grandezas, pero susceptible tambi�n de dar vida a las mayores
monstruosidades, no es menos cierto que cada sociedad modela sus delincuentes o hace a sus
hombres superiores, y que, en uno y otro caso, en lo individual y en lo social, un
imperativo �tico obliga a decidir toda actividad en un sentido de superaci�n. Si no ocurre
as�, es seguro que nuestra conciencia se gravar� con la idea de hallarnos ante un escultor
mediocre, merecedor de nuestro desden".
Alerta acerca del libelo en circulaci�n de V�ctor Far�as
El prop�sito difamatorio queda ejemplificado en el tratamiento del caso del criminal de
guerra nazi Walter Rauff.
- Silencia Far�as que el Gobierno de Allende posibilit� que Rauff fuera
interrogado el 28 de junio de 1972 en la Embajada de la Rep�blica Federal de Alemania
en Santiago por un funcionario judicial alem�n
La declaraci�n fue tomada en relaci�n con el proceso que se segu�a en Alemania contra
el oficial de las SS Bruno Streckenbach. El texto �ntegro de la declaraci�n est�
publicado por
Nizkor.
- Tergiversa el modo en que el Presidente Allende se solidariz� con Wiesenthal,
al tiempo que le explic� que el Estado de Derecho vigente en Chile obligaba al
Presidente cumplir lo dispuesto en la resoluci�n de la Corte Suprema de 1963 relativa
a Rauff
As� lo describe Simon Wiesenthal en su libro Justicia, no venganza
1, en los siguientes t�rminos:
"Rauff ten�a suerte: seg�n el r�gimen chileno de la prescripci�n no cabe inculpar a
alguien de asesinato una vez transcurridos quince a�os, y cuando la Corte Suprema en
Santiago consider� el caso hab�an transcurrido diez y ocho a�os. Por tres votos contra
dos fue rechazada la solicitud de extradici�n. Un juez de Hanover que estuvo en Chile
interrogando a Rauff en el proceso contra Pradel regres� convencido de que solamente
ser�a posible atrapar al Obersturmbannf�hrer si llegaba al poder en Chile un r�gimen
distinto.
Ocho a�os despu�s ocurri� justamente eso: el socialista Salvador Allende se
convirti� en jefe de estado. El 21 de agosto (de 1972) pude entregar al embajador en
Viena, el profesor Benadava, una carta a Allende en la que llamaba su atenci�n sobre
el caso Rauff. Allende contest� muy cordialmente, pero indic� lo dif�cil que resultaba
reabrir un caso cuando la Corte Suprema ya lo hab�a sentenciado. Ped� a Allende que
examinara la posibilidad de deportar a Rauff, que a�n no se hab�a naturalizado en
Chile: podemos tener la manera de proceder contra �l en un pa�s con legislaci�n m�s
favorable. Pero antes de que Allende pudiera contestar mi segunda carta hubo un golpe
de estado y muri� Allende".2
Son las palabras firmadas por Wiesenthal las que desmienten las que en su libelo
le atribuye Far�as, sin soporte alguno.
Hay motivos para sospechar que Far�as tambi�n hubiera podido falsificar o manipular el
texto de la carta que atribuye al Presidente Allende en respuesta a la del Sr.
Wiesenthal.
- Silencia Far�as que Pinochet protegi� a Rauff frente a quienes quer�an
someterlo a juicio
As� se puede leer en la carta que el Director del Simon Wiesenthal Center, Dr. Efraim
Zuroff, dirigi� el 23 de noviembre de 1997 a Benjam�n Netanyahu, Primer Ministro de
Israel3. Su texto es el
siguiente:
Centro Simon Wiesenthal
23 Cheshvan 5758
23 de Noviembre de 1997
Primer Ministro Benjamin Netanyahu
Jerusalem
Estimado Sr. Primer Ministro:
Recientemente hemos tenido conocimiento de que el Comandante en Jefe del Ej�rcito de
Chile y ex Presidente de este pa�s, General Augusto Pinochet, tiene el plan de visitar
Israel. Aunque ha sido invitado por "Machshirei Tenua", una compa��a privada, la visita
tiene, sin embargo, implicaciones p�blicas importantes que nos han llevado a escribir
esta carta.
