
Rafael Domínguez, académico español: “No me compro eso de la restauración del ciclo conservador en América Latina”
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Rafael Domínguez, catedrático de la Universidad de Cantabria, investigador con un extenso currículo, muy conocedor de América Latina y de Chile, con varios amigos en este país entre los cuales se encuentra el exministro Esteban Valenzuela, habló con El Regionalista nuevamente, justo en el momento preciso en que en España se vive una crisis política, en América Latina están sucediendo cosas y en Chile, estamos a una semana del balotaje. El siguiente es el resumen del diálogo con este intelectual cántabro.
ER: Rafael, ha sido detenido el ex secretario de organización del PSOE, José Luis Abalos, quien se transforma a su vez en el primer diputado en ejercicio en caer en esa condición, ¿El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) está en su peor momento?
RD: A ver, está es una crisis que, evidentemente, tiene un problema de corrupción que se arrastra desde hace meses y que tiene como protagonistas a dos ex secretarios de organización –Ábalos y Santos Cerdán–, pero también es una crisis de los partidos políticos tradicionales que arrastra al Partido Popular (PP) que vive su propia crisis de corrupción y que está en condiciones bastantes similares al PSOE. La crisis es importante, pero no se avizora como una crisis de legitimidad de Sánchez y de su gobierno. El presidente del gobierno tiene mucha cohesión interna en el partido en relación con su liderazgo. El PSOE no exhibe fisuras significativas y ese es un dato relevante.
ER: ¿Cómo has observado el liderazgo de Pedro Sánchez en esta coyuntura? El periódico El País registra a la vocera de Junts, Miriam Noguera, tomando distancia del gobierno.
RD: Su papel ha sido clave. Recuerda que Ábalos, a quien tú conocías bastante bien, apoyó a Sánchez cuando el aparato del partido estaba con otra candidatura. Ábalos fue su fontanero y eso explica que entre ambos debe haber muchos temas personales de los que el diputado está hoy sacando ventajas para, me imagino, obtener una condena menor a la que se está solicitando. El caso de Junts, la derecha cívica catalana, se sabe, y ellos también, que no pueden participar de una posible acusación (relacionada con el caso Ábalos). Si lees entre líneas la declaración de la portavoz de Junts, ésta es bastante ambigua. Hay que comprender además que esta agrupación, como la llamo de derecha cívica catalana, está sufriendo el embate y el acoso de una extrema derecha catalana, Aliança Catalana (AC), de allí su distancia aparente del gobierno. Te reitero, así como están las cosas, no se percibe por ningún lado una caída inminente del gobierno. A fin de año se negocian los presupuestos y mi impresión es que no habrá moción de censura ni elecciones generales en 2026.
Lo que sí es evidente, es el desgaste del líder de la oposición, Núñez Feijóo que tiene su propia Sara Pahlin [la líder del Tea Party de Estados Unidos] al interior del PP [Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid] y luego a VOX que le amenaza desde fuera en un juego de suma cero, ya que solo se redistribuyen los mismos votos en el sector.
ER: ¿Cómo percibes la marcha económica del país?
RD: En ese contexto de crisis política es paradójico que España tenga las mejores cifras de crecimiento de la OCDE desde hace varios años gracias al shock de oferta de la llegada masiva de migrantes, a las cifras récord del turismo, la inversión directa extranjera y los fondos europeos. Solo gracias a la ley de “Memoria Histórica”, hay un millón de solicitudes de descendientes de españoles que han solicitado la nacionalidad española y previsiblemente vendrán al país. Nos acercamos a los cien millones de turistas anuales. La economía también se está restructurando ahora con inversión extranjera en áreas de tecnología de punta. Estamos creciendo en el entorno del 3%, superior a toda Europa y con la cesantía más baja desde 2000, 10,5%, pero luego a través de redes sociales y los medios tradicionales asociados a la derecha económica te hacen creer el relato de que “nos estamos cayendo a pedazos”. Todo ello manejado por intereses económicos que buscan desregulaciones o que quieren disminuir los costes salariales y las regulaciones ambientales.
Tienes en cambio, un núcleo electoral duro de votantes del PSOE y la izquierda -como el de los baby boomers, entre los que me encuentro yo-, más la gente joven que valora la democracia y las libertades y que ve que España va bien. Por otra parte, los escándalos de corrupción pasan rápido, se olvidan pronto. Yo, en ese sentido, soy muy optimista del futuro de España. Mira lo que pasó en Nueva York, donde el acérrimo opositor a Trump, en el corazón del imperio, ganó con un discurso muy de izquierdas. En ese sentido hay un suelo electoral firme del progresismo en España.

