Columnistas

Los estudiantes: la reserva de un pueblo desmovilizado

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 35 segundos

Los medios de comunicación del régimen solo se han referido a la alteración del orden público del movimiento que ha comenzado a inquietar al sistema, y con sobradas razones, a raíz de la incipiente movilización de los estudiantes de la enseñanza media. Para quien quiera ver, hay un pulso que está tomando fuerza en la rabia contenida de los muchachos que se ven sumidos en un sistema educacional paupérrimo. Resulta vergonzosa la eterna guardia armada a que se somete a estudiantes de liceos considerados emblemáticos, mientras metros más allá, campea la delincuencia a la que sí se le da espacio.

Permanentemente observados por drones y vigilados por alambicados sistemas electrónicos e incluso por infiltrados como funcionarios de los colegios más rebeldes, se trata al estudiante como un enemigo interno

El sistema publico de educación, su crisis eterna, su falta de recursos, su abandono, sus mediocres ministros y la ausencia de un sentido para su cometido, es la que corresponde a un orden como el que sufre el pueblo.

El largo e inacabado proceso de privatización de todo aquello que se mueva y que genere una chaucha, principio fundante de la cultura neoliberal, es del todo coherente con la idea de destazar al Estado para disfrute de un manojo de sinvergüenzas, al hoy se suma la notable participación de entusiastas renegados, tránsfugas, marranos y traidores que alguna vez, y por mera conveniencia, se dijeron de izquierda.




Hoy, ese término les genera un reflujo gástrico de difícil manejo, cuando no una rebelde alopecia.

Como sabemos, la educación no cambia nada. Al contrario, solo reproduce la cultura dominante. Los que pueden cambiar las cosas son las personas movilizadas.

Pero lo que sí hace un sistema educacional decadente, empobrecido con fines ideológicos, pauperizado hasta la madre, hecho para pobres, como el nuestro, es despertar de vez en cuando a quienes han venido a reemplazar la conciencia social y memoria histórica que debieran tener los trabajadores de este país: los estudiantes.

Para qué preguntarse qué pasa con los profesores: atrapados en medio de una dirigencia estéril, sin ideas, incapaz de hacer algo más que vivir del gremio, los que achanchados y mediocres se han transformado en un lastre y freno en momentos en que la educación pública y la profesión docente se debate entre la muerte y la agonía

Mientras tanto los estudiantes, huérfanos de apoyo, atacados cobardemente por el sistema comunicacional del orden, han comenzado a tomarse sus establecimientos sin que la prensa rastrera haya ahondado en las razones de fondo de esas acciones, centrándose maliciosamente en un supuesto actuar delictivo de los muchachos.

El pinochetismo que dijeron combatir los que ahora dirigen el país, se les ha metido muy adentro, aunque sus respuestas autoritarias las intentan vender con una pátina de democracia para congraciarse con los poderosos, denostando las razones de los estudiantes.

Ya era hora que abandonaran sus ropajes de gente de izquierda y mostraran sus verdaderas pulsiones de pequeñoburgueses que temen, odian y rechazan las expresiones de descontento y rabia del pueblo.

El caso es que ha comenzado un movimiento que debería preocupar a los que detentan el poder.

Algo ya se ha visto en las declaraciones del ministro de educación, el militante comunista Nicolás Cataldo, quien afirma que los estudiantes están jugando. Instalado en esa cartera exclusivamente para mantener a los profesores y a los estudiantes fuera de las calles y en silencio, el irrelevante ministro no ofrece soluciones a lo planteado razonablemente por los estudiantes y ni siquiera se manifiesta sobre el fondo de sus exigencias.

Hay un tono estéril en su gestión.

El sistema comenzará a desplegar sus técnicas y dispositivos represivos para evitar que los estudiantes logren convocar a movilizaciones, las que, como sabemos, pueden alterar el preciado orden público y desatar la ira de los poderosos.

Y la rabieta del exdirigente estudiantil Gabriel Boric.

Desde ya azuzarán a la gente silvestre que se traga todo lo que le dan para crear una supuesta ola de indignación ante el arrebato sin razones de esos mocosos que no quieren estudiar. Se activarán los planes de Aula Segura, se amenazará con expulsiones, se enarbolarán códigos y leyes, se dispondrá de la policía que en estos casos sí es eficiente, y, por cierto, se obligará a que la compañera Jara se pronuncie al respecto.

Es fácil adivinar cuál será su opinión.

Transformados en la reserva anímica y política de un pueblo desmovilizado, desmotivado, a merced de las máquinas de mentir y abandonados por sus históricos partidos populares, los estudiantes se aprestan a dar otra clase magistral de consecuencia, decisión y valor.

¡Benditos sean!

 

Ricardo Candia Cares

 

 

 

 

 



Foto del avatar

Ricardo Candia

Escritor y periodista

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *