
Gustavo Gatica y el Frente Amplio: cada uno en su propia ceguera
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El Frente Amplio ha dado una nueva muestra de su transición hacia una nueva elite. Les gustó la suavidad aterciopelada y bien pagada de la función política. No les fue necesario el paso de mucho tiempo para advertir que la política aborrece el vacío y que la ausencia de una izquierda genuina, basada en su ideario histórico y enriquecida con las experiencias fracasadas, le permitió a este colectivo entusiasta de pequeñoburgueses, acceder pequeñas cuotas de poder.
Pero algo es más que nada. Y ya no fue necesaria la careta de exaltados izquierdistas.
Ni fue necesario mudarse a barrios populares ni vestirse al modo de un tipo de bajos recursos ni dejarse el pelo alborotado y rebelde para encubrir sus orígenes de clase y su insolvencia ideológica.
Descubrieron que los trajes de buena calidad y las corbatas no afectaban sus convicciones. Ni vivir en barrios gentrificados, otrora de trabajadores, minimizaba sus potencialidades ni era motivo del pudor propio de los perdedores por natalidad inesperada y vocación histórica.
Esa gente por mucho tiempo buscó ideas en las que afincar su decisión de meterse en política, pero de un modo original, que no fuera una especie de partido de aquellos fracasados de antaño. Buscaban diferenciarse de quienes, habiendo podido, no supieron o no quisieron heredar la cultura de lucha y resistencia que se quedó aconchada en el pueblo, luego de la dictadura.
No se puede saber si esta gente tiene conciencia de haberse dejado colonizar ideológicamente por los postulados básicos de la derecha, lo que agudamente intentan a diario edulcorar con un lenguaje plastificado y falso en el cual la palabra progresismo, compite en frecuencia con el concepto clave del neoliberalismo: crecimiento.
¿Puede la gente trabajadora progresar sobre la base de las condiciones que exige el crecimiento económico en una sociedad afectada por el efecto cancroide del neoliberalismo en su más grosera expresión?
Una de las últimas muestras de la colonización ultraderechista en el ideario pragmático del Frente Amplio fue el rechazo a aceptar como candidato a diputado en las siguientes elecciones a Gustavo Gatica, joven ampliamente conocido como una de las miles de víctimas de la represión en aquel octubre para el olvido.
Y no es que sea una mala carta.
Precisamente es muy buena. Pero su postulación podría movilizar en lo electoral a eso que vibró y sigue vibrando en la bronca apisonada de la gente. Y, de paso, desbancaría a figuras que se aferran a la poltrona con dientes fluorados y uñas de acrílico.
A los pequeñoburgueses del Frente Amplio que han venido jugando al poder, y a la ultraderecha que tiene el poder real, nada hay que los altere más que la gente peleando por sus derechos y expresando su rabia histórica en la calle y a como dé lugar.
Y Gustavo les evoca aquella condición latente en el pueblo.
Pero esta condición de reversibilidad ideológica del Frente Amplio no sale de la nada, ni siquiera de sus voluntades conscientes. Como sabemos, para entender el mundo hay que comprender las condiciones materiales de la sociedad. He aquí el origen de la conciencia, de la superestructura de la sociedad.
El Frente Amplio no pierde oportunidad para seguir su vaciamiento hasta quedar químicamente puros y aceptables para el verdadero poder. Translúcidos, etéreos, aguachentos sin sal ni color.
Son, por lo tanto, colectivos náufragos de ideas, pero afincados en aquello que les ha dado réditos importantes: una pragmática flexible y lechosa cuyo estado maleable les ha permitido situarse en el medio geométrico preciso para ser amigos de todos.
De casi todos. El límite es gente como Gustavo Gatica y su ceguera impuesta a bala y de cierto tono rebelde.
Ricardo Candia Cares
Felipe Portales says:
Hay un gran mito respecto del FA y el estallido o revuelta social. No sólo no tuvo ninguna incidencia en su origen, sino que no tuvo ninguna intención de conducirlo políticamente. Es más, con su suscripción de la rendición del 15 de noviembre de 2019 contribuyó significativamente a su derrota. Por lo demás, el FA nunca se ha enraizado en la base social y hasta ¡abandonó las universidades que le dieron origen! Y no nos olvidemos que ya el año pasado logró elegir ¡a sólo 5 alcaldes de 345!, es decir, menos del 2%. Y ahora con la debacle de Winter (que obtuvo menos del 10% en unas primarias con muy poca participación), la verdad es que no se le puede esperar un gran futuro…