
Desigualdad estructural y crisis del multilateralismo: la advertencia de la ONU al Norte Global
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En un contexto internacional marcado por el resurgimiento del proteccionismo y la fragmentación geopolítica, el experto independiente de la ONU sobre la promoción de un orden internacional democrático y equitativo, George Katrougalos, presentó ante el Consejo de Derechos Humanos un informe que denuncia la persistencia de desigualdades estructurales que afectan de manera crítica al Sur Global, incluyendo América Latina.
Katrougalos sostuvo que el orden económico internacional continúa reproduciendo asimetrías históricas en comercio, finanzas, tecnología y gobernanza, exacerbadas por decisiones políticas unilaterales de potencias del Norte, como Estados Unidos. Estas dinámicas, afirmó, no solo perpetúan la dependencia y el subdesarrollo, sino que también amenazan la paz, los derechos humanos y la viabilidad de un multilateralismo genuino.
“La promesa de la multipolaridad corre el riesgo de verse socavada por la fragmentación si no se implementan reformas sistémicas que redistribuyan poder y recursos”, advirtió el experto.
El informe identifica como factores críticos el peso de la deuda externa, la injusticia climática, la brecha digital y el acceso desigual al conocimiento. En América Latina, estas condiciones se traducen en vulnerabilidad frente a crisis ecológicas, restricciones fiscales impuestas por acreedores internacionales y exclusión tecnológica que limita el desarrollo autónomo.
Katrougalos propuso una serie de reformas estructurales:
- Democratización de las normas comerciales internacionales.
- Mecanismos multilaterales para la resolución de la deuda vinculados a metas climáticas.
- Creación de un fondo global para la justicia climática.
- Políticas concretas para cerrar la brecha digital y de conocimiento.
El experto subrayó que estas transformaciones deben ser integrales y participativas, involucrando no solo a los Estados, sino también a la sociedad civil y a las comunidades locales, especialmente aquellas del Sur global que enfrentan las consecuencias más severas del modelo actual.
Durante su visita oficial a Islandia en mayo de 2025, Katrougalos destacó el compromiso del país con la igualdad de género, la sostenibilidad y la gobernanza democrática, proponiéndolo como ejemplo de que otro modelo es posible.
“La persistencia de la brecha Norte-Sur no es inevitable ni insalvable. Con reformas inclusivas y una solidaridad renovada, podemos construir un orden internacional que sirva al bien común y defienda la dignidad de todos los pueblos”, concluyó.
El Sur Global frente a un orden internacional que perpetúa la desigualdad
Por años, América Latina ha sido testigo de cómo las reglas del juego económico internacional se diseñan desde el Norte, mientras el Sur carga con las consecuencias. El reciente informe presentado por George Katrougalos ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU no solo confirma esta realidad, sino que la sitúa en el centro del debate sobre el futuro del multilateralismo.
La deuda externa, por ejemplo, sigue siendo una herramienta de control más que de cooperación. Países como Argentina, Ecuador y Honduras enfrentan restricciones fiscales impuestas por acreedores internacionales que limitan su capacidad de inversión social y climática. Mientras tanto, las potencias del Norte continúan subsidiando sus industrias y protegiendo sus mercados, profundizando el desequilibrio.
La brecha digital también se ha convertido en una nueva frontera de exclusión. En Chile, Perú y Bolivia, millones de personas aún carecen de acceso estable a internet, lo que limita su participación en la economía del conocimiento y en los procesos democráticos contemporáneos.
El llamado de Katrougalos a reformar las normas comerciales, crear un fondo global para la justicia climática y democratizar la gobernanza internacional no es una propuesta técnica: es una exigencia ética. América Latina debe asumir un rol activo en esta transformación, articulando alianzas regionales, fortaleciendo su voz en foros multilaterales y apostando por modelos de desarrollo que prioricen la equidad y la sostenibilidad.
La persistencia de la brecha Norte-Sur no es una fatalidad. Es el resultado de decisiones políticas que pueden y deben ser revertidas.





