
Alguien lo tiene que contar: Allende y la experiencia chilena
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Conmemoramos un nuevo aniversario de lo ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973. En un artículo anterior Berlinguer y el compromiso histórico. Sobre el significado del eurocomunismo ( El obrero, 11 de agosto del 2025) al analizar la película La gran ambición, recordaba el influjo que tuvo en la oposición antifranquista el final trágico de la Unidad popular.
A los pocos días de publicar el artículo, el pasado 26 de agosto TVE pude disfrutar de la serie 1.000 DIAS CON ALLENDE. Volví a verla de una tacada y merece la pena. Ofrece una magnífica ocasión para analizar lo ocurrido durante aquellos meses apasionantes y dramáticos, llenos de esperanzas y saldados desgraciadamente con una terrible derrota.
La serie se inspira en la narración de un joven español que se acerca a Chile para seguir la campaña electoral. El personaje de Manuel Ruiz está inspirado en la experiencia vivida por Joan Garcés. Siempre recuerdo que al conocer lo ocurrido en Chile me precipité a las librerías para encontrar algún libro. En seguida, aquel 11 de septiembre del 73, el librero me señaló el libro de Joan Garcés CHILE: EL CAMINO POLÍTICO AL SOCIALISMO. Estaba publicado antes del final trágico de la Unidad Popular. En 1.976 aparecería su libro ALLENDE Y LA EXPERIENCIA CHILENA que ha sido reeditado en varias ocasiones, la última en el 2013 con motivo del cuarenta aniversario de la caída de la Unidad popular.
El joven español que se acerca a Chile actúa en la película a modo de narrador que nos va contando todos los momentos vividos desde la participación en la campaña electoral del 70 hasta el final trágico de la Unidad popular cuando Allende le ordena abandonar el Palacio de La Moneda porque “alguien tiene que contar lo que hemos vivido”. Esa será la tarea de Garcés siendo fiel a aquel mandato y siendo igualmente fiel también a su vocación como analista político. Joan Garcés será también decisivo en la detención de Augusto Pinochet en Londres en 1.999. Un juez español – Baltasar Garzón- atenderá su demanda y pedirá a las autoridades británicas la detención del antiguo dictador. Se le acusaba de delitos que no prescribían; delitos que podían ser investigados por jueces extraterritoriales. Ambas cuestiones han sido decisivas en la construcción de políticas de memorias que posibiliten el reconocimiento y la justicia a las víctimas de los procesos dictatoriales.
Esta contribución de Joan Garcés es muy relevante, pero es muy posterior a este joven que con solo 26 años se embarca en aquella aventura. Allende trataba de alcanzar la victoria electoral y ser la primera fuerza en las elecciones presidenciales; el joven investigador español había analizado minuciosamente la votación en los distintos distritos electorales y se había percatado de la necesidad de concentrar las energías en algunos que podían ser decisivos a la hora de la votación. Acertó en su diagnóstico y , a partir de aquel momento, Allende decide incorporarlo a su equipo.
Allende había triunfado y es el joven español el que hace la pregunta decisiva: ¿podrían los dos partidos derrotados coaligarse en el parlamento e impedir la elección de Allende?. La interrogante causa asombro en el equipo de la Unidad popular porque sería sentar un precedente: nunca el parlamento ha vetado al candidato triunfador en las urnas.
Como muestra la película la interrogante tenía todo el sentido porque, a partir de ese momento, comienzan los intentos de las fuerzas que apoyaban al Partido Nacional para convencer a la Democracia cristiana de la necesidad de impedir el acceso de Allende a la presidencia. Ahí comienzan las dudas en los líderes de la Democracia cristiana, en Eduardo Frei, en Patricio Aylwin y en Radomiro Tomic y ahí comienza también el intento de la administración norteamericana de impedir un tránsito pacífico provocando el asesinato del general Schneider.
Asistimos a una narración trepidante donde van apareciendo todos los movimientos en el tablero político; desde los intentos fallidos para impedir el relevo en el poder a la movilización de sectores sociales contrarios al gobierno de la Unidad popular: desde los movimientos dentro de las fuerzas armadas hasta la movilización de los camioneros, pasando por las caceroladas de las mujeres de los altos mandos militares.

Joan Garcés
Aparece, a mi juicio, muy bien reflejada la voluntad de Allende de encontrar un acuerdo con sectores de la democracia cristiana, de alcanzar un “compromiso histórico” que permita asegurar la democracia chilena hasta su esfuerzo por buscar, dentro de las fuerzas armadas, sectores leales a la república y a la legalidad.
