Poder y Política

Daniel Jadue: la batalla cultural contra el anticomunismo es hoy la principal tarea

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En una nueva columna publicada en El Siglo, el arquitecto, sociólogo y exalcalde del Partido Comunista Daniel Jadue vuelve sobre una paradoja que atraviesa la política chilena desde hace medio siglo: el Partido Comunista es ampliamente rechazado como “marca política”, pero muchas de sus propuestas son apoyadas por la mayoría social.

El reciente informe de GPS Ciudadano confirma esa contradicción. Más de un tercio de los encuestados declara un rechazo visceral hacia el PC, pero no hacia sus políticas: apoyo al Estado como garante de derechos sociales, redistribución de la riqueza y un rol activo en la economía. Dicho de otro modo: hay un Chile que “odia la palabra comunismo”, pero simpatiza con sus ideas centrales.

Anticomunismo como residuo cultural

Jadue sostiene que esta animadversión no es programática, sino cultural y emocional. Es el resultado de cincuenta años de propaganda que instaló la idea del comunismo como sinónimo de caos o autoritarismo. Ese discurso se consolidó en dictadura y fue reforzado por los grandes medios de comunicación. La consecuencia: incluso sectores populares que necesitan más Estado y organización colectiva, repiten prejuicios en contra del PC.

Lo que se rechaza no es la política de educación o salud universal, ni la protección social, sino la etiqueta “comunista”. Las mismas medidas aparecen desideologizadas cuando las levantan otros sectores políticos.




Desafíos para el PC: cultura, gestión y afectos

El análisis de Jadue plantea tres tareas urgentes para el comunismo chileno.
La primera es disputar la batalla cultural: desmontar el anticomunismo con orgullo histórico, reconectar con la base social y mostrar que el PC ha sido un actor central en la defensa de los trabajadores y de los derechos humanos.

La segunda es demostrar gestión y cercanía. Allí donde gobierna municipios, dirige sindicatos o participa en la agenda pública, el partido debe exhibir resultados concretos y cotidianos, alejándose de los discursos abstractos.

La tercera es disputar los afectos. El rechazo es emocional, por tanto, la respuesta debe ser también emocional. Humor, símbolos, cultura popular y un lenguaje sencillo son claves para inspirar, conmover y volver a conectar con mujeres y jóvenes de sectores populares, que el estudio identifica como el segmento más decisivo.

Unidad sin renuncia

Jadue remarca, además, que el PC debe seguir apostando a las coaliciones amplias, pero sin diluir su identidad. Los datos demuestran que sus ideas tienen eco en la sociedad, incluso más allá de sus fronteras políticas. Abandonarlas sería regalarle a la derecha la hegemonía ideológica.

Una disputa por el sentido del comunismo

El fondo de esta reflexión va más allá de la coyuntura electoral. La pregunta, dice Jadue, no es si la gente quiere o no comunismo, sino si el PC será capaz de mostrar que comunismo significa lo que siempre ha significado: organización popular para conquistar dignidad, emancipación y felicidad.

La paradoja chilena está sobre la mesa: se rechaza al partido, pero se abrazan sus propuestas. El desafío político e histórico es cerrar esa brecha.

Simón del Valle



Periodista
  1. Serafín Rodríguez says:

    Si es que se es comunista pues por lo visto no basta con ser militante del PC tal como ya ha demostrado Jeannette Jara al declararse social demócrata. Aunque a lo mejor es comunista a su modo, tal como decía una tía solterina que tuve y que decía que era católica a su modo… Creía pero no practicaba!

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