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Politóloga colombiana Consuelo Ahumada: “Lo que está en juego no es solo la soberanía de un país, sino la estabilidad de toda América Latina”

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La politóloga colombiana Consuelo Ahumada advierte que el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe reabre la doctrina del “patio trasero” y amenaza con desestabilizar a toda la región, mientras las oligarquías locales y el silencio de varios gobiernos sudamericanos agravan la crisis.

La presencia de destructores estadounidenses en el mar Caribe frente a Venezuela y las amenazas de intervención militar bajo el pretexto de la lucha antidrogas reabrieron un viejo fantasma en la región: la doctrina del “patio trasero”. Para la politóloga colombiana Consuelo Ahumada, lo que está en juego no es solo la soberanía de un país, sino la estabilidad de toda América Latina.

El regreso de la injerencia imperial

Según Ahumada, el despliegue naval y la orden ejecutiva firmada por Donald Trump en marzo para autorizar el uso de la fuerza contra los carteles latinoamericanos son un claro signo de injerencia. “Una invasión a Venezuela sería absolutamente nefasta, no solo para ese país sino también para Colombia y para la región entera. La paz de Colombia y Venezuela es la paz de América Latina”, afirma.

La académica recuerda que ya en 2020, durante la pandemia, la Casa Blanca intentó una operación militar en Venezuela —la llamada Operación Gedeón— con apoyo de sectores de la ultraderecha colombiana. “Hoy el guion se repite: criminalizar a Maduro, acusarlo de jefe del inexistente ‘cartel de los soles’ y usar ese pretexto para justificar la presencia militar”.

Un ALBA debilitado y una CELAC dividida

Frente a esta ofensiva, la reciente cumbre extraordinaria del ALBA condenó las maniobras de Washington. Sin embargo, Ahumada advierte que la capacidad de acción del bloque es limitada: “Lo del ALBA es importante, pero no es suficiente. Sus miembros están debilitados por crisis internas y pérdidas de poder, como en Bolivia. Se requiere un pronunciamiento firme de toda la región”.




El presidente Gustavo Petro, como presidente pro témpore de la CELAC, llamó a una reunión de urgencia. Hasta ahora, solo Claudia Sheinbaum en México y Lula da Silva en Brasil han respondido con firmeza. El resto del continente guarda silencio o se alinea con Washington, lo que mina el principio de América Latina como “zona de paz”, adoptado en 2014.

Consuelo Ahumada

Narcotráfico como pretexto geopolítico

Para Estados Unidos, la narrativa antidrogas es el argumento central. Pero para Ahumada, se trata de un pretexto geopolítico: “No hay un cartel de los soles. Lo que sí existe es el interés de Estados Unidos en mantener su hegemonía en un mundo multipolar cada vez más disputado. El narcotráfico se usa como excusa para desplegar tropas, intimidar gobiernos y mantener abierto un frente militar en América Latina”.

La politóloga subraya que, mientras tanto, el negocio global de las drogas y el lavado de dinero se articula en grandes centros financieros internacionales como Dubái o Miami, con la complicidad de élites económicas. “El crimen organizado de cuello blanco es el que realmente sostiene estas estructuras. Pero a Washington le resulta más útil acusar a gobiernos incómodos que perseguir a los bancos”.

Colombia: entre la paz y la presión externa

Colombia ocupa un lugar central en este tablero. La violencia política ha recrudecido con el asesinato del dirigente conservador Miguel Uribe Turbay y los recientes atentados en Antioquia y Cali, que dejaron 13 muertos. Para Ahumada, estas acciones son un golpe directo contra la estrategia de “paz total” de Petro.

“El gobierno buscaba negociar con todas las disidencias y bandas, pero estas han respondido con terrorismo. En la práctica, trabajan para el enemigo: le dan argumentos a la derecha y a Washington para atacar al gobierno”, sostiene.

La presión externa complica aún más el escenario. “La oligarquía colombiana ha llegado a pedir abiertamente la intervención de Estados Unidos. Es el mismo libreto que en Venezuela: usar el discurso antidrogas para abrir la puerta a una invasión”.

Oligarquías aliadas del intervencionismo

Ahumada denuncia que las élites latinoamericanas actúan como aliados de la injerencia. “Las oligarquías no respaldan a sus países; son capaces de pedir que vengan tropas extranjeras. En Colombia lo hemos visto con congresistas viajando a Washington a solicitar sanciones o presionar una intervención”.

Esa connivencia explica en parte el silencio de varios gobiernos sudamericanos, que prefieren no incomodar a Estados Unidos antes que defender el principio de soberanía. En palabras de Ahumada: “El tema de la soberanía debería estar más allá de la izquierda o la derecha. Pero muchos sectores de poder se venden para que venga una invasión”.

Un imperio en crisis, una región amenazada

La politóloga interpreta esta ofensiva como síntoma de la crisis del poder estadounidense: “Trump quiere preservar un mundo unipolar que ya no existe. El ascenso de China y el fracaso en conflictos como Ucrania o Gaza muestran que el imperio está en problemas. Y cuando el imperio está en problemas, se vuelve más agresivo”.

El despliegue en el Caribe no es solo contra Venezuela, advierte: “Es un mensaje para toda América Latina. Busca desestabilizar, sembrar miedo, frenar inversiones y obligar a los gobiernos a gastar recursos en defensa. Es la vieja política del patio trasero, reciclada en nombre de la lucha contra las drogas”.

Una urgencia continental

Ante este panorama, Ahumada insiste en la necesidad de una reacción regional: “No podemos minimizarlo como simples fanfarronadas de Trump. Lo que ocurre en Gaza demuestra que son capaces de todo. América Latina necesita una posición firme y urgente, no respuestas tibias. La defensa de la soberanía no es un tema ideológico: es la condición para la paz y la democracia en la región”.

Paul Walder



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Paul Walder

Periodista

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