Economía y Mercados en Marcha

El Banco Central y el desempleo

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El Banco Central de Chile ha formulado recientemente una serie de opiniones sobre la política económica que están en el límite de sus atribuciones y restricciones constitucionales.

La esencia de su planteamientos recientes – expresados en el IPOM del mes de septiembre – se resume en la idea de que el alza de los salarios mínimos y el inicio de las disposiciones presentes en la ley de las 40 horas de trabajo semanal han afectado a la baja el mercado laboral atentando contra la capacidad que éste hubiera tenido de incrementar el empleo.

La conclusión lógica e inmediata de los planteamientos del Banco Central es que si los salarios se mantienen constantes – y mejor aún si es que bajan –  eso le haría bien a la generación de empleos, y lo mismo sucedería con cualquier otra ley laboral que incremente el bienestar y/o el ingreso de los trabajadores. En palabras más simples, el incremento de los salarios es malo para la economía, y la baja o el congelamiento de los costos laborales le haría muy bien.

El Banco Central tiene en sus deberes constitucionales el luchar contra la inflación y asume esa tarea con un alto grado de autonomía para tomar las decisiones que estime convenientes. El Banco Central persigue ese objetivo con prescindencia absoluta de las consecuencias colaterales que sus decisiones tengan sobre la actividad económica, el crecimiento o el empleo.  Cuando el Banco Central – para efectos de luchar contra la inflación –  mantiene alta la tasa de política monetaria, mantiene con ello alto el costo del crédito y tiende a contraer la actividad económica. Esa es una relación sumamente conocida y aceptada por casi todos los bancos e instituciones económicas y financieras en el mundo entero. Pero eso implica que las decisiones del Banco Central, acertadas o erróneas, tienen una alta responsabilidad en lo que sucede en el mercado laboral, es decir, en este caso, en la alta tasa de desempleo que presenta la economía chilena. Es decir, los costos financieros son tan importantes como los costos laborales en la toma de decisiones de las empresas y máxime si incluimos en esos costos financieros el valor del dólar, que también depende en alta medida de las decisiones del Banco Central.




En el día de hoy, en plena campaña presidencial, hay candidatos que proponen una reducción profunda del régimen tributario para el sector empresarial, asumiendo para ello que los menores costos tributarios se traducirían, casi mecánicamente, en mayor tasa de empleo y de crecimiento. Así de simple. Para ellos, el sentido último de las ideas del Banco Central, en el sentido de reducir costos para supuestamente aumentar la inversión y el empleo, encajan muy bien en sus aspiraciones y deben sonar como un canto de ángeles a sus oídos.  La verdad verdadera es que una reducción tributaria se traduciría en forma inmediata y sin apelación ni discusión alguna, en mayores ganancias para el sector empresarial.

Dos reflexiones finales sobre el tema que venimos abordando. Primero, que las inversiones dependen de varios otros factores además de los costos de producción. Las inversiones dependen, entre otras cosas, de las ganancias probables de obtener como consecuencia de la inversión, lo cual está estrechamente relacionado con la tecnología a emplear, con el incremento de productividad que se espera, con la existencia de mercado para los bienes producidos, con la competencia  proveniente de las importaciones, con la cercanía y el acceso a las materias primas, con la existencia de mano de obra calificada, y con el carácter monopólico o competitivo del mercado en que actue la empresa. Reducir todo a los costos laborales es de una sospechosa simplicidad.

En segundo y último lugar, al menos en este breve espacio de un artículo, hay que decir que la discusión sobre mayores salarios se tiene que ubicar en el contexto de la mala distribución del ingreso y de la riqueza existente en el país, que es bastante alta. La lucha larga de los trabajadores por tener una participación más alta en la distribución del ingreso que se genera en su país es una lucha legitima, que puede llevar a una nueva repartición de la torta.

 

Sergio Arancibia



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Sergio Arancibia

Economista
  1. Patricio Serendero says:

    El Banco Central es desde siempre fiel ejecutor de la política de los empresarios más ricos. Su pretendida neutralidad no existe. Su «independencia» es utilizada en cuanto los burócratas que son sus empleados -recordemos que son pagos a peso de oro por el Pueblo trabajador – cumplan con los objetivos de la Derecha. Si por una casualidad del destino alguna vez enunciaran una política que favoreciera los trabajadores, de inmediato la Derecha se alzaría a coro gritando que la institución ya no es independiente. Y a la semana ya estaba descabezada su dirección.
    Ahora bien, como Chile casi siempre tuvo gobiernos con políticas de Derecha favorables al gran empresariado -abierta o encubiertamente -, la elite hizo gárgaras con la seriedad del Estado chileno que tiene un banco central «independiente».
    Cuando terminará esta farsa? Habrá alguna vez algún diputado(a) o senador(a) que conteste esto?

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