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Ruth Hurtado y la fantasía del derrocamiento: cuando el miedo sustituye al argumento

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En plena recta final hacia las elecciones presidenciales, la secretaria general del Partido Republicano, Ruth Hurtado, decidió aportar al debate con una de las declaraciones más estrambóticas de la campaña: “La izquierda va a tratar de derrocar a cualquier gobierno opositor que sea electo”.

El enunciado, más propio de una novela conspirativa que de un análisis político serio, intenta instalar la idea de que cualquier eventual gobierno de José Antonio Kast estaría condenado a sufrir un intento de golpe blando desde las fuerzas progresistas. Lo curioso es que Hurtado no presenta evidencia alguna, no cita un antecedente concreto ni explica de qué manera podría concretarse semejante operación. Simplemente lanza la amenaza al aire, como quien busca encender una hoguera en la víspera electoral.

El recurso del miedo

El Partido Republicano ha hecho de la política del miedo uno de sus principales insumos. Donde no hay propuestas sólidas o números que cuadren —como en el caso de los recortes fiscales de Kast— aparece el fantasma del caos, del “enemigo interno”, de la izquierda como maquinaria subversiva. En boca de Hurtado, la oposición no es rival político, sino una organización conspirativa dispuesta a “derrocar” a quien no piense como ellos.

El diputado socialista Daniel Manouchehri reaccionó con dureza: “Nosotros haríamos un llamado a que el Partido Republicano deje la odiosidad. Tienen un candidato que representa la rabia, el odio y fundamentalmente la mentira”. Y añadió un punto de sentido común: si Hurtado realmente cuenta con antecedentes sobre un eventual plan desestabilizador, debería entregarlos a la justicia. De lo contrario, todo queda en simple retórica incendiaria.




¿Quién quiere derrocar a quién?

La ironía de estas declaraciones es que provienen de un partido que durante años se ha negado a condenar sin matices la dictadura de Pinochet, régimen que sí derrocó a un gobierno legítimamente electo en 1973 y que institucionalizó la violencia y el saqueo económico. Que desde esa vereda se hable de “derrocamientos” resulta, al menos, grotesco.

Pero la estrategia comunicacional de los republicanos está clara: victimizarse antes de tiempo. Ante las críticas transversales que ha recibido Kast por su programa de pensiones, el discurso de Hurtado funciona como una cortina de humo que desvía la atención desde lo que realmente importa: los proyectos económicos que amenazan con retroceder derechos sociales.

Kast y la amenaza sobre las pensiones

Porque mientras Hurtado juega al apocalipsis político, la campaña de Kast avanza con señales concretas. La incorporación de personeros como Bernardo Fontaine y Jaime Quiroz a su equipo económico refleja con nitidez las prioridades del candidato: blindar a las AFP y defender los intereses empresariales.

Manouchehri lo resumió con claridad: “El señor Kast ya dio su primera señal en materia económica y pensiones (…) lo que hoy día representa es una amenaza para las reformas que han significado un avance para los chilenos. Han estado en contra de la PGU y han estado en contra de la reforma que hoy día le permite subir las pensiones”.

La propuesta de “chao préstamo al Estado” no solo es técnicamente inviable, como lo han dicho economistas de todos los sectores, sino que apunta a desmantelar el acuerdo que permitirá que 1,4 millones de jubilados vean un alza en sus pensiones desde enero. Kast, en definitiva, ofrece una contrarreforma que devolvería a los chilenos al modelo de pensiones de miseria en beneficio de las administradoras privadas.

Entre la paranoia y la realidad

La política es disputa de ideas y proyectos. Pero el Partido Republicano parece haber optado por otro camino: sembrar la paranoia, instalar la sospecha de un país al borde del quiebre institucional y victimizar a su candidato antes incluso de que gane. Lo absurdo es que, en esa estrategia, se invisibilizan las verdaderas amenazas: programas económicos regresivos que afectarían directamente el bolsillo de los trabajadores.

Si de derrocamientos se trata, lo que Kast y su equipo buscan es derrocar la reforma previsional y las mejoras sociales alcanzadas con años de lucha. Y ese golpe, lejos de ser hipotético, está escrito en blanco y negro en su propio programa.

Félix Montano



Periodista

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