
Junta Nacional Democracia Cristiana: en la encrucijada entre la historia y la extinción
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 44 segundos
Este sábado 26 de julio, la Democracia Cristiana enfrentará una de las jornadas más decisivas de su historia reciente. La Junta Nacional del partido deberá definir si se alinea con la candidatura presidencial de Jeannette Jara, exministra del Trabajo y militante comunista, o si opta por mantener distancia del oficialismo, arriesgando con ello no solo su marginalidad política, sino su posible desaparición como actor relevante del sistema de partidos.
La elección es compleja y las consecuencias, potencialmente terminales. Tras décadas de declive electoral y fragmentación interna, la DC ya no representa una fuerza gravitante. Su caudal electoral menguante, su peso parlamentario reducido y su pérdida de influencia simbólica han llevado al partido a una posición de irrelevancia política. Sin embargo, aún persiste un valor sociológico: la representación del electorado de centro, ese espacio ideológico que en otros tiempos fue el eje articulador de la política chilena, y que hoy se encuentra desdibujado, huérfano de referentes claros.
La tensión al interior del partido es máxima. Por un lado, un sector apuesta por respaldar a Jara como la única vía posible para mantener un pacto parlamentario con la alianza de gobierno. No hacerlo, según ha advertido el oficialismo, significaría quedar fuera de la lista común, y condenarse a enfrentar las próximas elecciones legislativas en solitario, con el altísimo riesgo de no alcanzar ni siquiera la representación mínima para su subsistencia legal.
Desde el socialismo, el senador Tomás de Rementería ha sido tajante: sin apoyo a Jara, no hay lista común. Y desde el Frente Amplio, el diputado Diego Ibáñez ha ido más allá, acusando a la DC de “pavimentar el triunfo a José Antonio Kast” con su ambigüedad política. La presión externa es directa y creciente.
La fractura interna también se ha agudizado. El propio presidente del partido, Alberto Undurraga, anunció que dejaría su cargo si la Junta Nacional decide apoyar a Jara, apelando a la necesidad de mantener la unidad interna. Su renuncia, en caso de concretarse, no significaría su salida del partido, pero sí sería un golpe simbólico para una colectividad que hace tiempo vive bajo la sombra del quiebre.
A este escenario se suma la abierta oposición de los expresidentes de la colectividad. Figuras históricas como Juan Carlos Latorre, Enrique Krauss, Carmen Frei, Jorge Pizarro y Carolina Goic, entre otros, han manifestado su rechazo a apoyar a una candidata del Partido Comunista, reeditando una vieja antinomia que marcó buena parte del siglo XX chileno. Sin embargo, su voz parece resonar más como el eco de una DC del pasado que como una conducción efectiva del presente. Lo que estas figuras representan, más que una mayoría viva y movilizada, es una historia que no logra articularse con el presente ni ofrecer una salida viable hacia el futuro.
Prueba de ello es la respuesta de dirigentes de base y cuadros medios del partido, quienes han emitido una declaración crítica hacia los expresidentes, acusándolos de atribuirse una representatividad sin respaldo y de haber contribuido al actual estado de decadencia de la colectividad. Exautoridades como Myriam Verdugo y Aldo Mardones, junto a otras figuras territoriales, han llamado a un acuerdo amplio y progresista que permita la supervivencia de la DC, señalando que no apoyar a Jara implicaría, en los hechos, renunciar a toda estrategia de viabilidad electoral.
Lo que está en juego, entonces, no es solo una definición táctica respecto a una candidatura presidencial. Se trata de una definición estratégica sobre qué quiere ser la Democracia Cristiana en el Chile actual. ¿Un partido testimonial, replegado en una identidad centrista sin traducción política concreta? ¿O una colectividad dispuesta a reinventarse dentro del mundo progresista, apostando por una alianza que le permita algún grado de sobrevivencia institucional?
En este contexto, el análisis de Alberto Mayol resulta especialmente pertinente. Para el sociólogo, si bien el escenario sigue siendo favorable a una candidatura de derecha —especialmente con Kast como figura polarizadora—, Jeannette Jara podría mejorar sus opciones si logra cambiar el clima político y romper con la narrativa del “miedo al comunismo” que favorece a la ultraderecha. Si la exministra logra reducir el temor que aún genera en sectores del electorado de centro y derecha institucional, y logra instalar una discusión programática basada en propuestas, su perfil podría volverse más competitivo de cara a una segunda vuelta. En este escenario, la adhesión de un partido como la DC, aunque debilitado, podría tener un valor político simbólico en esa construcción de mayorías.
La gran incógnita es si la DC está dispuesta a asumir ese desafío, o si permanecerá atrapada en una identidad que ya no la representa y que la condena al ostracismo. La decisión que se tome este sábado marcará no solo el rumbo inmediato del partido, sino probablemente su destino histórico: la posibilidad de reinvención o la antesala de su desaparición.
Simón del Valle






jaime norambuena says:
El MIEDO al comunismo es una historieta pasada y que carece
de base REAL en el pensamiento actual. Ademas es IGNORANCIA
ingenua e infantil.
Se «debe» votar por el F. Kast, que es un hombre muy «»serio»»
como Milei de Argentina.
Felipe Kast y Kaiser estan en la misma linea ideologica. No hay
duda al respecto.
Serafín Rodríguez says:
¿En qué se diferencia ideológicamente el comunismo «en el pensamiento actual» con el del pasado? ¿Alguna referencia bibliográfica que ayude a esclarecer esta cuestión, la cual —hasta donde entiendo—tendría que ver con lo que se ha dado en llamar «marxismo-leninismo»?
Serafín Rodríguez says:
El intento de hacer sobrevivir a la DC —o resucitarla, en la línea de argumentación del profe Portales), colgándose de una candidatura ideológicamente ajena en todo sentido, es lo más patético y vergonzoso que se le puede haber ocurrido a alguien. Si es que a la DC aun le queda algún respiro, está definitivamente lista para la extremaunición de modo que pueda enfrentar su deceso con algún grado de integridad política y ética, si es que le queda alguno.
Felipe Portales says:
¡Hace ya muchos años que el Partido Demócrata Cristiano dejó de existir! Me refiero al Partido que se jugó por la sindicalización campesina; la Reforma Agraria y la industrialización del agro; que avanzó significativamente hacia la nacionalización del cobre; que hizo la promoción popular incluyendo las Juntas de Vecinos y el movimiento cooperativo; que fue clave en la creación del Pacto Andino y el CIPEC; que promovió la coordinación e integración económica de América Latina; y que, en definitiva postulaba sustituir la sociedad capitalista por una sociedad sociedad socialista comunitaria y que durante la dictadura condenó las AFP, las Isapres, el Plan Laboral, la ley minera, las privatizaciones, el sistema financiero y tributario en favor de los grandes grupos económicos, la integración solitaria y subordinada al neoliberalismo globalizado, etc. Ese partido desgraciadamente dejó de existir en los años 90…