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Quiero resaltar, por último, el liderazgo de Pedro Sánchez. Un líder que arriesga, que es capaz de correr el cerco ideológico que tiene una cultura política flexible, que está muy bien asesorado comunicacional y estratégicamente. Tienes un líder de proyecciones internacionales que habla perfectamente el inglés, que es reconocido en Europa, frente al liderazgo parroquial de la derecha representado en Feijóo para quien, además, no proyecto un buen final como el líder político del PP.
Es cierto que existe también el residuo de lo que quedó de Podemos que, a mi juicio, quiere hundir todo lo bueno de este gobierno y que, ojalá recapaciten.
Y lo último, es posible que en la próxima elección, se constituya una especie de Frente Amplio (FA) del PSOE y sus aliados a la izquierda para el Senado y varias circunscripciones provinciales al Congreso, lo que es imprescindible, ya que la ley electoral favorece a las mayorías. Es necesario estructurar una opción potente que consolide lo hecho hasta ahora.
ER: Rafael, tu conoces muy bien América Latina, ¿cuál es tu opinión sobre lo que está ocurriendo hoy en este continente?
RD: Veo varios procesos a la vez. Desgaste de algunos gobiernos progresistas, pero lo que prima es la vuelta a un imperialismo norteamericano de larga data como acaba de ocurrir en Honduras o Argentina con gobiernos de la derecha vasalla que se pliegan al fenómeno que representa Trump. Pero también tienes un efecto contrario con Petro en Colombia, Lula en Brasil e incluso Maduro en Venezuela una opción más autónoma y critica del presidente de Estados Unidos.
También el estilo Trump no le colabora mucho: amenaza primero, y luego, concretiza poco o nada, a diferencia del big stick policy de Teddy Roosevelt que predicó hablar suave pero portar el gran garrote. En el caso de Colombia, Petro será evaluado por su pueblo el próximo año. Por su parte, Venezuela tiene un sistema de satélites proporcionados por Rusia y China, y no por Starlink de Elon Musk, y no se ve por ninguna parte una invasión de verdad, además, recuerda que ya hay jueces que podrían declarar ilegal la intervención en Estados Unidos. En México existe un liderazgo muy fuerte de su presidenta, Claudia Sheinbaum, quien, además, controla el congreso.
Con esto te quiero decir que soy de aquellos que no se compran eso de la restauración del ciclo conservador en América Latina. En unos países sí, pero en la mayoría de los más fuertes no. Por eso creo, también, que lo de Chile no está totalmente perdido. Hay que ver lo que sucede en Argentina con los liderazgos nuevos y de recambio como Axel Kicillof. Se ven posibilidades de trabajar por fuera del mero vasallaje a Estados Unidos.
ER: Te has adelantado un poco, ¿cómo vez la coyuntura política actual en Chile?
RD: La verdad es que ha habido un extenso proceso constituyente que ha sido muy desgastador para este gobierno y que le ha pasado factura. Veo que la candidata Jeannette Jara debería ir consolidando un pacto en un escenario similar al anterior a 2019, volver a un estado parecido al de la Concertación con todas las fuerzas que se oponen a la regresión autoritaria. La candidata la tiene muy difícil, pero como Antonio Gramsci, sigo siendo un “optimista de la voluntad, pero pesimista de la razón”. Percibo que la cultura política comunista en Chile sigue siendo la de siempre: de mucho diálogo. No hay que tirar la toalla aún.
ER: Rafael: ¿algún otro tema de tú interés para abordar?
RD: Siguiendo un libro que pronto publicaremos con una profesora germano-estadounidense, Eva Paus, sobre transiciones energéticas –“Toward Inclusive Development in Latin America. Leveraging the Global Green Transition”– creo que los gobiernos progresistas deben trabajar en una política exterior más coordinada de no alineamiento estratégico respecto de los grandes bloques, llámense Estados Unidos, China o la Unión Europea. En ese sentido, Brasil debería desempeñar un papel que vaya más allá de sus intereses nacionales como potencia regional e impulsar la cooperación y la concertación con los otros gobiernos progresista de Sudamérica, incluido el de Chile y con México.

Edison Ortiz
Fuente: El Regionalista





