Nos encontramos en el momento más peligroso desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962. Hemos asistido a un intercambio de advertencias y amenazas nucleares a cargo de los presidentes de las dos potencias que concentran el grueso de la capacidad de destrucción masiva del planeta. Ya en febrero, Biden advirtió a Putin que si invadía Ucrania se arriesgaba a un conflicto nuclear. Por su parte, Putin declaró, una vez iniciada la invasión, que colocaba sus fuerzas estratégicas en alerta. Eso es algo que no tiene precedentes desde 1962 cuando con Kennedy y Jrushov el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear.

También en los años setenta y ochenta, con las crisis en Oriente Medio y con el despliegue de los euromisiles, hubo tensiones y alertas nucleares, pero nunca se llegó a un nivel declarativo tan explícito. Además, después del susto de 1962 las potencias comprendieron la importancia del control de armas y del desarme, comprendieron la necesidad de dotarse de toda una serie de normas de seguridad. El resultado fue toda una serie de acuerdos como el de no proliferación de 1969, para limitar la capacidad de destrucción masiva a nivel planetario, el ABM de 1972 sobre defensa anti misiles, enfocado a evitar que el despliegue de nuevos sistemas antimisiles (el escudo) se resolviera desplegando más misiles (lanzas) capaces de burlar el escudo, o el acuerdo INF sobre prohibición de armas nucleares intermedias (de corto alcance) firmado en 1987 por Gorbachov y Reagan. Todo eso hoy es historia.

Clinton disolvió la agencia de desarme y control de armas en los noventa, Bush junior abandonó unilateralmente el AMB, Obama desplegó sistemas de misiles antimisiles en Rumania y Polonia, y Donald Trump derogó unilateralmente, en 2019, el acuerdo INF después de que su responsable de seguridad nacional, John Bolton, explicara a los rusos que tal derogación no iba contra ellos sino para poder desplegar armas nucleares tácticas contra los chinos en Asia Oriental…

En este peligroso mundo ya sin acuerdos ni normas, el Presidente de Estados Unidos ha tratado ya en dos ocasiones de “criminal” y “criminal de guerra” a su homólogo ruso (que, desde luego, lo es, aunque no en mayor medida que todos y cada uno de los presidentes de Estados Unidos), un trato que ni siquiera el carnicero Stalin mereció.

Naturalmente, al lado de todo esto hay canales de comunicación, “teléfonos rojos”, entre los dueños del botón nuclear. En Washington el Pentágono mantiene un pulso con el Departamento de Estado y el complejo mediático, ambos mucho más beligerantes e irresponsables en esta materia. Biden se encuentra en medio de este cruce de influencias. En el fragor de la actual guerra hay una línea directa entre los militares del Pentágono y sus homólogos rusos para evitar incidentes y accidentes que desencadenen lo que en principio nadie desea, pero, en palabras de George Beebe, ex jefe del departamento analítico ruso de la CIA, “los peligros a los que nos enfrentamos, sin ser incontrolables, sin duda no tienen precedentes”.




A un mes de su inicio, de momento la guerra ha producido para Rusia tres cosas que Moscú quería evitar; una Ucrania definitivamente unida en su sentir antiruso, una OTAN fortalecida con países neutrales llamando a su puerta, y la revitalización del liderazgo global de Estados Unidos. “Si la guerra convencional se descontrola, el uso de pequeñas armas nucleares no podría descartarse del todo y en ese caso la guerra se extendería al conjunto de Europa”, advierte el director del Instituto de estudios globales de la Universidad de Shenzhen, Zheng Yongnian.

“La pregunta es la siguiente: ¿son verdaderamente conscientes los actuales dirigentes europeos – es decir el grupo de políticos estratégicamente más mediocre desde 1945 que hoy está al mando de la Unión Europea – de la gravedad concreta que encierra esta desgraciada crisis? Las señales al respecto no son en absoluto concluyentes.

Es cierto que la OTAN, y el propio Biden, han repetido que no van a intervenir militarmente de forma directa en Ucrania, pero el olor de la sangre del oso en el campo de batalla atrae al tiburón y la tentación puede llegarse a hacer irresistible. La semana pasada el ministro de defensa estoniano, Kalle Laanet, insistió en la oportunidad de crear una “zona de exclusión aérea” de la OTAN, algo que pondría en inevitable contacto a la aviación rusa con la de Estados Unidos y la OTAN, y cuya aplicación lleva lógicamente consigo la destrucción preventiva de sistemas rusos de defensa antiaérea, bases aéreas, etc, razones por las cuales la OTAN rechaza de momento ese escenario. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki y su segundo, Jaroslaw Kaczynski, han ido más lejos al proponer el envío a Ucrania de una “fuerza de paz” de la OTAN con efectivos polacos que tome bajo su control la Ucrania Occidental, que en gran parte perteneció a Polonia en el pasado, incluida la ciudad de Lvov (Lviv, Lemberg o Leópolis, según las diversas denominaciones). Mientras estos proyectos forman parte del debate, la OTAN ha iniciado unas grandes maniobras militares en el Ártico que obligan a Rusia a mantener la guardia en su espacio norte y dividir sus recursos.