Estos intentos de alcanzar un consenso son combatidos por los sectores más reaccionarios que tratan de evitar ese compromiso y de fomentar un entendimiento entre la Democracia cristiana y el Partido Nacional que impida el asentamiento de Allende en el poder; un asentamiento que le permita concluir su mandato en 1.976. Pero- y de ahí el interés de la película- son intentos combatidos igualmente por una parte de la Unidad popular y por los sectores de la izquierda revolucionaria que no asumen la defensa de Allende de la legalidad, su apuesta por la institucionalidad, y su voluntad de llegar a acuerdos con la oposición.
Los sectores de izquierda renuentes a la vía democrática viven su especial epopeya con la visita de Fidel Castro. El entusiasmo que despiertan sus alocuciones y la realidad de una Cuba que ha resistido desde 1959 juega en la escena política chilena de una manera polarizadora: al entusiasmo de un sector de la Unidad popular se contrapone el pavor de la oposición de derechas que denuncia que no quiere para Chile una nueva Cuba.
En medio del drama está Salvador Allende, intentando convencer a los suyos de la necesidad de buscar acuerdos, a pesar de que muchos de ellos consideren que son concesiones excesivas, que más que acuerdos se trata de traiciones.
Hay un momento en el que aliados y detractores de Allende dentro de la Unidad popular alcanzan un momento de acuerdo; este momento se produce cuando Salvador Allende interviene ante las Naciones unidas para denunciar la injerencia del imperialismo norteamericano. Allende puede hacer valer los testimonios sobre esa injerencia aportados por una investigación periodística realizada en Estados unidos que ha desvelado, en pleno gobierno de la Unidad popular, la conexión entre las grandes empresas norteamericanas y los servicios secretos para impedir el acceso de Allende al poder en 1.970. Esta denuncia ante la asamblea de Naciones unidas- que el embajador norteamericano George Bush trata de evitar- consolida el prestigio de Allende.
Su éxito posterior en las elecciones de marzo del 73 provoca que las ansías golpistas se incrementen. No pudiendo demostrar que el gobierno ha ido perdiendo apoyos electorales los golpistas deciden que hay que acabar con el gobierno mediante un golpe militar. Un golpe en el que participará Augusto Pinochet el hombre en el que Allende había confiado para garantizar el apoyo de las fuerzas armadas.
La película concluye con aquel terrible 11 de septiembre cuando Allende renuncia a abandonar el Palacio de la moneda. El se queda y conmina a todos a que a vayan abandonando y a Garcés especialmente para que alguien cuente lo que ha ocurrido,
La muerte de Allende provoca que los golpistas vean trastocados sus planes. Merece la pena rescatar una reflexión del libro de Joan Garcés sobre lo ocurrido. Escribe Garcés: “A través de la decisión de defender hasta el final la legalidad democrática, Allende imposibilitaba a la burguesía la reconstrucción del aparato de estado tradicional…su propia vida era el último recurso que se había reservado el hombre político singular que era Allende. Muchos dirigentes políticos, desde los democristianos de Frei hasta los militares del general Bonilla, habían alimentado la ilusión de forzar un simple reemplazo del bloque social que detentaba el gobierno, sustituyéndolo por el que era mayoritario en el congreso, sin alterar sustancialmente las instituciones del Estado. Pero semejantes especulaciones no habían contemplado la necesidad de bombardear el palacio de la moneda con el presidente de la república dentro, obligándoles a arrasar las instituciones políticas que deseaban recuperar” ( Allende y la experiencia chilena, p. 392)
El libro de Joan Garcés tiene un subtitulo interesante LAS ARMAS DE LA POLITICA; el enunciado remite a un tema decisivo para entender la vida política; un tema que, en muchas ocasiones , se minusvalora ; me refiero a como se producen los antagonismos entre las fuerzas políticas y cómo se va configurando la batalla ideológica para lograr un relato que llegue a a ser hegemónico. Creo que podemos concluir que Joan Garcés supo utiliza muy bien las armas de la política para alcanzar, años después, una magnífica victoria.
Utilizando inteligente y audazmente las armas de la política, Joan Garcés logró con otros juristas impulsar una nueva doctrina jurídica que permitió la detención de Pinochet en Londres. Es cierto que volvió a Chile, alegando una enfermedad inexistente, pero todo su relato se resquebrajará cuando los chilenos pueden oír su voz proponiendo aquel aciago 11 de septiembre que subieran a Allende a un avión antes de forzar su caída.
El sacrificio de Allende sí logró pervivir en el tiempo hasta nuestros días formando parte de esos héroes que, aprovechando las fechas conmemorativas recordamos y enaltecemos, que nos sirven de ejemplo y que hoy, 11 de septiembre, podemos volver a honrar viendo la serie sobre LOS 1.000 DIAS CON ALLENDE y releyendo la obra de Garcés Allende y la experiencia chilena.
Antonio García Santesmases





