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Juan Sutil, Matthei y el fantasma de la dictadura en la campaña electoral

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El empresario Juan Sutil, expresidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y actual encargado estratégico del comando de Evelyn Matthei, irrumpió esta semana en la agenda pública con una serie de declaraciones que no solo tensaron el debate electoral, sino que también reabrieron viejas heridas de la historia reciente. “Para mí no es una dictadura, porque las dictaduras se perpetúan en el poder. El gobierno fue dictatorial y terminó”, dijo en CNN Chile, relativizando el régimen de Augusto Pinochet, que se prolongó durante 17 años e instauró un modelo económico y político que aún condiciona a Chile.

Las palabras de Sutil provocaron una ola de críticas inmediatas, especialmente en la red X, donde las reacciones oscilaron entre la indignación y el desconcierto. La candidata a diputada del Frente Amplio Constanza Schönhaut, lo sintetizó con claridad: “Pinochet estuvo 17 años en el poder, lo que dice Juan Sutil, estratega de Matthei, es una ofensa a la memoria de quienes sufrieron la tortura, la prisión y la desaparición forzada. La diferencia aquí no solo es política, es ética y humana”.

El costo de la memoria

La intervención de Sutil no es un hecho aislado. Desde su incorporación al equipo de Matthei, ha encarnado el vínculo entre el gran empresariado y la candidatura de la exalcaldesa de Providencia, construyendo un puente entre los gremios productivos y el sector político de la derecha tradicional. Sin embargo, en la política chilena, tocar la memoria de la dictadura sigue siendo un terreno pantanoso. El intento de matizar la naturaleza del régimen pinochetista no solo choca con la evidencia histórica, sino que además instala un problema de legitimidad para una candidatura que busca consolidarse como opción “moderada” frente a la figura de José Antonio Kast.

En los sondeos, Matthei ha venido retrocediendo frente a la irrupción de José Antonio Kast por la derecha extrema y Jeannette Jara por el progresismo. En ese contexto, resulta incierto si la estrategia de Sutil —con frases destempladas y ataques frontales al gobierno de Gabriel Boric y a la izquierda en su conjunto— contribuirá a revertir esa caída o, por el contrario, terminará aislando aún más a Matthei en el centro político.




La ofensiva discursiva

En la misma entrevista, Sutil amplió su arsenal retórico. “Con Bachelet 2 se destruyó el país”, afirmó, responsabilizando al segundo gobierno de la expresidenta por la supuesta crisis estructural que vive Chile. También señaló que la administración de Boric “fracasó el 4 de septiembre para el rechazo y se acabó el gobierno”, minimizando cualquier capacidad de conducción posterior al plebiscito constitucional.

Sus críticas se extendieron a figuras claves de la oposición. De Jeannette Jara dijo que “no parece veraz que represente a la socialdemocracia” y que, por sus 36 años de militancia comunista, carga con la responsabilidad de “millones de asesinatos en el mundo”. Un discurso que busca deslegitimar de raíz a la candidata que hoy encabeza las preferencias, instalando un eje electoral marcado por el anticomunismo clásico.

En paralelo, advirtió que en caso de una segunda vuelta entre Jara y Kast, votaría sin titubeos por el líder republicano: “No votaré jamás por Jara”. La frase confirma lo que muchos anticipaban: que el “mundo Sutil” en ningún escenario favorecerá a una alternativa de izquierda, y que su apuesta es preservar la hegemonía del bloque conservador, incluso si eso implica inclinarse hacia la derecha dura.

Riesgo estratégico para Matthei

El problema para Evelyn Matthei es que este tipo de intervenciones pueden terminar socavando la imagen que intenta proyectar: la de una candidata capaz de disputar votos en el centro político, en sectores moderados e incluso progresistas descontentos con el gobierno. Asociarse a un discurso que relativiza la dictadura y que demoniza al Partido Comunista sin matices corre el riesgo de confinarla a un electorado ya convencido, sin capacidad de expansión. Esta semana el sociólogo Alberto Mayol volvió a desarrollar su planteamiento respecto a la disputa por el electorado del centro, opción que el comando de Matthei, y bien expresado en su encargado estratégico, no muestra mayor interés.

El propio tono de Sutil refleja el malestar del empresariado frente al escenario electoral. Las encuestas no solo muestran a Jara en ascenso, sino también un debilitamiento de la derecha tradicional frente al empuje republicano. En ese tablero, las palabras de Sutil parecen más una reacción desesperada que una estrategia planificada.

Polarización en aumento

Lo que queda claro es que la campaña se adentra en una fase de creciente polarización. De un lado, una derecha que oscila entre el discurso de Matthei y la radicalidad de Kast; del otro, una izquierda que busca afirmarse en la figura de Jara como representante de un proyecto transformador. En el medio, un electorado cansado de la confrontación y en busca de certezas que, hasta ahora, ninguna candidatura logra ofrecer del todo.

Las declaraciones de Juan Sutil no solo hablan de él, sino también del estado de ánimo de la elite empresarial frente a un país en una confusa transición. En su afán por cerrar filas en torno a Matthei, terminó abriendo un flanco que podría ser difícil de controlar. Al instalar la dictadura como tema de debate, recordó a los chilenos que la memoria sigue siendo un terreno definitorio de la política. Y en ese terreno, las palabras pesan más que los cálculos.

Simón del Valle



Periodista
  1. Patricio Serendero says:

    El «estado de ánimo de la elite empresarial» como dice el comentarista en su párrafo final ha sido siempre el mismo. Férreo defensor de sus intereses como cualquier clase dominante consciente de lo que es.
    Solo el Pueblo trabajador organizado es que los puede derrotar. Pero ahora mismo ese Pueblo continúa dormido.

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