
¿Por quién votar?
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A pesar de que los ciudadanos tenemos ocho candidatos presidenciales entre los cuales elegir en los comicios de noviembre próximo, la verdad es que uno se encuentra con muchos chilenos que aún no toman decisión al respecto, no comparten sus orientaciones ideológicas o lamentan el bajo nivel de los postulantes. No es cuestión de tener nostalgia del pasado, pero cuando se los compara con los antiguos líderes o mandatarios en muchos se expresa el desencanto. Sobre todo, en quienes pueden, por edad, remontarse al Chile republicano derrumbado con el golpe Militar de 1973.
Esto es, cuando piensan en un Salvador Allende, un Eduardo Frei Montalva o incluso en no pocos referentes de la derecha. Cuando el nivel intelectual, su proyecto histórico, discurso y trayectoria parecían muy por encima a la de los políticos de hoy, tan envueltos por las veleidades. Muy correspondido, además, por la insolvencia de sus propios partidos.
En esto último llama la atención la existencia actual de las más de 22 agrupaciones políticas con representación en el Parlamento, así como que, para colmo,casi la mitad de nuestros legisladores haya cambiado dos o tres veces de militancia. Saltando, incluso, entre el oficialismo y la oposición; entre el centro, la derecha o la izquierda. Enrolándose en lo que ahora se impone como tibias y desdibujadas opciones: las denominadas centroderecha y centroizquierda.
Es evidente que lo que más vale, ahora, no son las orientaciones ideológicas sino el cálculo electoral o la oportunidad de alcanzar mejores granjerías personales dentro del escalafón de la administración pública. Asumiendo, desde luego, que trabajar bajo el alero del Estado parece ser el negocio más lucrativo en nuestro país, incluso si compara lo que ganan nuestros jefes de estado, parlamentarios, alcaldes, embajadores y otros en relación a los de su misma condición en la mayoría de las naciones del mundo.
En las últimas semanas se ha anotado el hecho de que el presidente Boric, a sus 40 años, se apresta a recibir una pensión vitalicia que supera los diez mil dólares mensuales, tal como sus antecesores en La Moneda. Una de las cuales, Michelle Bachetet, aspira a convertirse después de sus dos períodos de gobierno en secretaria general de las Naciones Unidas, pese a su avanzada edad. Aspirando a un cargo en que seguramente obtendría mejores ingresos, viáticos y toda suerte de prebendas.
Para muchos adherentes del gobierno actual descorazona que su única candidata presidencial, Jeannette Jara, sea militante del Partido Comunista y no de algunos de los referentes socialdemócratas que fueron hegemónicos en los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. Nunca imaginaron socialistas, pepedés y frenteamplistas que Jeannette se impondría en las primarias realizadas del oficialismo. Incluso parece que al propio PC le incomoda esta situación, acostumbrados como estaban de integrar los últimos gobiernos De Frei Ruiz Tagle y Michelle Bachelet, consiguiendo buenos cargos para sus militantes, pero sin correr los riesgos de ser la colectividad rectora de la coalición. Ya se sabe que ella es la que encabeza, hasta aquí, las preferencias electorales sobre la primera vuelta, pero son muy pocos los que creen que en una segunda ronda logre superar en votos al candidato de la derecha más votado.
Seguramente que esta baja posibilidad de que Jeannette llegue a La Moneda explique que Estados Unidos y sus aliados internos no se encuentren ya conspirando como lo hicieran apenas triunfó Allende en las elecciones presidenciales de 1970.
Esto se explica mucho en que, de los ocho postulantes, tres son derechistas los que le siguen a Jeannette en las encuestas. Un trio de ex pinochetistas de sendos apellidos alemanes (Kast, Matthei y Kaiser), cuyos antepasados simpatizaran con el Nacional Socialismo de Hitler. Aunque estos han contendido fuertemente entre ellos, lo más probable es que en la segunda vuelta los dos perdedores se sumen a la campaña del que obtenga el mayor apoyo popular, reuniendo los sufragios necesarios para instalarse nuevamente en La Moneda.
Respecto de los demás candidatos, Franco Parisi, Marco Enríquez Ominami y Eduardo Artés, lo cierto es que no tienen ninguna posibilidad de remontar significativamente durante la contienda electoral. Todos ellos han competido anteriormente y tal parece que su insistencia en hacer el ridículo se explica en la posibilidad de recaudar dinero de parte del Servicio Electoral conforme a los votos que obtengan. De acuerdo a lo establecido por ley. Además de recibir aportes entre sus adherentes o pasar la bandeja en el extranjero, donde algunas organizaciones amigas mantienen la ilusión de que esta vez sus fuerzas afines, aquí en Chile, podrían ganar o hacer un papel digno en la contienda presidencial. Ya señalamos que nuestra institucionalidad electoral colabora francamente con la dispersión de partidos y candidatos. También está claro que esta entidad sirve a lo que se denomina como la clase o casta política. Una elite cada vez más distante de las demandas del pueblo.
