
Kast: la incoherencia económica y el espejo argentino
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José Antonio Kast ha logrado instalarse como la voz más visible de la derecha dura en Chile. Su discurso de mano dura contra la delincuencia y su crítica al “Estado ineficiente” lo han proyectado como figura central en el debate público. Sin embargo, cuando se revisan con detalle sus planteamientos económicos, emergen contradicciones preocupantes que, más allá de la retórica, carecen de un sustento técnico serio. Y la experiencia argentina bajo Javier Milei ofrece un espejo elocuente de los riesgos de improvisar con la economía desde posiciones ultraderechistas.
Promesas cambiantes y vacías de contenido
Uno de los ejes de su programa es la promesa de recortar US$ 6.000 millones del gasto fiscal en 18 meses. El problema es que la propuesta se sostiene en conceptos difusos como “eficiencia”, “eliminación de programas mal evaluados” o “evitar abusos”. La vaguedad de la fórmula abre la puerta a recortes en áreas sensibles como salud, educación o programas sociales, algo que incluso economistas moderados han advertido podría generar malestar social y desaceleración económica.
Kast ha ido y venido en sus definiciones. Mientras su programa menciona la eliminación del “componente de solidaridad” en las pensiones, en entrevistas ha señalado que no tocará beneficios sociales. Esa contradicción mina la credibilidad de su discurso y revela la ausencia de una hoja de ruta coherente.
Incluso en su propio sector reconocen que, hasta ahora, Kast ha presentado muy pocas propuestas concretas en materia económica: apenas su plan M&M y la eliminación de contribuciones a la primera vivienda. Más allá de anuncios rimbombantes, no hay una narrativa sólida que explique cómo enfrentar los desafíos fiscales y sociales de Chile.
El espejo argentino
La falta de claridad en la propuesta de Kast debe analizarse a la luz de lo que ocurre en Argentina con Javier Milei. Su “terapia de shock” liberal incluyó recortes masivos y desregulación acelerada. El resultado fue inmediato: la pobreza saltó de 41,7 % a más de 52 %, mientras la inflación golpeó los ingresos de millones de argentinos.
Aunque Milei logró mostrar un superávit fiscal en el corto plazo, el costo social ha sido enorme: protestas masivas, conflictividad política y un retroceso dramático en las condiciones de vida de los sectores populares. Los mercados tampoco han respondido con confianza: los bonos argentinos se desplomaron y el riesgo país se disparó, mostrando que la austeridad radical no asegura estabilidad.
El caso argentino es una advertencia concreta: la economía no puede ser gobernada con consignas, y los recortes indiscriminados generan fracturas sociales que luego son muy difíciles de reparar.
Inconsistencias y debilidad política
Otro aspecto que refuerza la fragilidad de Kast es su falta de equipos técnicos y respaldo político de peso. Sus propuestas económicas se sostienen más en slogans que en un plan articulado. Incluso dentro de Chile Vamos han cuestionado su improvisación y la ausencia de una narrativa seria que dé confianza a inversionistas y ciudadanía.
La ultraderecha puede avanzar con discursos emocionales y promesas de orden, pero al llegar al poder queda al descubierto la precariedad técnica y la ausencia de gobernabilidad. Milei ha intentado compensar esa debilidad con decretos de emergencia y un estilo autoritario. Kast, sin embargo, no cuenta con la fuerza institucional ni con apoyos transversales que le permitan sostener un programa improvisado.
Una advertencia desde la izquierda
Desde la izquierda, la crítica a Kast no debe quedarse solo en el rechazo a su tono duro o a su visión conservadora. El verdadero riesgo está en la inconsistencia y la incoherencia de su propuesta económica, que puede abrir un escenario de crisis social semejante al que hoy enfrenta Argentina.
El progresismo debe asumir la tarea de evidenciar estas contradicciones y, al mismo tiempo, ofrecer un proyecto alternativo que combine responsabilidad fiscal, justicia social y un horizonte claro para el desarrollo del país. Solo así se podrá contrarrestar el avance de una ultraderecha que ofrece recetas fáciles, pero cuyas consecuencias ya han sido puestas a prueba con resultados desastrosos en la región.
Simón del Valle