El General Pinochet fue durante muchos a�os un dictador que, de modo deliberado y
sistem�tico, ignor� los principios de los derechos humanos y de la democracia.
Durante su presidencia, muchos de sus adversarios pol�ticos fueron asesinados, entre
ellos numerosos jud�os. Estos hechos son, en mi opini�n, causa suficiente para evitar
su visita a Israel, pero me permiten agregar una dimensi�n adicional que guarda relaci�n
con las actividades del Centro Simon Wiesenthal.
Durante a�os, el General Pinochet proporcion� refugio a criminales de guerra nazis que
hab�an huido a Chile, entre ellos al antiguo oficial de la SS Walter Rauff, el que
invent� los camiones con gas en los que centenares de miles de jud�os fueron asesinados
durante el Holocausto, en el campo de la muerte Chelmno, en varias partes de la Uni�n
Sovi�tica y en Yugoslavia. Despu�s Rauff actu� en T�nez y en Italia, donde jug� un papel
importante en las medidas adoptadas contra los jud�os.
Despu�s de la guerra Rauff huy� de Europa y se instal� en Chile. Estoy muy consciente
de los muchos esfuerzos realizados por el Centro Wiesenthal y otras organizaciones
jud�as, a fines de los a�os setenta y comienzos de los ochenta, para convencer a las
autoridades chilenas, encabezadas por Pinochet, de que extraditaran a Rauff a Alemania,
cuyas autoridades ten�an el prop�sito de enjuiciarlo. Pinochet, sin embargo, claramente
rechaz� acceder a esta petici�n y defendi� al criminal de guerra nazi (quien muri� en
Chile en 1984).
Desde un punto de vista moral, el Estado de Israel, como hogar nacional del pueblo
jud�o, no puede recibir hu�spedes como Pinochet, que han causado tanto da�o, pena y
dolor a los jud�os. Requiero, por tanto, su intervenci�n en relaci�n con este penoso
tema, de modo que evitemos la visita de este dictador asesino, defensor de los
criminales de guerra como Walter Rauff.
Por favor, ev�tennos esta situaci�n embarazosa.
Atentamente le saluda,
Dr. Efraim Zuroff
Director"
- Silencia Far�as lo que es p�blico y notorio, que la relaci�n de Salvador
Allende con todos los credos, creencias y etnias en Chile, sin distinci�n alguna, fue
siempre excelente, de joven y de adulto.
Todos y cada uno de los supuestos "descubrimientos" y "hallazgos" que Far�as dice
haber encontrado respecto de Salvador Allende son, igualmente, una sarta de falsedades,
sin justificaci�n alguna.
Para m�s informaci�n sobre la pr�xima publicaci�n pueden dirigirse a:
Fundaci�n Presidente Allende (Espa�a)
Tel. 34-91.531.19.89
Fax 34-91.531.68.11
D/e.: [email protected]
1
Wiesenthal (S.): Justice, Not Vengeance. N. York, Grove
Weidenfeld, 1989 1st US edition; Weidenfeld and Nicholson London 1989, pp. 62-64.
2
"But Rauff was lucky: under the Chilean statute of limitations
murder charges cannot be brought after fifteen years, and when the Supreme Court in
Santiago dealt with the case eighteen years had elapsed. By three votes to two the
application for extradition was rejected. A judge from Hanover, who went to Chile to
interrogate Rauff in the action against Pradel, returned with the conviction that it would
only be possible to get hold of the Obersturmbannf�hrer if a different regime came to
power in Chile. Eight years later just that happened: the Socialist Salvador Allende
became head of state. On 21 August I handed over to the Chilean ambassador in Vienna,
professor Benadava, a letter to Allende, drawing his attention to the Rauff case.
Allende relied very cordially but pointed to the difficulty of reopening a case when the
Supreme Court had already handed down a judgment. I requested Allende to examine the
possibility of having Rauff, who was not yet a Chilean citizen, deported: we might be
able to proceed against him in a country with a more favourable legislation. But before
Allende could answer my second letter there was a coup and Allende lost his life".
3
Una copia de este documento fue aportada por el Dr. Efraim Zuroff
en diciembre de 1998 al proceso que se sigue contra Pinochet en la Audiencia Nacional de
Espa�a, por genocidio, terrorismo y torturas.
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