La gran incógnita es el comportamiento de los cientos de miles de inmigrantes que han ganado su derecho a voto. Se dice que ellos podrían inclinar la balanza en favor de algunos candidatos, pero lo más probable es que predomine en ellos la abstención electoral o el voto blanco y nulo. En el último sondeo de Data Influye se consigna que un 45 por ciento de los ciudadanos no se siente representado por los partidos políticos entre las más de 15 opciones partidarias que les ofreció esta encuesta.
De todo lo anterior se deduce la ligereza general de los respectivos programas de gobierno. Desde luego, porque cualquier texto sebe ser sancionado por los numerosos referentes apegados a los candidatos, lo que es un serio obstáculo cuando éstos lo que más buscan es arribar al poder sin proponerse un cambio profundo respecto del agotado modelo económico social imperante. Ni muy dispuestos o sin capacidad para encarar los enormes problemas que imponen el estancamiento económico, la dramática inseguridad social, la aguda falta e viviendas y los conocidos rezagos en salud y educación.
Lo que predomina en electorado, nuevamente, es un sentimiento de severa desconfianza respecto de la política, después de que el último gobernante frustrara la esperanza de millones de jóvenes de izquierda para terminar comprobando que no hubo diferencia entre la gestión de Boric y la de sus antecesores de la post dictadura. Cuya Constitución y modelo ultra neo liberal continúa rigiendo a la sociedad chilena, pese a los dos intentos fallidos de uno y otro lado para dotarnos de una nueva Carta Magna.
Juan Pablo Cárdenas S.






Serafín Rodríguez says:
No hay por quién!
Yo voto «nulo»!
Ricardo says:
Sólo el 25 % de los chilenos era partidario de estrechar lazos con EE.UU., mientras el 47 % prefería hacerlo con China, según encuesta publicada en El Mercurio hace unos meses . Parece inconsistente que esa masa pro – China y anti EE.UU. sea también genuinamente pro Kast ; el que saludó entusiasta la elección de Trump. Los gigantes de internet poseen la información más pasmosamente detallada sobre los chilenos ; y están obligadas , por la ley norteamericana , a entregar esa información a los organismos de seguridad de ese país en caso de ser requeridas. Así , resultan plausibles las manipulaciones subrepticias masivas , del tipo Cambridge Analytica . En México, el 91 % desconfía de, o rechaza , a Trump ( según la conservadora Pew institution, de EEUU ) , pero en sitios masivos mexicanos, ¡ aparece un importante y desproporcionado porcentaje de mexicanos apoyando a Trump, e incluso a una eventual invasión de EEUU a su propio país !! ..
Jaime Iturra says:
Creo que hay un candidato que habla algo de rebajar considerablemente los sueldos millonarios?
Jaime Iturra says:
A los ochenta años de edad no se si estoy en lo correcto, pero lo que se llama democracia ahora es el abuso de los políticos corruptos que se aferran al mejor trabajo de la tierra en este Chile actual.
En los años cincuenta los partidos políticos de izquierda se mantenían con lo aportaban sus adherentes, en las elecciones votaba el pueblo pero no recibían de vuelta dinero por votos recibidos por sus partidarios. Hoy día los partidos políticos populares en Chile y también los que se dicen “democráticos “ se aprovechan de los más desposeídos ganando suculentas dietas parlamentarias y colgajos que superan con creces a políticos de países desarrollados. Chile debería bajar todos los sueldos millonarios de todos los políticos desde la municipalidad hasta la presidencia de la república sus pensiones millonarias, los sueldos de la fuerzas armadas de los altos mandos y así habría dineros para necesidades más urgentes que nos aquejan…
Ricardo says:
Exacto, y además en años pasados no existían las ONG de financiamiento euro- norteamericano ; hoy mucho de la intelectualidad de izquierda o progresista es dependiente «mental y materialmente» de las potencias occidentales
Felipe Portales says:
Todavía -¡a pesar de todo!- queremos seguir creyendo que estamos en una democracia porque hay elecciones (condición necesaria, pero totalmente insuficiente para que exista una democracia). Cuanta razón tiene Mark Twain cuando dijo: «Es más fácil engañar a la gente, que convencerla que ha sido engañada»…