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García Ruminot y el alma de Chile Vamos: “Para mí es gobierno militar, no dictadura”

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La controversia abierta por Juan Sutil sobre la naturaleza del régimen de Augusto Pinochet sumó un nuevo actor esta semana. El senador de Renovación Nacional y expresidente de la Cámara Alta, José García Ruminot, aseguró en entrevista con El Diario de Cooperativa que la denominación correcta para el periodo posterior al golpe de Estado de 1973 es “gobierno militar” y no dictadura.

Las declaraciones, que coinciden con las emitidas por el empresario y estratega de Evelyn Matthei, refuerzan la dificultad histórica de la derecha para reconocer los 17 años de autoritarismo y represión que marcaron la vida política, social y económica de Chile entre 1973 y 1990.

Negación y justificación

Consultado directamente sobre la incomodidad de su sector frente al término dictadura, García Ruminot respondió: “Para mí la denominación adecuada es gobierno militar, no llegó (solo) porque los militares chilenos hayan sido golpistas. En el análisis uno no puede dejar de tener a la vista por qué ocurrieron estos hechos”.

El parlamentario de RN sostuvo además que quienes vivieron la Unidad Popular “sabemos cómo se sufrió” y que existía un clamor por evitar una guerra civil. “Nosotros entendimos, en su minuto, que evitar la guerra civil significaba que las Fuerzas Armadas actuaran unidas y, de esa forma, evitaran una guerra que habría sido muy cruenta, que habría puesto en peligro la subsistencia misma de nuestro país”, señaló.




Con estas palabras, el senador no solo relativizó el carácter dictatorial del régimen, sino que lo justificó en nombre de la estabilidad y la supervivencia nacional, un argumento recurrente en sectores conservadores desde 1973 hasta hoy.

El peso de la memoria

La posición de García Ruminot revive la dificultad de la derecha chilena para reconciliarse con la historia reciente. Aunque la evidencia histórica y judicial ha demostrado la magnitud de las violaciones a los derechos humanos —con miles de ejecutados, desaparecidos, torturados y exiliados—, persiste en sectores de Chile Vamos la inclinación a suavizar o rebautizar el régimen de Pinochet como “gobierno militar”.

Este debate no es meramente semántico. Hablar de “gobierno militar” implica minimizar la represión sistemática, la ausencia de democracia y la persecución de opositores que definieron esos años. Como lo expresó la candidata Jeannette Jara en respuesta a Sutil, la negación o relativización del período es también una forma de desconocer lo que significa la democracia.

Implicancias políticas

Las declaraciones del senador llegan en un momento delicado para Evelyn Matthei, cuya candidatura presidencial busca proyectar un perfil de liderazgo moderno, de gestión y moderación, frente al avance de José Antonio Kast y el ascenso de Jeannette Jara en las encuestas. Sin embargo, la cercanía de figuras clave de su sector con discursos que relativizan la dictadura genera un flanco difícil de manejar.

El propio García Ruminot, al reafirmar su apoyo a Matthei, dejó en claro que su respaldo a la exalcaldesa de Providencia es “con toda convicción”. No obstante, agregó que, en caso de no pasar a segunda vuelta, él y su sector debieran respaldar a Kast “sin ninguna duda”.

Con esto, el parlamentario evidenció un alineamiento claro: primero Matthei, pero si no prospera, el apoyo será para el candidato de la derecha dura.

Un dilema de fondo

La intervención de García Ruminot muestra que, más allá de las candidaturas, persiste en la derecha chilena una dificultad de carácter identitario: cómo asumir su relación con el pinochetismo y cómo responder a las demandas de memoria, verdad y justicia que aún atraviesan la sociedad.

Al igual que con las declaraciones de Sutil, la pregunta que queda abierta es si este tipo de discursos ayudarán a Matthei a revertir su caída en los sondeos o, por el contrario, terminarán reforzando la percepción de que su sector sigue anclado en el pasado, sin propuestas claras para el futuro.



  1. Evidentemente para el inmundo facherio la dictadura fue el gobierno más democrático del mundo. Sin asesinatos, ni torturas, ninguna desaparición forzada, ni violaciones, ni robo de los bienes del Estado, cero exiliados. No hubo plan condor, ni atentados en Buenos Aires, Roma o Washington. Ofortunadament ese cuento, a parte de ellos, no se lo traga nadie en el mundo.

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