El gigantesco alzamiento popular en pleno curso ya consiguió su objetivo principal. Chile tendrá Plebiscito, Convención Constituyente y Nueva Constitución. Todavía lleno de grietas y aún no reconocido por quién lo hizo posible, se ha abierto el cauce requerido para que su inmensa energía curse de modo constructivo. De manera singularmente legal y de modo razonablemente pacífico como ha sido digna tradición en Chile durante la mayor parte de su historia independiente. 

 

La institucionalidad democrática de la moderna República de Chile está naciendo como todas las criaturas. En medio de dolorosos pujos recién está alumbrando su cabeza, chorreando sangre, plascenta y mugre, entre gallos y medianoche. Ni su propia madre, estremecida por los dolores del parto se ha dado cuenta todavía de que éste ya empezó. Su padre legítimo todavía no se entera porque nadie ha tenido la decencia de comunicarle formalmente la feliz noticia. 

 

El sistema político ha mostrado hasta el momento experiencia y flexibilidad, lo que merece ser reconocido destacando el papel de sus principales gestores. Pero todavía no ha dado el paso para iniciar la recuperación de su legitimidad perdida, reconocer y establecer un diálogo directo y permanente con las organizaciones que el Pueblo se ha dado para conducir su alzamiento. Debe rendir homenaje a sus héroes caídos y hacer justicia con quienes los asesinaron. Ciertamente, empezar a tratar al pueblo con guante blanco.

 

Con respeto, el sistema político debe presentar el acuerdo alcanzado a Unidad Social y su Comité de Huelga, y atender sus observaciones al mismo. Es lo primero que hay que hacer, sin demora ninguna. Luego, con más calma pero sin demora, extender el acuerdo a los demás demandas resumidas en su Pliego. En preparación de los hitos en que el pueblo elegirá democráticamente sus nuevas instituciones. 

 

Se equivoca medio a medio quién pretenda, como sucedió al acabar la dictadura, continuar con lo mismo de otra manera, haciendo a un lado al pueblo que lo hizo posible. En aquella ocasión lo lograron porque éste venía saliendo agotado de tres años de combate heroico y doloroso. Hoy recién empieza una gigantesca irrupción popular que, llena de fuerza y juventud, no amainará hasta que logre lo que la provocó, acabar para siempre  que empezó el 11 de septiembre de 1973.




 

Manuel Riesco, 17  de noviembre 2019



El Clarín de Chile

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