Para fines del año 2024, el nuevo presidente estadounidense probablemente será Donald Trump o algún otro líder republicano parecido a Trump. Los republicanos ganarán las elecciones de fines del año 2024, principalmente debido a que los demócratas, con el Presidente Biden a la cabeza del país, no será capaz de resolver adecuadamente el gigantesco problema inflacionario que ha producido la guerra en Ucrania.
El precio del petróleo ya se fue a las nubes y ello ha causado un catastrófico proceso inflacionario que el Presidente Biden no podrá controlar. Esta situación probablemente arruinará la vida de una enorme cantidad de ciudadanos estadunidenses. Es así como la violenta y generalizada inflación desatada arruinará todas las expectativas de triunfo para el Partido Demócrata en la campaña presidencial del año 2024. Por lo tanto, el próximo presidente de los Estados Unidos, muy probablemente será un revolucionario republicano, dispuesto a terminar con la ayuda a Ucrania y así usar todas las energías y recursos disponibles para así una vez por todas, solucionar la crisis económica del país.
Sin la ayuda financiera y militar de los Estados Unidos, las fuerzas ucranianas no serán capaces de resistir el abrumador ataque ruso. De esta forma, Ucrania se rendirá y se dividirá en dos Estados. Uno, con religión Uniata pro occidental y ubicado en la zona oeste del país; y otro estado con religión ortodoxa en el este de Ucrania, particularmente ocupando las regiones de Crimea y el territorio oriental que bordea el Mar Negro. La Ucrania del este se incorporará así a la asociación de Estados rusos de religión ortodoxa. La Ucrania del oeste pasará así a ser parte de la civilización occidental. Su religión uniata es de tipo occidental, muy parecida a la católica, ya que sus sacerdotes obedecen al Vaticano. Es necesario recordar que las provincias occidentales de Ucrania fueron, en siglos pasados, parte de Polonia, un Estado profundamente católico. Esta herencia religiosa de la Ucrania occidental es la que explica en gran parte, las tremendas diferencias religiosas, económicas y sociales que existe entre el este y oeste del país. Esta fatal división religiosa no ha podido ser resuelta ni por el imperio ruso en siglos anteriores ni por el dominio comunista en el siglo XX. La drástica división religiosa entre uniata y ortodoxos, es así, la causa principal del conflicto en Ucrania.
Desgraciadamente, Ucrania es hoy en día un país culturalmente dividido ya que tiene dos religiones antagónicas y hostiles entre sí, y esto en gran parte explica las grandes diferencias económica políticas y sociales que ya han existido por siglos. Esta división política fue controlada por los zares a partir del siglo XVI, y también controlada por los comunistas a partir del siglo XX. Con la caída de la Unión Soviética en 1990, líderes occidentales pensaron que podía obtener la recuperación de Ucrania para occidente. Es por esto que, en las primeras dos décadas del siglo XXI, occidente, particularmente los Estados Unidos, han intervenido activamente en la sociedad y el gobierno ucraniano, brindado enorme apoyo a los líderes uniatas pro occidentales y en especial hoy en día, al Presidente Zelenski. Pero en este juego político, al parecer los líderes occidentales se han equivocado en sus predicciones sobre la probable conducta rusa sobre el conflicto ucraniano. Para Rusia es crucial y vital salvar la vida de los millones de rusos viviendo en Ucrania y también recuperar la zona industrial del este del país. Este objetivo solo puede lograr dividiendo el país. Es decir, permitiendo que la parte occidental de Ucrania se una a la comunidad europea, pero asegurándose que la parte oriental caiga bajo el dominio ruso. El Presidente ruso, tiene los recursos necesarios para obtener este objetivo. Sin la ayuda occidental y en particular la ayuda de los Estados Unidos, lo ucranianos anti-rusos no tendrán ninguna posibilidad de evitar la derrota y la eventual división del país. Todo esto probablemente ocurrirá una vez que termine el actual periodo del Presidente Biden a fines del año 2024.
Puerto Montt, 22 de julio del 2022
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