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América Latina frente a una escalada militar de alto riesgo

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El clima político y militar en América Latina atraviesa un momento de extrema tensión que inquieta a gobiernos, organismos internacionales y a la opinión pública regional. Las declaraciones y movimientos recientes de Estados Unidos en torno a Venezuela han configurado un escenario inédito y de gran complejidad, con implicancias que van mucho más allá del país caribeño.

La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, evitó confirmar si Washington prepara ataques contra instalaciones militares venezolanas, pero dejó claro que cualquier decisión corresponde al presidente Donald Trump. Reiteró además que la administración estadounidense considera ilegítimo al gobierno de Nicolás Maduro, al que calificó como un “cartel narco-terrorista”, recordando que enfrenta acusaciones en tribunales de Estados Unidos por delitos de narcotráfico. En paralelo, la Casa Blanca elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura del mandatario venezolano y declaró al denominado cartel de los Soles como organización terrorista.

A estas medidas se suma la orden de Trump de desplegar buques de guerra en el sur del mar Caribe, frente a las costas de Venezuela. Aunque no existen informaciones sobre planes de invasión, la movilización naval norteamericana ha sido interpretada por Caracas como una amenaza directa a su soberanía. La misión permanente de Venezuela ante la ONU denunció que esta operación viola el Tratado de Tlatelolco —que estableció a América Latina como zona libre de armas nucleares— y representa la introducción de armamento nuclear en la región por primera vez en la historia. Según la nota oficial firmada por Maduro y enviada al secretario general António Guterres, la presencia de destructores, un crucero lanzamisiles y un submarino nuclear en el Caribe constituye una “violación flagrante” de la Carta de las Naciones Unidas y de la Proclama de la Celac de 2014 que definió a la región como Zona de Paz.

El comunicado venezolano advierte que la introducción de un componente nuclear “atenta contra la estabilidad hemisférica, erosiona la confianza en el régimen internacional de no proliferación y desarme, y pone en riesgo la paz y la seguridad internacionales”. Caracas exhortó a Naciones Unidas a intervenir y llamó a Estados Unidos a cesar sus acciones hostiles, reiterando que “la humanidad no puede permitirse que resurjan políticas de fuerza en pleno siglo XXI”.




El rechazo no proviene únicamente de Venezuela. El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, condenó el despliegue estadounidense como un acto “peligroso” que amenaza la soberanía y autodeterminación de los países latinoamericanos. En un comunicado, la Cancillería cubana recalcó que la concentración de buques y medios navales norteamericanos en el Caribe es una agresiva demostración de fuerza basada en “pretextos absurdos”, en contradicción con el compromiso colectivo de la Celac de mantener a la región como Zona de Paz. La isla denunció además la utilización de fenómenos migratorios para justificar la militarización de la zona y rechazó la presencia de submarinos nucleares como una medida desproporcionada frente a desafíos como el narcotráfico o la migración.

Colombia, por su parte, también se ha visto envuelta en esta escalada. El presidente Gustavo Petro anunció la “militarización” de la frontera en la región del Catatumbo, donde ya operan unos 25 mil efectivos para combatir las mafias del narcotráfico. En paralelo, Caracas desplegó otros 15 mil militares en el mismo territorio. Estos movimientos se producen en un contexto en el que la Casa Blanca ha advertido que Trump “está preparado para usar cualquier elemento del poder de Estados Unidos” para contener el tráfico de drogas desde Venezuela y llevar a sus responsables ante la justicia, sin descartar la vía militar.

El conjunto de declaraciones, amenazas y movimientos militares perfila una coyuntura de gran peligrosidad. La confluencia de intereses estratégicos de Estados Unidos, las acusaciones contra Maduro, el despliegue de fuerzas en la frontera colombo-venezolana y la introducción de componentes nucleares en el Caribe configuran un escenario de enorme incertidumbre.

En este contexto, América Latina enfrenta un momento complejo y profundamente preocupante. La combinación de hostigamiento político, sanciones, presencia militar extranjera y tensiones fronterizas pone en riesgo la estabilidad regional y plantea un desafío a los principios de paz y soberanía que los países de la región han intentado sostener durante décadas. El desenlace es incierto, pero lo evidente es que la región se encuentra nuevamente bajo la sombra de un conflicto que amenaza su futuro inmediato.

Fuente: Reuters, Prensa Latina, AFP y AP



  1. Patricio Serendero says:

    Ahí va el imperio nuevamente a lo suyo en el patio trasero. Su país está económicamente quebrado, su sociedad perfectamente dividida, la violencia callejera desenfrenada, su Presidente enfrentando acusaciones criminales. Pero ellos insisten en su excepcionalidad y su rol de policia del mundo. Están perdidos hagan lo que hagan. Espero los paises latinoamericanos, incluso los más serviles, tengan un poco de dignidad bolivariana en esta ocasión. Otra Bahía de Cochinos seria una respuesta adecuada al imperio.

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