Columnistas

Fabricar armas, labor de emprendedores

Como fabricar armas es un pingüe negocio, a cualquiera lo ilusiona. Acicate a la diversidad y permanencia de las guerras. Se trata de un viejo anhelo, a partir desde cuando en la escuela, a alguien le dan una golpiza por ser hijo de inmigrantes. De quienes, en canastos, venden baratijas. Es decir, de los primitivos patipelados. Ahora, los vendedores ambulantes, han creado una categoría social distinta. En cambio, dedicarse a escribir obras de ficción, casi no rinde beneficios, en un país donde leer es proeza.

La aparición de los casinos virtuales, han dañado la vida. Ni hablar de la publicidad mentirosa, que minuto a minuto, embauca. Bombardea nuestro cerebro y casi nos obliga a salir corriendo, en procura de las ofertas. Lo condenable del tema, radica en que somos tratados como si fuésemos idiotas. Cada cinco minutos hay un sorteo en dinero en la TV. Todo apunta a una vida de holganza, donde impera el azar, relegando al olvido, otras actividades recreativas. Es más entretenido hablar por celular, y durante una hora, decir banalidades, en vez de sentarse a la orilla de la mar y ver la puesta de sol. O compartir una taza de café con alguna persona querida.

Nuestro emprendedor bélico, no puede fabricar bombas atómicas, de hidrógeno y otros artilugios de complicada elaboración. Menos aún, satélites para viajar a Marte, aun cuando esta crónica se escribió el viernes. No es sencillo disponer de los medios, contactos, ni permisos internacionales. En cambio, movido por la paciencia y la inventiva, puede construir flechas, lanzas, mandobles, espadas, machetes y un sinfín de armas arrojadizas. Volver a aquella romántica época de las guerras —no me refiero a la guerra conyugal— donde se destacaba más el coraje, que la calidad de las armas.

También debemos hablar sobre las luchas fratricidas e intestinas entre las tribus, disputándose una porción de tierra, los cotos de caza, los animales domésticos o la propiedad de las mujeres. Había infinitos riesgos, si alguien era capturado. Lo podían cocinar en una marmita, descuartizarlo o quemarlo vivo en una fogata, métodos que la Santa Inquisición, adoptó contra los infieles. Para dominar, las religiones promueven la ficción a través de sus dogmas. No olvidar que, los conquistadores españoles, trajeron a estas tierras de ultramar, infinidad de técnicas de tortura. Cortar la lengua, castrar, ahorcar y aplicar el garrote vil. Y a modo de reconocimiento, los habitantes de estas regiones, les han erigido estatuas y en el colmo de la estupidez y el servilismo, han nominado ciudades y calles con sus nombres.

Se puede alegar que, en las actuales guerras, las víctimas mueren de una manera más bien civilizada. Ajenas al sufrimiento y sin siquiera, tener tiempo de arrepentirse. Negarle este derecho a la hora postrera, resulta ser una condenable actitud. ¿Se olvidan acaso de las bombas de napalm y otros similares artilugios? Nadie en esta época, debido a la premura, va a meter a los prisioneros en una olla y cocinarlos a fuego lento, mientras los vencedores, para estimular el apetito, danzan a su alrededor. Hoy, lanzar una bomba incendiaria en un mercado y asesinar a un centenar de personas, empieza a constituir una habitual actividad. Hay países que se jactan de haber abolido la pena de muerte, sin embargo, se arman hasta los dientes y les seduce ir a la guerra.




La fabricación de armas que alguien piensa emprender, se realiza para venderlas a los países pobres, que desean protegerse de la voracidad de sus vecinos. Con justa razón, se acusará al emprendedor de violentista. De alentar la guerra, como solución final. Bueno, en su defensa, puede argumentar que, debido a la cesantía, se le ocurrió cambiar de oficio, donde sea seguro el lucro. Y si hay lucro de por medio, todo se justifica, pues hay libertad de comercio y es sana la competencia.

Cuadro de honor de países que exportan el 75% de la producción total de armamentos. Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania y China.

 

Por Walter Garib

 

 

 



El Clarín de Chile

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  • Un emprendedor chileno fabricó bombas de racimo para venderle a Irak, que al momento de estar contra USA, fue el enemigo y el emprendedor no puede dejar el país (chile ampara criinales como USA) porque es buscado en el mundo por su audacia guerrera.

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