Columnistas

El debate presidencial: entre minas antipersonales y minas antipensantes

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Frente a millones de televidentes que buscaban certezas en un país en vilo, los ocho candidatos presidenciales se enfrentaron en lo que debía ser una demostración de ideas y liderazgo. Lo que recibimos, en cambio, fue una feria de eslóganes, frases de TikTok y promesas punitivas que podrían hacer sonrojar a cualquier manual de política pública. CHV y CNN Chile, más que moderadores, parecieron guionistas de un libreto ya conocido: seguridad, inmigración y narcotráfico, la trinidad que hoy rige el prime time de la política nacional.

Los candidatos de derecha —Kast, Matthei, Kaiser y Parisi— compitieron en un peculiar concurso de dureza: más cárceles, más militares, más fronteras cerradas. Franco Parisi, siempre dispuesto a rozar el absurdo, incluso coqueteó con la idea de reinstalar minas antipersonales en la frontera norte, como si el problema migratorio fuera un videojuego de guerra. Afortunadamente, Harold Mayne-Nicholls, que parece el único que aún distingue entre seguridad y barbarie, recordó que «poner humanidad a las cosas» no debería ser una excentricidad, sino un mínimo ético.

Lo notable es lo que no se dijo. La crisis climática, la salud pública, la vivienda, el trabajo precario, la desigualdad territorial: todos desaparecieron bajo el ruido de quién ofrecía la sanción más rápida. Es como si la política hubiera decidido que los incendios forestales y las listas de espera en hospitales son menos rentables que la amenaza de un inmigrante irregular en horario estelar.

En el plano individual, Jeannette Jara intentó ser la voz disonante, denunciando la maquinaria digital de desinformación de la derecha. Pero cuando el debate se movió hacia economía y empleo, no logró imponer sus conocimientos. Kast, el gladiador del alarmismo, esquivó con elegancia de torero cualquier pregunta incómoda sobre financiamiento o consecuencias sociales de sus recetas. Matthei se esforzó en proyectar institucionalidad, aunque terminó pareciendo la misma foto en blanco y negro de un álbum ya gastado. Y Parisi, fiel a sí mismo, navegó entre el efectismo y el disparate, más preocupado de los aplausos virtuales que de las respuestas reales.




Lo que vimos anoche no fue un debate: fue un espejo. Un espejo que refleja el empobrecimiento de la conversación pública en Chile, secuestrada por la lógica del rating y el cálculo electoral. El país necesita un debate sobre futuro, y lo que nos dieron fue un tráiler de campaña empaquetado para redes sociales.

Si algo quedó claro, es que mientras sigamos atrapados en esta política de superficie, la verdadera mina antipersonal está bajo nuestros pies: la erosión constante de la democracia y de la confianza ciudadana. Y esa, lamentablemente, no la desactiva ningún candidato.

 

Félix Montano



Periodista
  1. Renato Alvarado Vidal says:

    Lo llamativo de este artículo es que omite hasta la menor referencia al único candidato de izquierda, el profesor Artés.
    Esto me recuerda a cuando «la dama de hierro» pontificaba desde Londres diciendo que fuera del modelo neoliberal no había otra opción.

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