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“No cobrarás en UF”: la ofensiva contra el símbolo del abuso financiero en Chile

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La Unidad de Fomento (UF) nació en 1967 con la supuesta misión de proteger los ahorros de los chilenos de la inflación. Pero medio siglo después, lo que alguna vez fue presentado como un escudo se ha convertido en un arma de destrucción financiera masiva para generaciones de trabajadores y familias endeudadas. La UF, que sube sin freno en un país donde los sueldos se pagan en pesos, ha sido un pilar del modelo neoliberal chileno, consolidando las ganancias del sistema financiero a costa de hipotecar la vida de millones.

Por eso no sorprende que la moción presentada por los diputados socialistas Daniel Manouchehri y Daniella Cicardini —bajo el provocador título de “No más cobros en UF”— haya desatado tantas pasiones en el Congreso. El proyecto, aprobado en general este martes en la Comisión de Economía por cinco votos a favor y uno en contra, busca eliminar la UF como mecanismo de reajuste en arriendos, dividendos, aranceles universitarios y contratos de salud previsional. En otras palabras, quiere atacar uno de los tentáculos más visibles del abuso financiero cotidiano.

Un mandamiento popular contra la UF

En un gesto comunicacional inédito, Manouchehri y Cicardini publicaron un video viral en redes sociales, donde Moisés baja del monte Sinaí con las tablas de la ley y grita: “Se me olvidó el mandamiento trece: ‘No cobrarás en UF’”. Dios lo tranquiliza, recordándole que “Manouchehri y Cicardini presentaron un proyecto de ley”. El sketch, que ironiza con la figura de un republicano como el diablo oponiéndose al cambio, cerró con un mensaje claro: basta de abusos.

“Queremos abrir un debate nacional sobre si es correcto cobrar en Unidades de Fomento cuando a los trabajadores se les paga en pesos”, señaló la diputada Cicardini, mientras Manouchehri sentenció: “La UF se ha convertido en una herramienta de abuso contra las personas”.




La iniciativa se suma a una llamada “agenda antiabusos” que incluye proyectos como “Chao Dicom”, “Derecho al olvido financiero” y “Devuélveme mi pasaje”. Todas ellas apuntan a desmontar piezas del engranaje que atrapa a las familias chilenas en un ciclo de endeudamiento sin salida.

La reacción previsible de la derecha… y de Mario Marcel

Pero si la resistencia de la derecha era esperable —con un diputado de la bancada Evópoli votando en contra— lo verdaderamente escandaloso ha sido la postura del ministro de Hacienda, Mario Marcel. Ante la comisión, Marcel desplegó un alegato en defensa de la UF digno de un gerente bancario: habló del “rol importante” de la UF en el mercado de créditos hipotecarios, de cómo su indexación “fomentó el ahorro y la inversión”, y advirtió sobre una eventual alza de tasas de interés y restricciones en el financiamiento si la medida prospera.

La narrativa de Marcel refleja con crudeza el conflicto de intereses que atraviesa al actual gobierno: mientras parte de sus parlamentarios busca responder a las urgencias ciudadanas con medidas de justicia económica, Hacienda se aferra a los dogmas neoliberales que han precarizado a la población durante décadas. El ministro no habló del drama de quienes ven cómo sus dividendos o arriendos suben mes a mes, ni de los jóvenes asfixiados por aranceles universitarios que no paran de reajustarse. Habló de los bancos y de su estabilidad, no de la estabilidad de las familias.

Un símbolo del modelo que se resiste a morir

La UF no es solo un índice de precios. Es un símbolo de un sistema construido para asegurar las ganancias de pocos a costa de la incertidumbre de muchos. Su eliminación —o al menos su restricción— sería un primer paso para desmontar la lógica de un modelo que convierte necesidades básicas como la vivienda, la educación y la salud en oportunidades de lucro para el sector financiero.

Hoy el proyecto da sus primeros pasos en el Congreso. La derecha y los tecnócratas neoliberales harán todo lo posible para bloquearlo. Pero más allá de su destino legislativo, la discusión sobre la UF ya está instalada en el debate público. Y eso, en un país que comienza a sacudirse del letargo de los abusos, ya es una señal de esperanza.

Simón del Valle



Periodista

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