Poder y Política

Montreal tendrá alcaldesa chilena

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Los lectores en Chile deberán, quizás, excusarme por distraer su atención de la candente escena preelectoral chilena para abordar otra elección ocurrida a varios miles de kilómetros de distancia, pero que tiene una conexión con Chile, después de todo. En la comunidad chilena conocida sobre todo como “la nieta de don René Ferrada”, un viejo socialista que llegó exiliado a Canadá y publicó aquí una revista promoviendo la solidaridad antidictatorial, Soraya Martínez Ferrada (aclaración: no somos parientes) fue elegida este 2 de noviembre como la nueva alcaldesa de Montreal.

El hecho ha sido noticia importante en este país: Montreal es la segunda ciudad más grande de Canadá y la mayor de la provincia de Quebec. Mayoritariamente francófona, esta ciudad ha contado desde hace mucho tiempo con una importante minoría anglófona y—al menos desde finales del siglo 19—con una creciente presencia de comunidades inmigrantes: irlandeses, portugueses, italianos, judíos, armenios, chinos, árabes y, más recientemente, latinoamericanos. El flujo de estos últimos estuvo fuertemente influido por las dictaduras militares en Chile, Argentina y Uruguay, y luego por las guerras civiles en Centroamérica, que obligaron a miles a emprender el exilio. Como ha ocurrido muchas veces, el exilio fue una experiencia de dulce y agras: dejar atrás a seres queridos y a cosas que tenían valor sentimental no fue fácil; sin embargo, al mismo tiempo, fue una oportunidad. Claro está, esto último dependió mucho de la voluntad y el talento que cada cual pusiera para aprovechar esa oportunidad. Quien ahora ha llegado a ocupar ese cargo alcaldicio ha sabido hacer las cosas bien.

Soraya Martínez Ferrada, de 53 años, inició su trayectoria política en Canadá, primero como concejal entre 2005 y 2009 en un distrito del este de Montreal, un sector principalmente de clase trabajadora. En 2015 fue elegida al Parlamento federal en el mismo sector popular y como integrante del Partido Liberal. Fue el primer gobierno de Justin Trudeau que llegó en medio de una gran ola de popularidad. La chilena fue reelegida en 2019, pero en las elecciones federales de este año desistió de postularse y, en cambio, anunció que aspiraría a convertirse en alcaldesa de Montreal. Sus deseos han sido cumplidos y, luego de una campaña bien organizada, este domingo se consagró como la primera persona de origen étnico (esto es, ni de ancestro francés ni inglés) y alófono (ni francófono ni anglófono) que ocupará la alcaldía de Montreal.

Su triunfo y el de su partido llamado en francés Ensemble Montréal, significó desplazar a la tienda política que había gobernado la ciudad por espacio de ocho años, Projet Montréal. Por cierto, sus oponentes, entonces y ahora, la han criticado porque su partido estaría más a la derecha que la agrupación desplazada. (En Canadá, las elecciones municipales no son disputadas por partidos que tengan una existencia a nivel nacional o provincial, sino que sólo existen a nivel local con propuestas que muy vagamente pueden identificarse como de derecha o izquierda).




En estricto rigor, dado que los municipios dependen en gran medida del financiamiento que les proveen los gobiernos provinciales o el federal, resulta difícil para los políticos locales plantear propuestas con las que los demás niveles de gobierno no estén de acuerdo. Ser “progresista” o “izquierdista” municipalmente es muy difícil y lo más “progre” que a la anterior administración municipal se le ocurrió fue multiplicar las ciclovías a veces sin mayor consulta con la gente, algo que muchos criticaron como incongruente en una ciudad con cinco meses de invierno y con diez a veinte centímetros de nieve que hacen de andar en bicicleta una aventura riesgosa. Por el contrario, Soraya Martínez Ferrada, sin afirmar que fuera a parar la construcción de ciclovías ni desmantelar las existentes, simplemente puso como caballito de batalla en su campaña que “iba a consultar y enseguida actuar”. Fue una consigna eficaz: en este contexto, consultar a la gente es lo más progresista que puede hacerse. Y su mensaje fue exitoso tanto para los electores desconfiados de proyectos grandilocuentes como para quienes, con una visión progresista de la ciudad, aspiraban a un cambio.

Lo que me lleva a una reflexión final sobre el tema de la ciudad, que, sin duda, no es agotable en una sola nota. Como en Chile y en la mayoría del mundo, en Canadá la mayor parte de la población vive en ciudades. La ciudad también es el centro donde se gestionan la política, las finanzas, la educación y la vida cultural. El mundo es hoy un gran ente urbano, pero, como posiblemente Soraya Martínez Ferrada lo tendrá que vivir también, la ciudad se ve constreñida en su desarrollo por las políticas de los niveles superiores de gobierno: en el caso canadiense, los provinciales y el federal; en estados unitarios como Chile, sería por el gobierno central.

Por lo demás, y levantando mi voz en elogio de la ciudad, no debe olvidarse que allí se halla el origen de la política: la polis de los griegos era la ciudad; de ahí deriva la política, el “arte (técnica) de gobernar la ciudad”. De alguna manera hay que reivindicar el rol de la ciudad y, sobre todo, hay que impedir que se siga dando un proceso de deterioro que lo vemos en gran parte de las ciudades del mundo, incluyendo ciudades en países desarrollados como Canadá donde, con gran desazón, uno se topa con demasiada frecuencia con gente que duerme en la calle porque la vivienda no es un derecho sino un mero bien de mercado. Montreal, Toronto y otras ciudades de este país ven crecer alarmantemente el drama de la gente sin hogar. En ciudades de Estados Unidos, como Los Ángeles o Chicago, la situación es aún peor. Por otra parte, dado que los modelos ideológicos imperantes en la economía impiden una participación más activa de los municipios—por ejemplo, construir viviendas sociales directamente en lugar de depender de la iniciativa privada—, en gran medida las autoridades de nivel local terminan por “normalizar” la situación de la gente que vive en la calle.  Como gran cosa, tratan de hacerles la vida más pasable a los sin casa, dándoles frazadas o permitiéndoles que duerman en los bancos de los parques.

Así las cosas, cabe alegrarse de que una compatriota llegue a ocupar ese importante cargo que ha alcanzado Martínez Ferrada; por otro lado, hay que admitir que tiene una tarea muy dura por delante, en un contexto en el que el descuido por la ciudad parece ser un mal mundial.

 

Por Sergio Martinez (desde Montreal, Canadá)

 

 

 



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Sergio Martinez

Desde Montreal
  1. La nueva alcaldesa, entre otros,
    prometio:
    «recentrar mas a la derecha la administracion de la municipalidad…»
    – no firmo una carta que firmaron mas de 100 candidatos para esta ultima eleccion, comprometiendose a hacer de Montreal una ciudad de paz, una ciudad anti aparteid y apoyando la causa palestina»
    Esa, insisto, entre otros, es la nueva alcaldesa…

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