¿Alberto Fernández podrá salvar a Argentina de la debacle?

Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri – los tres gobernantes no peronistas – han llevado a su país a la ruina. Macri, por ejemplo, hereda al nuevo Presidente de la República un índice de pobreza de un 40,8%, una inflación de un 55%, una baja en la actividad económica de menos un 3%, como también una cesantía de 10,6%; el dólar subió de 13%, al comienzo de su mandato, al 63%; las reservas del Banco Central se han reducido a 12 mil millones de dólares; la deuda externa es impagable, (el país está en default técnico) …

 

 Alberto Fernández sería el segundo Presidente peronista llamado a salvar a Argentina. El primero fue Néstor Kirchner, quien no sólo se dio el lujo de pagar la totalidad de pagar la deuda externa al Fondo Monetario Internacional, sino también el de estabilizar políticamente a un país que, en un corto lapso, había tenido cinco Presidentes de la República con un pueblo que gritaba “que se vayan todos…” y golpeaba al político que se atreviera a andar por las calles o pretendiera entrar a un restaurant.

 

Néstor Kirchner aprovechó la época en que China crecía a un ritmo de más de un 10%, además, pagaba muy caros el trigo y la soja argentinos. El país de este Presidente logró, incluso, a tener superávit fiscal.

 

En materia internacional Argentina, junto a Brasil, Venezuela, Chile, Uruguay y Bolivia, logró formar parte de un poderoso bloque de países latinoamericanos que se independizaron de Estados Unidos al negarse a ser parte del ALCA. Argentina y Brasil estaban a la cabeza de los países latinoamericanos.

 

El año actual, 2019, es muy distinto que a comienzos del siglo XXI: China hoy apenas crece el 6%; el precio de todas las materias primas ha bajado, sumado a que actualmente somos víctimas de una guerra comercial entre Estados Unidos y China. A Alberto Fernández no le queda otra salida que atrasar el pago de la deuda privada y pública, al menos, hasta que saque de la miseria al pueblo de Argentina. El Presidente debiera comenzar por la privada declarando cesación de pago, y luego, pactar con el FMI el pago de la deuda a muy largo plazo.




 

En los dos primeros años el gobierno debería limitarse a implementar políticas reactivadoras, es decir, invertir mucho dinero en la gente, fundamentalmente en jóvenes y adultos mayores; reactivar la Pymes y provechar el ahorro existe en las LIBAC, y claro, está, bajar las tasas de interés, (hoy están a más del 75%, es decir, ninguna persona puede recurrir al crédito con este valor).

 

El cepo no puede continuar como hasta ahora: los ciudadanos no pueden cambiar más de 200 dólares al mes, situación que preserva las pocas reservas que quedan en el Banco Central, pero paraliza el comercia internacional.

 

La economía funciona sobre la base de las expectativas: la fórmula Fernández y Fernández tiene la ventaja del apoyo popular para despertar las esperanzas de la ciudadanía en un futuro próximo de soluciones a sus problemas.

 

El peronismo, unido por la habilidad de Alberto Fernández, es el único movimiento nacido en los años 40 y 50 que sobrevive con cierto poder.

 

El APRA en Perú, de Víctor Raúl Haya de la Torre, (líder carismático y honesto que murió pobre), terminó convertida en una asociación para delinquir, cuyo líder, Alán García, se suicidó ante la posibilidad cierta de caer preso por corrupción.

 

El Movimiento Nacionalista Revolucionario, (MNR), de Víctor Paz Estensoro, que encabezó la revolución boliviana, hoy apenas representa el 0,5% de los electores. En Brasil, el Estado Nuevo, de Getulio Vargas, hace tiempo que murió.

 

En Chile, los socialistas actuales no tienen nada que ver con el idealismo de su fundador, Marmaduque Grove, y el ejemplo glorioso de Salvador Allende. En general, los socialismos del siglo XXI tienen muy poco de la herencia de Mariátegui, Haya de La Torre y Salvador Allende.

 

Es cierto que el peronismo es más que un partido político, (que se llamó el justicialismo), y es más parecido a una religión, a un estado de ánimo, a una forma de interpretar al pueblo, y en este Partido caben la derecha sindicalista, la Cámpora, (izquierda de Máximo Kirchner, y antes, Los Monteros); un derechista, como Ángel Picheto, fue candidato a la vicepresidencia de Mauricio Macri, e izquierdistas, entre ellos Kisiloff, actual Jefe de Estado de la Provincia de Buenos Aires.

 

En la Argentina de la grieta los macristas odian a los kichneristas y viceversa, (Mauricio Macri y Cristina Fernández tenían 1/3 de los votantes, y ninguno de ellos cambiaría de posición política). La habilidad de Alberto Fernández fue capaz de atraer a Sergio Masa y, de esta manera unificar al peronismo, como también la simpatía de los gobernadores justicialistas.

 

Los argentinos tienen la suerte de tener un Presidentes con capacidades de diálogo, mientras nosotros, los chilenos, tenemos que soportar a un Presidente robot, repetidor de lugares comunes, y a un títere de la UDI.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

13/12/2019

          

 

     



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