El Kremlin inició esta invasión rigiéndose por la célebre máxima napoleónica on s’engage et puis on voit (uno se mete en la batalla y luego se decide sobre la marcha). El propio Putin comentó públicamente en febrero que su “operación militar especial” actuaría “según las circunstancias” (“по обстоятельствам”). La impresión es que esperaban que el ejército regular ucraniano se desmoronaría, que los efectivos más irreductibles y nacionalistas destacados frente al Donbass y en Mariupol, puerta para la conexión territorial con Crimea, serían aniquilados, y que en el Este y el Sur del país no habría gran resistencia popular. Con el gobierno de Kiev en fuga y el sureste controlado, se podría configurar una Ucrania no hostil al Este de la línea del Dnieper con un gobierno títere favorable a Moscú y relegando y concentrando la “Ucrania hostil” a la región occidental en la que se configuraría un estado satélite de la OTAN y fuertemente anti-ruso. La impresión es que la evolución del conflicto ha impuesto escenarios mucho más modestos a Moscú, que se concretarán según evolucionen las cosas en el campo de batalla. Pero, ¿cómo evolucionan? Es difícil decirlo porque el combate de propagandas es muy intenso. Según fuentes militares de Estados Unidos, en la segunda guerra del Golfo, los americanos tardaron un mes en llegar a Bagdad y en la primera jornada de guerra lanzaron más bombas y misiles de las que los rusos han lanzado en lo que llevamos de campaña. En cualquier caso, en Moscú parece seguir pensándose en unas partición del país. “Tendremos por mucho tiempo dos Ucranias”, decía el 15 de marzo Konstantin Zatulin, vicepresidente de la Duma para asuntos del entorno postsoviético. “Solo con una victoria habrá espacio para la diplomacia, sin ella nos enfrentaremos a las peores consecuencias como pueblo y Estado”, decía.

Por encima y a costa del sufrimiento de la población ucraniana, de la mortandad, la destrucción de edificios civiles y el éxodo, la guerra viene determinada por los objetivos de cada una de las grandes potencias enfrentadas. El politólogo moscovita Dmitri Trenin define así esos objetivos: “Para el Occidente dirigido por Washington, el objetivo principal no es solo cambiar el régimen político en Rusia, sino también eliminar a Rusia como entidad independiente en el escenario mundial, e idealmente meterla en conflictos internos. Para Rusia, el objetivo principal es establecerse como país autosuficiente e independiente de Occidente en términos económicos, financieros y tecnológicos, así como afirmarse como gran potencia y uno de los centros del emergente mundo multipolar. Estos objetivos no dejan espacio para un compromiso estratégico”, dice. Y ahí radica el peligro.

 

Por Rafael Poch de Feliú

(Publicado en Ctxt)



El Clarín de Chile

Ver comentarios

  • Buen analisis de la situación en Ucrania, la cia y el ente extremista de Ee.Uu., avivaron las huestes neonazis en ucrania preparandolas para la revancha despues del 2014, los asesores gringos adiestraron bien a los nuev nazis, con una guerra urbana en edificios con tanques y misiles que Rusia no se atreve a ir hasta las ultimas consecuencias de destruccion, una tactica que ellos usaron en la 2da guerra mundial contra los Alemanes y tuvieron exito, la aviación Rusa no ha tenido un papel preponderante en Ucrania porque la cia y sus asesores militares aprendieron la leccion en Siria donde Rusia barrio con los terroristas apoyados por Ee.Uu, aqui es diferente, son ejercitos regulares entre si, donde una asonada propagandistica de TV y medios de prensa hizo el resto, siempre publicaban que Rusia ataco un hospital, edificios publicos, residenciales que era donde los neonazis se parapetaban tomando como rehenes a los civiles para proteger sus vidas

  • En todo caso, creo que el negocio no va a durar mucho. Si bien la pandemia permitió frenar las olas de protestas que se avecinaban e europa, el precios del gas gringo es más leña al fuego. Europa estába saturada de conflictos economicos internos, como la banca rota de Grecia, Portugal e Italia, por nombrar a algunos, y que con el derrumbe de la URSS, permitieron a estos paises agrarios comercializar sus productos con Rusia,. Todo eso fue borrado de un plumaso. Incluso la industria del perfume y moda Francesa, se esta quejando que estas medidad de bloqueo contra Rusia no son nada bueno para las exportaciones y economia francesa. En otras palabras, el matonaje de la politica exterior norteamericano, ha dado sus frutos transitorios. La pregunta finalmnete es: cuanto tiempo serán capazes mantener estas sanciones. El complejo industrial militar norteamericano, que por ende dirjie la CIA y todas las agencias gringas, fueron astutos en crear el conflicto militar en Ucrania y no en Taiwan. En Ucrania se esta haciendo causa comun con la union europea y su aparato cohercitivo la OTAN. En Taiwan, todo esto hubiese sido un desastre para los matones del norte de america.

  • Hoy se anunció con gran pompa que EEUU venderá 15.000 millones de m3 de gas a Europa. Para eso fue el viaje de Biden esta semana a la sede de la NATO. Normal, la fuerza militar está para asegurar los buenos negocios. Que gentileza y solidaridad más grande esta de EEUU con Europa! El objetivo económico se ha logrado aprovechando la provocada invasión rusa. De paso se puede debilitar un poco mas a Rusia. Bastó animar con una gigantesca maquinaria de propaganda la rusofobia siempre existente en Europa. Los europeos ahora tendrán que gastar más dinero por su energía. Ese es el precio a pagar por la decisión de sus mediocres dirigentes siempre subordinados a los gringos. Los gringos les han metido el dedo en la boca y ellos están felices. El Pueblo ucraniano? Bueno, esos son daños colaterales de los negocios. Como en Irak o Libia.

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