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Nada

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En cada oportunidad donde intervienen los niños K, uno piensa en lo expresado por el escritor Dionisio Albarrán. En una de sus novelas, cuyo nombre he olvidado, dice: “Nada es una actitud encaminada a no entender nada”. Entonces, en cada intervención de estos juguetones chiquilines, mimados sirvientes de la oligarquía, se deslizan nebulosas, senderos zigzagueantes, que siempre conducen a un camino sin retorno. Ideas ampulosas, como si fuesen arengas destinadas a combatir a un enemigo foráneo. Belicosidad encapsulada y odiosa, dirigida al borrego, cuya noción de la realidad del país, la mide por las palabras que suenan bien. Engatusados por la prensa y la TV, creen en la bondad del sistema en boga.

Si hay delincuencia desatada, los niños K urgen a construir más cárceles. Si la inmigración se ha desbocado, conviene hacer zanjas, para contenerla. O quizás muros, los cuales vuelven a levantarse en este siglo de perplejidades. Nada de paños tibios en la cruzada de seguridad terrenal, dirigida a salvar a nuestro país de semejante horda foránea.

Desde sus cofradías racistas, pontifican, alientan teorías de saneamiento, como si el cuerpo de Chile, estuviese en vías de putrefacción. Si hablan, su aliento huele a ropa vieja o al baúl de la buhardilla, donde se guardan objetos pasados de moda. Se equivocan en sus análisis variopintos. Nuestra peor enfermedad se llama egoísmo, del uno por ciento de quienes son dueños de la riqueza del país y se niegan a compartirla. ¿Se olvidan los K que sus antepasados llegaron a Chile desde Alemania, huyendo de las guerras? Sí, descendientes de los mismos vendedores ambulantes que pululan las calles de nuestro país. Olvidar el canasto de mimbre o la bandeja para exhibir la mercancía, se convierte en una necesidad social. Otros tiempos, escenarios, distintos olores, posturas e ideas en este camino destinado a perfumar el presente. Todo cabe en la canasta de las diarias ofertas.

Los mocitos K, representan ideas trasnochadas. ¿O es un caprichoso decir? Donde los fantasmas, también son de día claro. Amasijo a medio cocinar en horno de barro. En el eventual gobierno de uno de ellos, ¿se construirán más escuelas, hospitales, viviendas sociales? En cambio, uno de los K, habla de recuperar las tierras. ¿Cuáles tierras se pregunta el perplejo lector? Ha habido tantas usurpaciones, saqueos de ellas, guerras intestinas, que sus palabras suenan a matraca. Ofertas y más ofertas de quienes ignoran que el hambre o el hombre común, vive en nuestra sociedad, a tres cuartos y un repique.




Los K, esbirros de nuestra oligarquía egoísta y pendenciera, la cual huele a cochambre, necesita mantener al país, sumido en la ignorancia. Encalillado hasta el cogote, mientras mira TV y sueña ganar dinero, en los concursos auspiciados por el comercio. Dedicado a cargar el yugo del centenario abuso, a partir de cuándo aparecieron en estas tierras, los conquistadores españoles y portugueses, trayendo la civilización de la Europa cristiana. Incluidas las pestes. De ser así, las tierras deberían ser restituidas a sus primitivos dueños milenarios. Llámense mapuches, diaguitas o pehuenches. Bienvenido señor K a la cofradía de quienes abogan por la justicia divina o pagana, según lo estime su merced. Como a menudo se lee en forma apresurada, a trompicones, terminamos por confundir el lenguaje.

Uno de los K, empeñado en redondear sus ofertas de fin de temporada, promete combatir el terrorismo. ¿Se refiere al que la dictadura de Pinochet impuso a traición? Tarea pendiente.

 

Walter Garib

 

 



Walter Garib

Escritor

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